Flavio despertó un veinticinco de septiembre después de treinta y cuatro días en coma.
La primera persona a la que vio fue a su madre y en ese momento Lola sintió que volvía a dar a luz, que volvía a traerle al mundo. Faltaban pocos minutos para que las enfermeras de la UCI les indicaran a ella y a Eva que el tiempo de visitas de por la mañana había acabado y, como si él pudiera escucharlas, movió una mano, la izquierda, la que Lola sujetaba con paciencia mientras se despedía de él hasta que comenzara el horario de la tarde. Al movimiento de la mano le siguió un leve carraspeo, seco, y después giró la cabeza de un lado a otro, fruto de una incomodidad que no pudo verbalizar porque tenía el tubo metido hasta el fondo de la garganta.
Pero después, no hubo prisas, ni carreras, todo transcurrió orgánico. Eva dio la voz de alarma, saliendo de la habitación con premura pero sin prisa, y las enfermeras de ese turno se encargaron de llamar al médico para que pautara una serie de exploraciones necesarias para comprobar el estado del chico. Así, Eva y Lola regresaron a la sala de espera pero con la orden de no irse hasta que recibieran información e indicaciones del doctor.
Samantha apareció allí como un miura. Esperaba la multa que le iba a llegar a casa en unos días por conducir por la M-30 como una kamikaze, como si la importara; el dinero no era un problema para ella pero sí lo era no haber estado al lado de Flavio al despertar. Las dos ocasiones anteriores la había tenido al pie del cañón, clavada junto a su cama como si fuera una parte más del mobiliario de la habitación y ahora, ahora que era la más importante, que era la vez que más tiempo Flavio había estado inconsciente, había despertado sin ella.
Quiso imaginarse sus ojos al hacerlo, al salir de ese coma envuelto en angustia y confusión, y su mirada buscándola a ella en esa habitación, sin encontrarla, y ese sólo pensamiento la hizo pisar el acelerador con más energía. Ante un mensaje de texto de Eva, que leyó al aparcar el coche de cualquier manera ocupando no sólo una sino dos plazas de parking, entendió que las habían mandado a la sala de espera hasta que terminaran de explorarle, así que acudió junto a ellas de cabeza. Gracias a Dios, la mayoría de las puertas de ese hospital eran automáticas o habría hecho giratorias todas las que hubiera encontrado por el camino por la energía y el nerviosismo que desprendía.
- ¿Dónde estabas? - exclamó Eva, al verla entrar y acercarse a ellas con el rostro desencajado.
- ¿Cómo está?
- No lo sabemos - aclaró Lola. - No nos han dicho nada todavía, le están haciendo pruebas. Nos han pedido que esperemos aquí.
- ¿Hace mucho que ha despertado?
- No llega a una hora.
Asintió con la cabeza tomando una honda bocanada de aire al mismo tiempo y Lola le indicó que se sentara a esperar con ellas, pero no podía. Decir que estaba nerviosa era un eufemismo. Su marido había despertado después de un mes en coma, al fin podría decirle que estaba embarazada y esperar que su reacción fuera la que ella deseaba. Para más inri, si todo eso no fuera suficiente, guardaba en su bolso la pequeña cajita que había encontrado en la butaca del piano y sentía que ésta se prendía en llamas para que alguien la escuchara. Agarró el bolso con fuerza y lo pegó a su cuerpo, temerosa a perderlo, sintiéndose una ladrona por haber cogido algo de su propia casa.
¿Qué habría grabado Flavio ahí? ¿Sería una canción? ¿Y cuándo lo había hecho? ¿Y si no era para ella y era un regalo para alguna de las mujeres de su familia? Tenía que ser para ella, lo sentía, y más aún, sentía que lo que dijera en ese objeto les iba a cambiar la vida. Tenía el presentimiento de que Flavio había puesto su carne y su alma en algo tan pequeñito, y que todo era por ella. Se llevó la mano a la barriga, sintiendo el bulto creciente bajo ella. Los dos tenían secretos para el otro, pensó, y ahora que había despertado era el momento de sacarlos a la luz.
ESTÁS LEYENDO
UN POCO DE FEBRERO... y todo septiembre.
FanfictionHan pasado diez años desde que finalizó la edición más surrealista de Operación Triunfo y la vida no ha sido igual de dulce para unos que para otros. Diez años después del boom que supuso su paso por el programa, Samantha se reencuentra con un Flavi...