Capitulo VI

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─ Vamos, te llevo a casa.

Tobby no apartaba la mirada de nosotros, me había descubierto y no sé porque me asustaba tanto.

Me cambie en el auto de Libídine, llegar disfrazada al complejo no es una buena idea. No dijo nada por el camino, una hora de puro silencio, uno muy incómodo.

─ Mi nombre real es Jeremy. ─ Musitó antes de que yo saliera del auto. ─ Libidine es mi nombre secreto para la orden, si me llamas así podrías revelar mi identidad y yo morir al instante.

No dije nada, solo asentí levemente con la cabeza. Me baje del auto, como siempre no había nadie en la recepción, subo a mi apartamento pensando en el chico de la capucha, pensar que no le veré más me da nostalgia.

Me recuesto en la cama, no tengo fuerzas para desvestirme.

El timbre resonó por el lugar, quien fuera espero que vuelva mañana.

Miro el techo, se ve tan vacío, creo que necesita algo de decoración. Ya llevo más un mes en Palmur y mi apartamento sigue siendo un desastre. Siento que no tengo tiempo para ello, a pesar de que la universidad no es para nada pesada. Aún no he podido encontrar trabajo, más bien porque no he buscado, me he centrado tanto en cosas que no valen la pena.

Suspiro con pesar, el timbre seguía sonando con inquietud, era tan fastidioso. Tomo unos audífonos para poner algo de música que ayude a alejar el sonido del timbre.

Una perfecta melodía en francés resuena en mis oídos, mientras poco a poco caigo a los brazos de Morfeo.

҉


Abro los ojos con pesar, los audífonos se me habían caído, el sonido del timbre reemplazo la melodía. Me levante dispuesta a mandar al mismo infierno a la persona que tocaba el timbre sin parar.

Justo cuando abrí la puerta, mi cuerpo se congeló, allí estaba la señora que me había amenazado el primer día, en su cara se reflejaba una sonrisa macabra mientras que en su mano sostenía un cuchillo ensangrentado.

Quise cerrar la puerta pero ella la detuvo con el cuchillo, abriéndose paso al interior de mi apartamento, yo corrí hacía el baño, no pude cerrar la puerta a tiempo, solo podía forcejear con la señora.

Para ser mayor tiene mucha fuerza a diferencia de mí.

En un fuerte movimiento abrió la puerta y yo caí de bruces contra el suelo, su sonrisa se ampliaba cada vez más, era tétrica, antes de que se abalanzara sobre mi pude ver una figura detrás suya, en un simple movimiento la garganta de la señora fue rajada, su cuerpo cayo a mi lado, desangrándose en el lugar.

En cuanto aparte la mirada de la señora me encontré con un chico encapuchado, este tapaba su boca en vez de sus ojos, unos ojos tan negros que se podía ver la perdición.

Este no era mi encapuchado.

Me tendió su mano, la cual acepte un poco dudosa. Me había manchado de la sangre de la señora, la cual se encontraba sin vida en el baño de mi apartamento, todo lleno de sangre. No quise salir del lugar para no manchar más.

─ Hay que limpiar esto. ─ Musitó mirando la escena. ─ Yo me encargaré del cuerpo, luego vuelvo a ayudarte con la sangre.

No espero respuesta de mi parte, se dirigió hacía el armario y tomo unas sábanas, las coloco en la puerta del baño, tomo a la señora a rastras y hasta dejarla en las sabanas, en donde la envolvió. Se llevó el cuerpo a los hombros y salió del lugar.

Otra vez una escena del crimen cerca de mí.

Ay Palmur, ¿Me quieres asustar?

Tome la escoba para barrer la sangre hacia el drenaje, al terminar de esto iba a rosear un poco de Cloro para proceder a limpiar los restos, pero la mano del encapuchado me detuvo.

─ Yo lo hago. ─ Bajo mi mano lentamente. ─ Limpiar la sangre no es algo sencillo.

No me quede viendo lo que hacía, fui a la cocina para tomar agua y esperar a que el terminase. La profesionalidad con lo que lo hace me deja pensando que no es su primera ni segunda vez.

Creo que en este pueblo todos son expertos en ocultar cuerpos, borrar rastros y desaparecer una escena del crimen.

¿Acaso lo dan en las escuelas?

Salió del baño, supongo que ya había terminado, me levando para pasar a su lado y ver que todo esté en orden, pero su mano en mi cintura me detiene. Me devuelve unos centímetros hacia atrás, yo lo miro sin comprender nada, él se limita a acorralarme contra la pared.

Supongo que es momento de entrar en pánico.

─ Tu ropa. ─ Me tendió su mano. ─ Me desharé de ella.

─ ¿No pretendes que me desnude frente a ti? ─ Alzo las cejas mirándome desde abajo hacia arriba. ─ Ni loca.

─ No hay mucho que ver. ─ Se encogió de hombros mientras se alejaba unos centímetros. ─ No puedes entrar al baño aún y yo no pienso salir.

Sin más, tome una toalla y se la lancé en la cara, al ver que no se inmuto a quitarla, procedí a desnudarme, la ropa interior también se había manchado, por lo que tuve que quitarme todo. A pesar de que su cara este tapada podía sentir su mirada en mí. Cubrí mi cuerpo con una toalla, destapando la cara del nuevo encapuchado, le pase la ropa y me di vuelta para buscar algo en el armario.

El seguía parado en el mismo lugar, observando la ropa, la cual ahora recuerdo es la que me había prestado Libidine o bueno Jeremy.

─ ¿Puedes quitar la sangre y devolverme la ropa?

─ Puedo pero no quiero. ─ La entró en una bolsa. ─ No la necesitarás.

Antes de poder reprochar, él salió del apartamento.

Vaya idiota me toca conocer.

No pude dormir más, la imagen de aquella mujer recorría mis pensamientos, aún me sorprende la manera sobrenatural de su sonrisa, tan siniestra.

Tome una taza de café para poder tener fuerzas para ir a la universidad, espero no cruzarme con Tobby, pero los dioses esperan lo contrario.

Justo al salir del complejo me encontré con ella, esperando impaciente recostada de mi auto, que por alguna extraña razón ella tenía las llaves.

─ Pensé que nunca bajarías, llevo media hora aquí parada. ─ Suspira con pesar. ─ Primero ni sé porque dejaste el auto en la universidad ayer, te fuiste con aquel chico y ni siquiera me miraste.

─ Yo...

─ No quiero escuchar tus excusas, sube al auto, yo manejo.

Se mantuvo en silencio, no sé porque siento que se odia por haber sido amable.

Llegamos a la universidad, camino en silencio a mi lado, no sé porque se encontraba tan callada pero yo no pretendía romper el hielo. Si es cierto que me reconoció anoche, no quiero que eso sea el tema de conversación.

Ingresamos a la clase de contabilidad, la maestra ya había llegado así que nos puso media ausencia.

El silencio de Tobby me resultaba una tortura, pero el mío no pensaba dejarlo de lado.

Al salir de clases me topé con Jeremy, por primera vez en todo el tiempo que estaba en la universidad, iba con el mismo grupo de chicos de anoche, platicaban de algo mientras reían, y el parecía un Dios entre tantos mortales.

─ Espero que no te guste mi hermanastro. ─ Susurró Tobby en mi oído. ─ Porque yo no pienso compartirte. 

Sweet DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora