Único

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Petunia tarareaba mientras hacia el desayuno. El sol brillaba, los pájaros cantaban y el fragante olor a rosas proveniente del jardín delantero flotaba en su cocina. Como de costumbre, Vernon seguía durmiendo y no se levantaría hasta que ella lo llamara. Una sonrisa adornó sus labios mientras sus pensamientos se dirigían a Dudley. Finalmente había conseguido comprar su propia casa con el dinero que se había ganado gestionando Tesco y se había mudado el mes pasado. Petunia coloco un poco de tocino en la sartén y observó cómo chisporroteaba. Era reconfortante pensar en él. Todo lo que tenía que suceder ahora, era que su hijo encontrara una mujer adecuada para darle nietos.

Caminó hacia la mesa sosteniendo la sartén, coloco el tocino y los huevos en un plato, mientras lo hacía sus ojos miraron con dirección hacia el pasillo por un breve instante. La alacena bajo las escaleras parecía tan inocente como siempre, pero Petunia todavía fruncía el ceño al verla. Ella no quería ni saber que era lo que su sobrino estaba haciendo ahora. A juzgar por la forma en que las cosas habían sucedido después de la última vez que tuvieron contacto (hacia diez años) el muchacho probablemente estaba muerto, o peor estaba dado a la fuga mientras causaba estragos.

Frunció los labios ante la idea y cuando estaba a punto de llamar a su marido para que tomará el desayuno, escuchó un fuerte estruendo que provenía de fuera, como si un coche se hubiera salido de la carretera. Inmediatamente, Petunia se acercó a la ventana para estirar el cuello y mirar fuera, curiosa. Esto es extraño, pensó, no hay ningún coche por aquí...

Sintiéndose un poco desanimada por el suceso inexplicable (odiaba toda las cosas que no tenían explicación) Petunia se alejó de la ventana, pero se detuvo cuando algo llamó su atención.

¡De pie en medio de la carretera desierta estaba un niño pequeño! La estupidez de los padres en estos días...

Con rapidez, Petunia abrió la puerta y se dirigió al niño. A medida que se acercaba, pudo notar que estaba llorando. Sin embargo, lo que la sorprendió no fue el hecho de que estaba parado en medio de la calle o que llevaba puesto lo que parecía ser una túnica escarlata, fue su cara lo que la hizo dudar sobre si debía ayudarlo. Verlo, era como mirar veintidós años atrás, en la alacena debajo de la escalera.

Una mata de cabello negro totalmente rebelde cubría la cabeza del niño y caía sobre su cara. Bajo unos pequeños lentes se ocultaban unos intensos ojos verdes. Siguió llorando mientras ella se acercaba, aunque parecía que se estaba calmando. Debo estar imaginando cosas, pensó Petunia. Tenía que ser una coincidencia, estaba segura de ello... no había manera de que ese pequeño tuviera algo que ver con él.

—¡Niño!—espetó ella. A pesar de que sentía empatía por el niño no tenía por qué mostrarla. Solo Dudley lo había conseguido.—¿Por qué estás en medio de la carretera? ¿Tus padres no te han dicho que es peligroso?—ella agarró su mano con fuerza y tiró de él hacia la acera. El niño lloró más fuerte pero no opuso resistencia y dejo que lo llevará.

Se quedó sin aliento mientras hablaba.

—Yo n-no sé do-donde estoy. Mamá y papá se h-han ido.

—¿Te dejaron aquí?—gruño Petunia indignada. Miro alrededor entre el número cuatro y cinco. ¿Con qué clase de gentuza vivía ese niño?

—¡No-o!—gritó el niño mirándola con sus grandes e inocentes ojos.—¡La abuela trajo algu-algunos pollos y uno empezó a perseguirme!—sus lágrimas habían comenzado a caer de nuevo.—Y tenía tanto mie-miedo... lo único que quería hacer era ir-irme lejos y ¡después estaba siendo aplastado, me sentía muy apretado y termine aquí!

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⏰ Última actualización: Mar 16, 2021 ⏰

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