Capítulo 39

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Harry miró hacia abajo y vio el reflejo dorado de la luz de su varita brillando en el agua negra conforme iban avanzando. El bote iba dejando profundas ondas sobre la superficie de vidrio, grietas en el espejo negro.

Y entonces Harry lo vio, mármol blanco, flotando a centímetros de la superficie.

—¡Profesor! Dijo, y su voz se hizo un eco fuerte sobre el agua silenciosa.

—¿Harry?

—Creo que vi una mano en el agua, ¡una mano humana!

—Si, estoy seguro de ello – dijo Dumbledore calmado.

Harry se asomó al agua, buscando a la mano que había desaparecido, y tuvo una sensación extraña en su garganta.

—Entonces, ¿esa cosa que brincó fuera del agua...?

Pero Harry obtuvo la respuesta antes de que Dumbledore pudiera contestar; la luz de la varita se había deslizado sobre un pedazo de agua, y le mostró, esta vez, a un cadáver, yaciendo boca arriba, a unos centímetros bajo el agua, sus ojos abiertos nebulosos, el cabello y la ropa moviéndose alrededor como si fuera humo.

—Hay cuerpos aquí —dijo Harry, y su voz sonó mucho más alto y diferente de lo normal.

—Si —dijo Dumbledore tranquilamente —pero no necesitamos preocuparnos por ellos en este momento.

—¿Por el momento? —Repitió Harry, quitando su vista del agua, y volteando hacia Dumbledore.

—No mientras estén meramente flotando pacíficamente debajo de nosotros. No tenemos nada que temer de un cuerpo, Harry, así como no hay nada que temer de la oscuridad. Lord Voldemort, que secretamente les teme a los dos, no está de acuerdo. Pero una vez más, demuestra su falta de sabiduría. Es a lo desconocido a lo que tememos cuando vemos la muerte o la oscuridad, a nada más. Harry no dijo nada, no quiso discutir, pero encontró horrible la idea de que había cuerpos flotando alrededor de ellos, y lo que era más, no creía que no fueran peligrosos.

—Pero uno de ellos brincó —dijo, tratando de hacer que su voz fuera baja y calmada como la de Dumbledore, —cuando traté de atraer el Horrocrux, un cuerpo salió del lago.

—Si —dijo Dumbledore. —Estoy seguro que cuando tomemos el Horrocrux, los encontraremos menos apacibles. Como sea, como muchas criaturas, que yacen en el frío y la oscuridad, le temen a la luz y al calor, los cuales invocaremos para ayudarnos. —Fuego, Harry —añadió Dumbledore con una sonrisa, en respuesta a la expresión de incredulidad de Harry.

—Oh...bien....

Volteó su cabeza para mirar hacia el resplandor verdoso hacia el cual el bote navegaba inexorablemente. No podía pretender que no estaba asustado. El gran lago negro, lleno de la muerte...Le parecía que habían pasado horas desde que se encontró con la profesora Trelwney, que le había dado a Ron y Hermione el Felix Felices...de pronto deseo haber podido despedirse mejor de ellos... de Hermione.

—Cerca de ahí.

La luz verdosa, parecía estar creciendo, y en minutos, el bote se había detenido, atracando en algo, que Harry no pudo ver al principio, pero cuando levantó su varita iluminada, vio que habían llegado a una pequeña isla de roca en el centro del lago.

—Con cuidado, no toques el agua —dijo Dumbledore mientras Harry salía del bote.

Harry pudo oler el aroma a sal y escuchar las olas, una ligera y picante brisa despeino su cabello mientras miraba el mar a la luz de la luna y es cielo lleno de estrellas. Estaba parado sobre un montículo de piedras negras, con el agua haciendo espuma y agitándose debajo de él. Miró sobre su hombro. Un elevado acantilado estaba detrás de ellos, una lámina escarpada negra y solitaria. Algunos pedazos de roca, como en el que estaban Harry y Dumbledore, parecía como si se hubieran separado de la pared del acantilado en algún momento en el pasado. Era una vista inhóspita y áspera, el mar y las rocas sin ningún árbol o pedazo con hierba o arena.

Elegido con el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora