Gripe

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- ¿Y-yo? - le cuestionaba Horacio a su jefe.

Conway se había levantado especialmente amigable ese día, y había tenido, desde su perspectiva, una gran idea. Si bien Volkov nunca faltaba al trabajo, incluso si no se encontraba bien, ese día se lo había tomado libre. Al parecer había pasado toda la noche con temperatura alta y escalofríos, y no había podido siquiera levantarse esa mañana. Conway lo entendía, él no solía enfermarse, pero era normal que la gente faltase uno o dos días al trabajo por temas de salud, incluso un ruso de dos metros podía caer ante algún virus o bacteria. Pero como todo en la vida, había algo de ello que le irritaba ligeramente. No podía exigirle ir a trabajar si estaba enfermo, hasta él sabía que eso estaba mal, pero si podía enviarle un "regalo".

- Si, ¿Ves a alguien más en la oficina? - le confirmó el mayor.

Si enviaba a Horacio a cuidarlo con la excusa de que vivían en el mismo edificio, podía solucionar varias cosas de una vez, le tendería una mano a Volkov, lo fastidiaría, y haría feliz a Horacio, tres beneficios en una sola acción, no habían errores en su plan.

- No se si Volkov me querría ahí... - intentó protestar el de cresta.

Todavía no estaba seguro de lo que opinaba el ruso de él, aún era todo muy confuso, y no sabía si invadir su espacio en un estado vulnerable fuera una buena idea.

- ¿No quieres asegurarte de que esté bien? ¿Cuidarlo? ¿Ver que coma? - le recitó el superintendente intentando convencerlo.

Era cierto... ¿Qué pasaba si no comía en todo el día? ¿Si no podía levantarse de la cama? No podía correr ese riesgo, era su deber como miembro de la CNP cuidar a su superior, además, era el mismo superintendente quien lo enviaba, no había por donde perderse en ese plan.

- ¿Y qué le llevó? - le preguntó ensamblando la escena en su cabeza, nunca había cuidado de nadie, por lo general era Gustabo quien cuidaba de él.

- ¿Una sopa? Yo que sé, ¿Me ves cara de ser su puta madre? - comenzó a irritarse el ex militar - Solo ve y pregúntale qué necesita - terminó masajeando el puente de su nariz.

Sin perder más el tiempo, Horacio se retiró antes de que terminara su jornada laboral y condujo en dirección a Del Perro Heights. Pasó primero por su apartamento para recoger algunas cosas, y luego bajó un par de pisos más hasta llegar al apartamento número 4, respiró profundamente y se convenció una y otra vez de que lo que estaba haciendo era una acción altruista y para nada se trataba de ver al comisario fuera de servicio. Una vez logró creerse su propio discurso, tocó el timbre. Esperó unos segundos, no había ruido dentro del apartamento. Mientras pensaba en la posibilidad de volver a tocar el timbre, sintió unos pesados pasos aproximarse a la puerta, y en cuanto el pomo comenzó a girar frente a él, su estómago comenzó a encogerse más y más hasta que el comisario apareció por la abertura de la puerta.

- Priviet - le saludó el ruso, mientras Horacio analizaba la sudadera azul y los pantalones de chándal grises que llevaba puestos.

Percatándose de que estaba observando en silencio, se enderezó rápidamente y le mostró las cosas que llevaba en las manos.

- Buenas tardes, Volkov. Conway me pidió que viniera a verte, traje algunas cosas que pueden ser útiles - le informó el de cresta.

¿Por qué Conway pediría tal cosa? ¿Era para molestarlo por las cosas que habían pasado luego del Fame or Shame? No podía creer que fuera así de perseverante, incluso cuando estaba enfermo, o quizás sólo era una venganza por faltar al trabajo. Suspiró profundamente y abrió la puerta para que el menor pudiera pasar a su apartamento de lujo. Sonriente, Horacio ingresó por la puerta y caminó con mucha seguridad hasta la mesa del comedor para dejar las cosas que había traído.

One Shot Volkacio - GripeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora