19 - muy bueno como para que dure -

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Sentía que algo estaba diferente sobre el día de hoy en la escuela, dado que no sabía que esperar para este día. No quería ser el tipo de chica que en cuanto viera a Pablo saltara como khoala a sus brazos y le preguntara acerca de "nosotros", pero la curiosidad estaba matándome.

Ayer, Pablo y yo, mientras estábamos en el parque de diversiones estuvimos de acuerdo en tomar las cosas con calma, dado que ninguno de los dos teníamos muy en claro a dónde queríamos llegar. Aunque claro, todo ese falló cuando terminamos besuqueandonos detrás de un juego. Sabía con exactitud que Pablo no tenía nada de romántico, y era obvio que no confesaría su amor de vuelta, si es que lo sentía. Pero sus acciones me demostraban que tenía algo de... afecto por mi. Pero no decía nada, de hecho, ayer no emitió mas de 6 palabras. Era frustrante.

Mientras atravesaba los azules corredores, noté que había algo ligeramente diferente. Pero... ¿Qué era? A ver, Pablo usaba jeans ajustados y negros, lo habitual, lucía hermoso, como siempre y su pelo rubio estaba igual.

Pero.... ¡Bingo! Me estaba observando. Pablo Bustamante se encontraba observándome mientras entraba a la escuela.

-Buenos Días, Mar. -dijo un sonriente Pablo mientras yo caminaba hacía donde estaba él.

-Llegaste temprano. -observé. Sabía muy bien que llegar temprano a clases no estaba en las prioridades de Pablo. De hecho, hace dos años que llegaba a partir del segundo periodo.

-Sí, lo sé. -asintió, estando de acuerdo. -Mi mamá me dio un aventón antes de ir al aeropuerto. Pablo presionó sus labios juntos mientras miraba al suelo, mostrando que no le agradaba mucho hablar sobre su familia. Me preguntaba exactamente que tipo de relación tenía con sus padres, pero entendí que eso no era asunto mío. Y si Pablo quería contarme, lo cual me encantaría, lo escucharía atentamente. Una sonrisa apareció en mis labios.

-¿Así que decidiste que sería divertido llegar temprano? - Pablo rodó sus ojos antes de permitirse soltar una pequeña sonrisa.

-Capaz sólo estaba esperando encontrarme con alguien.- Sonreí.

Pablo sacudió su cabeza mientras reía un poco antes de situarse a mi lado y comenzar a caminar junto conmigo. No había casi nadie. De hecho, nunca veías casi a nadie hasta que la campana sonaba, anunciando el primer periodo.

Nos paramos junto a mi locker, yo sacaba mis libros mientras Pablo me observaba con una sonrisa, lo cual ocasionó que mi corazón se acelerara.

-¿Marizza? -habló Pablo mientras yo cerraba mi locker y asentía en respuesta.

-¿Quep?

-Me gustas, lo sabes, ¿no? Sentí mi corazón detenerse ante sus palabras. Golpeé lentamente mi cabeza contra el locker. Temblé un poco, dándome cuenta de que Pablo había respondido a mis preguntas. Alcé mi cara y le dediqué una media sonrisa.

-Yo... am. -balbuceé mientras lo miraba atentamente. -¿Enserio? - Pablo frunció sus cejas mientras miraba lejos y luego volvía a mi, probablemente deseaba poder retirar sus palabras. Seguía sin entender como si quiera a alguien como él podía gustarle alguien como yo. Él es tan genial y yo tan rara, todo esto realmente no tenía sentido, y aunque lo negara, me estaba volviendo loca.

-Si. -Pablo rió, antes de que su cara se tornara seria. -No creas que eso significa que voy a ser uno de esos chicos que sostiene tu bolsa o compra tu café. Ah, y ¡Por el amor de Dios! No voy a depilar tus piernas.

-¿Qué? -dije. Unas leves cosquillas hicieron que me diera cuenta de que ahora nuestras manos se encontraban juntas. -Créeme, preferiría que nunca vieras el pelo de mis piernas. Pablo rió, para después sonreír lentamente.

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