Capítulo 28

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Capítulo 28

Pasaron 4 días desde la visita al hospital, y mi preocupación y celos no hacían más que ir en aumento al observar como Esme me ignoraba totalmente, y las veces que teníamos que vernos a la fuerza, sentía como su mirada me contemplaba con un deje de rabia y recelo, haciéndome sentir confusa y sorprendida por sus reacciones.

Por otro lado, Carlisle hacía como si no pasara nada con el tema cuando intentaba preguntarle, y seguía estando algo extraño, esquivo, y más cercano a Esme de lo normal.

En aquel mismo día, un tranquilo domingo, ya avanzada la tarde después de volver de compras con Alice, Rosalie y Bella, subía las escaleras para colocar la ropa nueva, cuando escuché como dos personas conversaban en el despacho de Carlisle. Yo, sin pensarlo dos veces, deposité las bolsas con cuidado en el suelo y me acerqué a la puerta entornada de la estancia.

Esme y Carlisle se encontraban dentro, ambos de pie hablando acaloradamente en el medio de la sala, ajenos a todo lo demás.

-A mí también me duele esta situación, Esme. No me es fácil mentir a Nadine ni hacer como que no pasa nada. Por eso pensaremos una solución, para que suframos todos lo menos posible. Sabes que estamos juntos en esto y te ayudaré, eres importante para mí.

-No mientas, Carlisle, ella te importa mucho más que yo a pesar de todo. Yo te quiero, sin embargo tú ya no conservas ningún sentimiento por mí. –Alegó la mujer tristemente, sin dejar de observar sus serenos ojos.

-Claro que te quiero, Esme. Si no, no estaría contigo, ni te apoyaría. Tenemos que ayudarnos mutuamente para salir de esta.

A las reconfortarles palabras del hombre, dichas con total sinceridad y sentimiento, ambos se miraron unos instantes para después abrazarse con ternura. Yo sentí como mis ojos se inundaban ligeramente ante tal estampa.

A pesar de que aquello que decían y ocurría no era extravagante o alocado, era simplemente demasiado para mí. Me sentía impotente viendo como lo que más amaba en el mundo se alejaba a pasos agigantados de mi lado, para posicionarse junto con la mujer a la que siempre había temido, justamente por lo que ahora mismo, ante mis atónitos ojos, estaba ocurriendo.

Dejé de fisgonear y recogí las bolsas, marchándome con rapidez hacia la habitación, conteniendo el llanto.

A medida que avanzaba la tarde y se convertía en noche, mis sentimientos cambiaban con ella de tristeza y escepticismo, a impotencia y celos incontrolables.

Cuando ya eran las 12 de la noche y me hallaba tumbada en la cama, con los ojos como platos debido al insomnio producido por mis torturas psicológicas, entró el rubio de forma sigilosa, y con sumo cuidado comenzó a rebuscar en los cajones de la cómoda. Yo me incorporé y encendí la luz que había junto a la cama.

-Siento si te he despertado, enseguida me iré. –Dijo mientras seguía buscando.

-¿Podemos hablar? Es importante.

-Claro, ¿ocurre algo? –Preguntó, mirándome con unos papeles en la mano.

-No sé, dímelo tú. ¿Qué pasa con Esme, Carlisle? ¿Qué me estás ocultando? –Observé la inquietud en sus dorados ojos.

-No es nada grave, Nadine, no debes preocuparte, de veras...

-¡No me mientas! Os escuché esta tarde. ¿A qué estás jugando? ¿Por qué pierdes el tiempo conmigo si la amas? –Grité con desesperación mientras hacía aspavientos con la manos, sin dejar de mirar fijamente sus ojos con un atisbo de rabia, y un profundo sentimiento de pesar.

-¿Amar? No la amo ¿Tan poco confías en mí que tienes que espiarme? -Respondió con serenidad, pero visiblemente dolido.

-¿¡Y tú en mí?! Confías mucho también, ¿no? Por eso me cuentas qué coño esta pasando, ¿verdad? Te buscas solo que esté pasando esto.

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora