Todo esto comenzó una tarde de invierno, en Chicago, no había ni un alma, todos debían de estar en sus casas resguardándose del aire y frío de la noche, hacía un frío sepulcral que erizaba la piel de cualquiera que estuviera allí en aquellas horas tan intempestivas. Una joven de cabello oscuro se paseaba mirando al suelo constantemente, con la mirada perdida, observaba detenidamente la nieve que caía a sus pies mientras caminaba por la acera, lentamente sacó sus manos de la chaqueta quitándose los guantes con cierta parsimonia, dejando ver sus manos marcadas por el frío, las abrió dejando que los suaves y ligeros copos cayesen en sus níveos y finos dedos como si de plumas se tratasen, parecía como si se encontrara en trance.
Al cabo de unos minutos se arrodilló en la acera comenzando a sollozar sin razón aparente, se veía a simple vista como las lágrimas iban surcando su rostro marcándolo, al rato de encontrarse en dicha situación una joven de prácticamente la misma altura se acercaba a ella por detrás, al estar a pocos pasos de ella con un rápido movimiento sacó un objeto de su mochila que no logré discernir, mis ojos no lo podían creer, estaba viendo como la mataba dándole varias veces en su vientre, apuñalándola con tal fiereza que me sorprendió, lo hacía como si su vida dependiera de ello, como si lo deseara de forma ferviente, tras darle varias cuchilladas la dejó caer al suelo comenzando a agonizar en silencio, sintiendo suaves e insistentes punzadas en todo el cuerpo, notando como su mente se nublaba. En ese mismo instante sentí una punzada como si hubiera recibido un golpe en el vientre de repente sin saber quién me lo había propinado , confusa me giré varias veces en busca de alguna explicación lógica y racional pero no encontré ninguna por lo que centré mi mente en lo que sucedía.
Al cabo de unos segundos la joven se giró y observé que su rostro era distinto a cualquier otro y a la vez me era terriblemente familiar, al momento comenzó a difuminarse como si de una sombra se tratara mientras me miraba fijamente y esbozaba una gran sonrisa un tanto maquiavélica, todo desapareció comenzando a marearme, cerré los ojos un momento y al abrirlos de nuevo apareció ante mí una situación distinta que apenas recordaba pues había pasado demasiado tiempo...
Me encontraba en el claro de un bosque de hoja caduca, con la mente bastante clara en comparación con la sensación que poseía instantes antes, alcé la mirada observando, los árboles poseían hojas que iban cayendo de forma calmada hacia el suelo, difuminando un camino empedrado que atravesaba el lugar, a lo lejos se oía la conversación de dos niñas pequeñas de unos siete u ocho años aproximadamente que caminaban por el camino que instantes antes había observado pasando a mi lado sin percatarse de mi presencia.- Tal vez no me miran porque soy una extraña. – Murmuré para mis adentros.
Miles de pensamientos erróneos e incoherentes revoloteaban por mi mente, ninguno con sentido alguno por lo que agité levemente mi cabeza para centrarme en lo que tenía ante mí, centrándome en la conversación que estaba dando lugar.
- Estoy cansada Liv, me quiero ir a casa… – Comenzó a decir una de las dos niñas, parecía realmente agotada.
La pequeña que le acompañaba ignoró completamente su comentario por lo que siguió caminando. Al cabo de unos minutos se giró hacia la niña que iba tras ella con paso cansado.
- ¡Vamos! Echemos una carrera, ya verás como soy más rápida que tú. – Gritó llamando mi atención, poseía el cabello rubio y ojos claros como el cielo, brillaban con mayor intensidad debido a los rayos de sol que incidían sobre el bosque.
Tras escucharla comenzó a correr por el sendero hasta perderla de vista, la niña pequeña que la acompañaba era de cabello oscuro, no sabía si era castaño o negro pero le era realmente familiar, la niña se quedó sorprendida ante la reacción de Liv, sabía que era así de impulsiva por lo que no le sorprendió demasiado y empezó a correr tras ella por el mismo lugar.
Tras unos segundos las perdí de vista, empezando a caminar en la misma dirección que ellas notando a la vez como mi pulso y respiración aumentaban inevitablemente sin razón aparente, al alcanzarla caminó hasta su amiga y vio que estaba observando un pequeño muelle que había en el lago, lo miraba de forma hipnótica, empezó a acercarse hacia él de forma calmada y tranquila, podría decirse que incluso curiosa.- Venga ven, no seas miedosa. – Le dijo a la pequeña de cabello castaño.
Esta caminaba unos pasos detrás de ella con la mirada en los tocones de madera podridos que había allí, era un lugar realmente espeluznante.
-No se Liv…– Dijo de forma clara dejando ver un más que notable titubeo e inquietud. –. Este lugar no me da buena espina, no nos dejan venir hasta aquí y lo sabes. – Volvió a replicarle a su amiga, parecía insegura debido a la forma en la que movía sus manos. Al llegar al muelle volví a verlas desde lejos, pese a que no me veían no podía evitar esconderme, era una sensación extraña.
Liv comenzó a caminar por el muelle de madera de forma despreocupada hasta que llegó al borde, sentándose como si nada. La joven se sentó a su lado pudiendo descansar por fin, parecía como si hubiera estado caminando varios días al ver su respiración entrecortada. Lentamente me acerqué para poder ver lo que ocurría, según me deslizaba por el muelle esquivando los tocones de madera iba sintiéndome mareada y confusa, estaba comenzando a recordar, cerré los ojos, sabía que ocurriría segundos después; abrí los ojos y vi la escena. La joven de cabello oscuro observaba a su amiga de forma totalmente inofensiva e instantes después comenzó a arder, sentí como si me apuñalaran, como si me arrancasen una parte del alma, ante mi veía como Liv, mi antigua mejor amiga moría ante mi, esto había ocurrido cuando apenas tenía cinco o seis años, no lo recordaba con certeza, con el paso del tiempo se había obligado a olvidar lo que ocurrió. Salí de mis pensamientos y observé como Liv se lanzaba al lago para intentar amainar las llamas que cubría su frágil cuerpo, y, a su 'yo´ del pasado, arrodillada llorando desconsoladamente sin percatarse de las sombras que habían aparecido sobre ella, difusas, translúcidas y realmente amenazantes. Mantuve la mirada en lo que ocurría, Liv se había ahogado en el lago. Una punzada atravesó mi pecho de forma inevitable, cerré los parpados con fuerza ante aquella situación que atenazaba contra mi.–No sé qué me está ocurriendo…- musité para mis adentros mientras llevaba de forma instintiva la mano al origen del dolor. Al cabo de unos segundos que para mí parecieron eternos abrí los ojos al sentir un escalofrío demasiado familiar, me sobresalté al instante, tenía a las sombras justo delante de mí, grité de forma casi ahogada instantes antes de echar a correr en dirección contraria a lo que había ocurrido en el muelle, o recordado, la verdad era que no tenía muy claro lo que estaba pasando.
–Aguanta un poco más…-murmuré con la respiración entrecortada mientras me deslizaba por el camino del bosque, cerré los ojos, mareada y, una vez más, tropecé debido a mi gran destreza con la gimnasia, dándome de bruces contra el suelo; momentos después me encontraba rodeada, iban a hacer algo, no sabía con certeza que pero de forma instintiva las temía, al rozarlas sentí un gran mareo y escuché el mismo grito que oí en las calles de Chicago.
–Socorr…-comencé a gritar instintivamente mientras todo se volvía difuso-.