Capítulo 107: Hora de ir a casa.

10 0 0
                                    





Mei pasó sus años más felices a lado de esa familia. Antes de darse cuenta los días se volvieron semanas, las semanas meses y los meses años. Estuvo ahí el día que enterraron al abuelo y el día que la pequeña se casó, un sentimiento extraño la invadió, era doloroso ver cómo todos cambiaban, como todos se iban, pero ella seguía exactamente igual que el día que llegó.

En algún punto terminaron sólo ella y la amable mujer, llena de arrugas y cansada por el paso del tiempo. Aún así y por muy extraño que parezca, Mei era tan feliz feliz. Así, el día que su querida amiga también tuvo que partir llegó. Antes de cerrar la caja en que los humanos solían colocar a sus muertos, Mei se acercó y le dio un dulce beso en la frente.

—Buen viaje... —lagrimas bajaron por la mejilla de la princesa —. Nos volveremos a ver... Estoy segura.

Luego de que terminaran de cubrir el hueco en la tierra, Mei tomó sus cosas y partió nuevamente al camino una vez más. Así Mei volvería a esa vida de vagabundo hasta el año 791, momento que cambiaría su vida para siempre.

...

«La tierra tembló frente al gran poder del fiero dragón. Mei pudo reconocer lo que alguna vez fue Xing entre las ruinas y un sentimiento de impotencia la dominó. El desconocido joven se encontraba una vez más frente a ella. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo vio? ¿Meses, años, décadas?

—¡Soy aquel que puede destruirlo todo! —exclamó el joven agitando el brazo.

Un miedo inmensurable invadió a Mei, al hacer el ademán, el brazo del joven pareció chocar contra algo. Casi como si pudiera golpear el aire. Inmediatamente después el espacio que rodeaba al joven se fracturó como vidrio.»

Mei abrió los ojos de un sobresalto y miró a su alrededor. Ya pasaba del medio día y el árbol que escogió para descansar a su sombra ya casi no servía. El sonido de una carreta en movimiento despertó su curiosidad, por el norte desde la frontera del país llamado Fiore una pequeña caravana se acercaba. Tres grande carretas llenas de telas y otros objetos de valor, sin duda un mercader.

Junto a la carreta que encabeza un joven de mirada despreocupada se movía a su paso. El color de su pelo causó mucha curiosidad en Mei, nunca antes había visto cabello color rosa en toda su vida a pesar de su largo tiempo de viaje y a su lado... ¿Un gato azul con alas?

—¿Por qué tuvimos que tomar este trabajo tan aburrido? —se quejó el joven.

—Porque la paga es buena y tienes pocas posibilidades de arruinarlo —respondió una voz femenina —. Debo pagar la renta muy pronto.

La caravana se detuvo apenas tuvo de frente a Mei y el conductor la observó un momento.

—¿A dónde se dirige señorita? —preguntó.

—A cualquier parte, al sur supongo.

—Suba —el hombre hizo un gesto con la cabeza —. Estos lugares son peligrosos por la noche.

—No me preocupan mucho unos bandidos, pero aceptaré con gusto su oferta.

—Los bandidos no son lo único que hay por aquí —respondió el hombre con voz baja, casi susurrando.

Mei colocó sus cosas y tomó asiento en la parte trasera del carro. Volteó al cielo una vez la carreta reanudó la marcha y se recostó sobre su bolsa.

—¿Vienes de muy lejos? —preguntó una joven pelirroja que seguía de cerca la carreta.

—De más allá —respondió Mei —. De un lugar muy al oriente.

Fairy Tail: ValhallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora