Lo siguiente que Yao-Lee supo luego de su encuentro con aquel hombre es que se encontraba en una mazmorra con sus manos y pies atados por cadenas anti magia bien reforzadas que impedían su movimiento. Quién fuera el que lo tenía prisionero, mantenía sus ojos tapados y el más minucioso silencio para poner en riesgo su cordura.
No sabía con exactitud cuánto tiempo estuvo inconsciente pero habían ya habían transcurrido dos días desde que recuperó el conocimiento. No se escuchó ni el más mínimo ruido durante un largo tiempo, así que llegó a creer que lo habían abandonado en aquel lugar para morir. Sin prestarle atención a su estado, lo que mas le preocupaba era el destino de Mei. Pasaba horas y horas pensando lo que pudo haber pasado con ella. Si hubiera sido más astuto, si hubiera hecho lo que debía.
Al pasar unos cinco días logró escuchar el sonido de pasos acercándose lentamente y después una puerta de metal crujió al abrirse. Le retiraron el saco que cubría su cabeza y el fuego de una antorcha lo cegó por un momento. Un hombre larguirucho y taimado que sostenía el fuego se detuvo justo frente a al guardián y lo miró un segundo.
—¡Arriba! —ordenó —. El jefe quiere verte.
—Será un honor para mí —contestó Yao cuando soltaron las cadenas de sus pies.
El agotado guardián se puso en pie con la poca fuerza que le quedaba y observó a su carcelero, no dijo nada y salió por la puerta en cuanto éste la abrió. El hombre empujó a Yao con un palo y lo obligó a caminar por los oscuros pasillos sin perderlo de vista.
—¿Qué es este lugar? —preguntó Yao sin obtener respuesta.
Recorrieron los lúgubres pasillos apenas iluminados por antorchas en las paredes cada cuatro o cinco metros hasta llegar a una puerta de madera, muy vieja y magullada.
—¡Adelante! —ordenó el hombre.
La puerta se abrió y una mujer de apariencia harapienta esperaba dentro. La habitación era enorme, probablemente un salón o quizá...
—El señor vendrá en un momento, siéntase libre de comer lo que guste.
La mujer salió y cerró la puerta. A mitad de la habitación había un gran mesa con abundante comida y bebida. Yao observó desde lejos, examinando el lugar, buscando una salida. Las cadenas en sus brazos tintinearon cuando se acercó a la mesa, tomó un plato y sirvió algunas uvas frescas antes de tomar asiento.
Yao comió en silencio por un rato, luego observó la puerta bien cerrada. Exhaló y observó el techo.
—¡Sal de una puta ves! —dijo amenazante —. Puedo oler tu asqueroso aroma desde un kilómetro.
—Haces honor a tu posición de guardián. ¿Desde qué momento te diste cuenta de mi presencia?
Un hombre se reveló de entre las sombras y caminó hacia a la mesa, de apariencia fornida y mirada altanera, muy elegante en comparación con los otros captores que Yao había visto hasta ahora. Una espesa barba cubría los rasgos de su rostro y sólo una pequeña cicatriz bajando por su ojo derecho era visible.
—Desde el principio —contestó Yao —. ¿Así que tú eres al que llaman rey?
—Así me llaman algunos —dijo el hombre tomando asiento en el lugar opuesto de la mesa —. A mí me parece un título muy pretencioso. En lo personal prefiero revolucionario.
—Nosotros lo llamamos rebelde —dijo Yao fríamente —. ¿Dónde está la princesa?
—Cerca, si se porta bien quizá le permita verla.
ESTÁS LEYENDO
Fairy Tail: Valhalla
FanficEl final de una historia siempre es el comienzo de otra. Después del rey dragón y el mago negro, nuevos y poderosos enemigos se aproximan. Héroes legendarios, grandes reyes dragón y criaturas de pesadilla acechan desde las sombras a la nueva generac...