Capítulo 106: Ankhseram.

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Al salir por fin del territorio de Xing y sin nadie quien le dijera lo que debía hacer, Mei no tardó en decirse a viajar y recorrer todo el mundo. Más de un siglo pasó en un abrir y cerrar de ojos, probando alimentos de todos los rincones del mundo, viendo en persona las maravillas que sólo habría conocido en libros de otra forma. Se hizo amiga de comerciantes, viajeros, reyes y mendigos e inclusive tuvo la oportunidad de conocer un dragón salvaje muy al norte del mundo.

Por supuesto y como era obvio, eventualmente esa vida nómada terminó por cansarla y aburrirla. Después de terminar de descubrir y recorrer el mundo por tanto tiempo, un extraño sentimiento de vacío comenzó a ocupar lugar en su cabeza. Cierto día mientras caminaba rumbo a un pueblo por algo para comer, muy cerca de la costa chocó con una niña.

—Lo siento —se disculpó la niña —. No vi por donde iba.

—Esta bien —respondió Mei sin darle importancia.

Aquella niña llamó bastante la atención de la princesa, su cabello rubio claro y sus pies descalzos le dieron algo de curiosidad.

—Oye tú...

—¡Ahí estás Mavis! —dijo alguien interrumpiendo a Mei —. Te dije que no te separes del grupo.

Un hombre alto de cabello rubio tomó a la niña de la mano y se la llevó a regañadientes rumbo al puerto tan rápido que Mei no pudo decir nada, sólo negó con la cabeza y siguió su caminó. Poco después entró a un bar y tomó asiento en una de las mesas con normalidad.

—Un poco de carne y cerveza —pidió.

—¿Pero qué tenemos aquí? —dijo alguien a su espalda.

Un hombre joven de cabello negro y túnica blanca tomó asiento frente a Mei con mucha confianza.

—¿Disculpa?

—Hace mucho que no veo uno de los tuyos.

—¿Nos conocemos? —preguntó Mei desconfiada.

—Lo dudo. Pero conozco a los de tu tipo.

—¿Mi tipo? —Mei comenzó a prepararse para pelear —. No entiendo de que me hablas.

—Un dragón.

—¿Un dragón? ¿Parezco un dragón? —preguntó Mei con sarcasmo —. Los dragones ya se extinguieron.

—Puede que si, pero sus hijos no. Los Dragon Slayer aún están entre nosotros.

—¿Dragon Slayer? —Mei controló sus nervios al comprender que el hombre cometía un error —. No tengo idea de que es eso.

—Como digas —el hombre se levantó de la mesa —. Pronto esté pueblo va a tener un contratiempo, si quieres seguir guardando el secreto será mejor que salgas rápido de aquí.

Dicho esto, el hombre hizo una reverencia y se marchó del lugar tan rápido como llegó. Mei quedó algo ciscada por el siniestro hombre y no pudo comer en paz, tomó su cerveza rápidamente y salió del bar dejando la mitad de carne sobre el plato.

Después de tan extraño encuentro, Mei decidió dar la vuelta por el puerto y observar el mar un rato para calmar sus nervios antes de marcharse. Bajó a la playa, se quitó el calzado y dejó que la arena tocara sus pies. Entonces un estruendo la obligó a voltear atrás y una nube de humo a mitad de la ciudad llamó su atención. Presentía que debía irse tan rápido como fuera posible pero la curiosidad pudo con ella.

Las personas corrían en una sola dirección y Mei caminaba en la contraria. ¿Por qué habría de preocuparse? Aún siendo tan débil comparada a otros Xing long, además de otro dragón, nada en el mundo humano había logrado ser una amenaza real para sus poderes naturales.

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