capítulo 25: se va como el humo

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Narra Ángel

Todo el mundo estaba alterado, corriendo de un lado para otro. Dowling cerraba las puertas y ventanas con magia, las hadas de fuego las soldaban, los alumnos montaban barricadas, otros muchos ayudaban a los heridos, los especialistas repartían las armaduras a las hadas, dando instrucciones claras de como ponérselas, otros alumnos preparaban samba para las heridas junto a Harvey,... Farah se colocó en el frente y habló alto y claro:

- como ya sabréis, los quemados se han atravesado la barrera y en la escuela. Por alguna razón los pozos de energía mágica que alimentan Alfea han fallado, conseguí hablar con la reina Luna antes de que pasara. Entienden la gravedad de lo que está pasando aquí y las tropas de Solaria ya están en camino. Vemos bloqueado todas las entradas del patio, por ahora estamos a salvo. Pero debemos prepararnos para la realidad, de que los quemados pueden haberse infiltrado en nuestra escuela. Os hemos entrenado para esto, tened cuidado pero se valientes, dejad que la magia os guíe. Les demostraremos lo que significa ser de Alfea. Preparad las barricadas. - todo el mundo se puso manos a la obra.

Yo al principio decidí ponerme a un lado, alejarme de todo el mundo, ocultarme en la oscuridad de una esquina desierta. Si veía a alguien sufriendo, asustado, enfadado,... Cualquier sentimiento negativo que pudiera ver, podría activar mis poderes involuntariamente, y eso en un espacio totalmente cerrado lleno de gente no era bueno.

Pero mi plan no funcionó.

No sé cómo acabé junto a los enfermos, al lado de mi hermana y Terra, viendo cómo Sam se quejaba de dolor.

- ¿Por qué no mejora? - preguntó Terra asustada.

- tiene una astilla de quemado cerca del corazón - Harvey intentó sacársela, pero solo le produjo más dolor.

- está sufriendo, haga algo - dijo Musa con los ojos morados.

- tú deberías ayudarnos, eres un hada de la mente, sentir es sólo una pequeña porción de tu magia, con esa conexión puedes aliviar su dolor. - informó Harvey.

- ¿Qué? ¿Cómo?

- en vez de expulsarlo, atraerlo. Inténtalo - Musa cogió la mano de su novio. Esperamos unos segundos. Podía ver cómo Musa sufría al sentir lo mismo que él.

- no puedo - se rindió.

- no lo has intentado - insistió Terra.

- ¡He dicho que no puedo! ¿Vale? - Musa se fue.

- deja que se vaya, ven y ayudame - dijo Harvey hacia su hija.

- ¿Cómo se la sacamos? - dijo Terra colocándose al lado de su padre.

- n-no puedo llegar hasta ella - el hombre comenzó a llorar, estaba colapsando, esto le superaba, el hecho de ver que su hijo se moría le estaba impidiendo poder salvarle. - no puedo hacerlo.

Miré mis manos al sentir el poder, el humo empezó a salir de la punta de mis dedos. Cerré el puño y lo cubrí con mi otra mano aterrorizada.

- me tengo que ir - dije rápido antes de salir corriendo. - necesito..., necesito..., necesito..., un lugar... - empecé a susurrar para mí misma, intentaba huir de la multitud, pero a cada paso que daba dos personas se cruzaban en mi camino obligándome a desviarme. No encontraba ninguna habitación abierta. Aunque fuera el cuarto de las escobas, necesitaba encerrarme en un sitio, alejada de todos, no quería matar a nadie.

Sentí como todo mi cuerpo empezaba a temblar, el humo empezaba a escaparse por los pequeños huecos de mi puño cerrado. Caminé con prisa por los pasillos de la parte superior.

- ¡Ángel! - me giré un momento sin generar mi ritmo. Era Sky, me estaba siguiendo, eso no era bueno, él era el último que quería cerca. - ¡Ángel, espera!

- ¡Sky! ¡Aléjate de mi! - grité asustada.

- ¡Solo será un momento! ¡Por favor! - me estaba alcanzando.

- ¡No! ¡Para! ¡Deja de seguirme, no quiero matarte! - pero para cuando acabé la frase ya era demasiado tarde.

Sky me agarró del brazo y me paro, lo primero que hizo fue mirar mis puños cerrados a cal y canto mientras pequeños hilos de humo salían de ellos.

- hay demasiado, necesito alejarme de todos... ayudame - solté.

- tengo una idea - dijo un poco alterado.

- pues hazl... - Sky estampó sus labios contra los míos. Nos fundimos en un lento beso.

- lo siento - dijo cuando nos separamos.

- no... - volví a besarle - funciona... - dije en mitad del beso. Coloqué mis manos (sin humos negro) alrededor de su cuello y el puso las suyas en mi cintura. Me quejé internamente cuando tuvimos que separarnos por falta de aire.

- te quiero, Ángel. - me quedé en silencio, no estaba segura de qué contestar.

- yo... también te quiero.


























Los quemados golpeaban con fuerza las puertas cerradas, caminé entre las columnas de piedra en busca de mi hermana. La encontré hablando con Terra, y desearía nunca haberlo hecho.

- ese es el problema, no puedo sentir como muere alguien que me importa... otra vez.

- ¿Qué? Musa...

- mi madre murió el año pasado, Terra. Estuve con ella y sentí el momento en el que ocurrió. Sentí todo lo que ella sintió... Por eso no puedo hablar de mi familia - empezó a llorar - y por eso no puedo estar con Sam ahora, no puedo sentirlo, porfavor no me obligues ha hacerlo... - Terra abrazó a Musa y dejó que llorará en su hombro.

- tranquila... Tranquila... No dejaré que muera - dijo Terra cuando se separaron. Terra se fue.

Caminé hacia ella también con lágrimas en mis mejillas.

- Musa - la llamé antes de que se volviera a poner los cascos. Se giró hacia mi. - Musa, perdóname... Lo siento, lo siento mucho - dije llorando, ella dispuso que había escuchado la conversación, así que se levantó y me abrazó.

- tranquila, no fue culpa tuya - dijo en medio del abrazo. No podía más, tenía que decírselo. Me separé lento del abrazo.

- si, si que lo fue - Musa me miró con el ceño fruncido sin entender.

- no sabia lo que estaba haciendo, tienes que perdonarme. - no podía dejar de llorar, en cambio, las lágrimas de Musa parecía que se estuviesen secando mientras retrocedía lento, alejándose de mi.

- ¿Mataste... a mamá? - dijo con dificultad.

- no quería hacerlo, no puedo controlarlo.

- la mataste - afirmó con repugnancia, palabras que se clavaron directamente en mi.

- estabais sufriendo, las dos, yo solo quería que todo acabara - intenté acercarme a ella, pero puso la manos en forma de stop h retrocedió otro paso. - quería que dejarais de sufrir, por favor, perdóname - ella negó con la cabeza - Musa, soy tu hermana...

- no - me interrumpió - tú no eres mi hermana... Eres un monstruo.

No Fue Mi Intención - FATE: la Saga Winx (Sky De Eraklion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora