3. IDIOTA

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Haciendo uso de las herramientas requeridas, Stark manipulaba los lanza telarañas que estaba fabricando para Peter, sumamente concentrado

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Haciendo uso de las herramientas requeridas, Stark manipulaba los lanza telarañas que estaba fabricando para Peter, sumamente concentrado.

Llevaba cuatro horas enfrascado en la tarea. Lo cierto era que las había terminado de diseñar en dos horas, pero no quedaba del todo satisfecho con el resultado.

¿Por qué no repasar esto, o añadir aquello y eso otro? ¿Por qué dejarlas perfectas si podía volverlas ultra perfectas?

En realidad, era consciente de que los continuos retoques tan sólo buscaban una excusa para estar entretenido y no pensar en Steve, aunque era imposible no acordarse de él, ya que el trabajo que tenía delante apenas suponía un reto para su entrenada mente, y enseguida conectaba el modo automático para trabajar mientras su cabeza viajaba entre recuerdos.

Por eso intentaba añadir más y más mejoras, algunas nunca antes creadas, para romper con la involuntariedad de sus movimientos y requerir su absoluta concentración. Después de todo, estaba en juego la seguridad de Parker, y esa presión le ayudaba a desviar los pensamientos más intrusivos.

Al terminar, su cabeza era un hervidero. Le palpitaban con fuerza las sienes y un atisbo de migraña pedía paso lentamente.

Miró, orgulloso, su creación. El esfuerzo había valido la pena.

Tomó su teléfono y llamó al chico:

—Hola, Peter, ¿estás en casa? ... Te he fabricado unos nuevos lanza telarañas. Vas a alucinar. ¿Quieres venir mañana por la mañana a probarlos? ... Estupendo. A las nueve. Descansa, muchacho.

Se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano, y abandonó el taller para darse una ducha.

«Tu odio hacia Bucky es irracional»

De nuevo, una vez liberado de tanta concentración mental, Steve se abrió hueco en su cerebro.

Agarró con rabia el bote de champú, mientras una cascada de agua caliente mojaba su cuerpo desnudo, se echó un poco en la mano y frotó con fuerza sus cabellos, amasándose la cabeza con rabia contenida.

¿Acaso era irracional odiar al asesino de tus padres y al responsable de acabar con tu relación? Lo que no era normal, pensaba, era que Steve siguiera creyendo que El Soldado de Invierno era su amigo de infancia, el James Barnes que conoció.

HYDRA había metido sus manos en lo más profundo de la mente del hombre. No podía creer que Steve fuera tan ingenuo como para caer en su trampa.

En realidad, sí que lo es—se dijo—. Steve siempre ha sido un ingenuo

 Steve siempre ha sido un ingenuo

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TÓXICOS (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora