El impulsivo

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—¡Auch! ¡Afloja! —eché la cabeza adelante.

—Déjalo ya. Te estás quejando desde hace rato y, a este paso, nunca terminaré de arreglarte.

—Te pasas con la emoción, ¿sabes? —erguí la espalda. Es por esta y muchas otras razones que no me hago ningún peinado—. Soy una diabla, no un payaso.

Diane le da un tirón a uno de mis mechones, lo que me obliga a girar la cabeza a esa dirección. Resoplo por lo bajo porque el espejo frente a mí está cubierto con una sábana negra. Al fin ha llegado el día. Nos estamos preparando para asistir a la HEP. La fuesta empezará aproximadamente dentro de dos horas y estoy en el piso de Diane hace como tres. Sí: he pasado tres horas en manos de mi mejor amiga. Está esmerándose en mi traje como si ella fuera la mismísima Carolina Herrera y yo una de sus modelos a punto de salir a la pasarela.

—Es cierto, Diane —Sun Hee se nos une. Está de pie junto a nosotras. Trae puesto una clase de traje oriental ajustado que realza sus curvas y rasgos coreanos—. Tienes a la pobre pagando plantón en esa silla desde hace horas.

Concuerdo.

—Gracias. Al fin alguien me toma en cuenta. Dia fingió que le habían disparado.

—Pues te doy malas noticias: te arreglo yo. Hoy no te puedes librar de mí tan fácil, mami.

Sun Hee le da los últimos retoques de maquillaje a su clienta y da dos pasos hacia atrás. Chelsea sonríe para sí misma en el espejo colocándose de pie junto a su mejor amiga, demostrando que ella es la más baja de las dos. Me encanta el atuendo que escogió para la ocasión: gata negra. Lleva orejas, jeans y hasta una cola. Todo de color negro.

—Adivinen quién será la gatita malvada de la fiesta —chilló en un tono más aniñado de lo habitual y se meneo provocativamente frente a Sun, quién no tardó en seguirle el juego. Una terminó restregándole el trasero a la otra mientras Diane les silbaba. Yo aparté la vista.

Todas estallamos en risas y Diane me regaló otro de sus reconocidos tirones. Me preocupa saber si todavía tengo la piel adherida al cráneo.

Chelsea irradiaba alegría.

—¿Alguien sabe dónde se metió Aly? ¡Muero por ver su disfraz!

—Ella dijo que iba a estar afuera esperando a Joshua —apuntó Diane.

Sun alzó sus cejas.

—Uuh: ¡esperando a Joshua! ¿Será que esos dos se traen algo?

—Claro que no —la corrigió Chelsea—. ¿No se supone que son hermanastros?

Diane intervino.

—Ex hermanastros, mamacita. ¿Aún no te diste cuenta? No es extraño que dos hermanastros se enamoren y sean novios.

—¿En serio? —Sun hizo una mueca.

—Lo mismo dije. Además, Joshua es tan guapo y ella es tan... —se corta con asco— ¿Cierto, Nessa?

De acuerdo, hasta aquí llegó mi aguante. Que mis “amigas” estén hablando de Alyssa a su costa me enciende los hasta vellos de furia. Puede que porque Aly me haya contado en carne propia sus verdaderos sentimientos me haga querer rechazar las burlas más. Aunque también debo admitir que ellas no lo saben y que, por ende, no tienen toda la culpa. Pero de tenerla por hablar mal de ella la tienen, completamente.

—Yo no opinaré nada —dije, esperando que haya concluido la
conversación.

Apenas dije aquello sentí unas manos liberarse de mi cabello. Siento la cabeza mucho más tensa que antes y hasta me duele. Si bien, me alegra que todo este sufrimiento haya terminado.

Replay [1# Play]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora