¿Quien soy?

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Días pasaron y Sanji comenzaba a acoplarse más y más a su nueva vida. Aunque... últimamente no se sentía del todo bien. No era nada físico, es solo que desde hace unos días atrás había soñado con algo y esto había causado gran confusión en su cabeza.

Se recuerda a sí mismo, en una habitación privada de cualquier luz natural, privada de cualquier contacto humano... simplemente... cuatro paredes, una cama, una puerta la cual dirigía a un pequeño baño que era igual pero mucho más pequeño que su habitación, y no hay nada más ahí.

Se siente débil, sus brazos son demasiado delgados, la piel está muy pegada a sus huesos, siente como su estómago ruge por comida pero no hay nada, nada comestible.

Escucha pasos acercase y ve una puerta abriéndose... ve a su viejo entrar, esta armado. El solo lo observa y analiza, después mira hacia atrás y ve como alza el arma que tiene en sus manos y dispara. Escucha un cuerpo caer al suelo y el hombre entra a la habitación.

—Estarás bien.— es lo último que escucha antes de cerrar los ojos y perder el conocimiento.

Despierta sobresaltado, su pecho sube y baja, su cuerpo está desnudo y el aire frío le indica que había estado expuesto. Law duerme a su lado, en las mismas condiciones sólo que él tiene toda la cobija abrigándolo. Lo maldice en sus adentros.

—Jodete, Law.— susurra y le patea sin ocupar mucha fuerza pues no quiere despertarlo realmente. Se levanta y toma la sudadera amarilla del pelinegro y se la pone, se acerca a la ventana y observa el cielo, siente picazón cerca de su nuca pero no le presta atención y, en lugar de rascarse, observa la luna y admira lo brillante que es.

Tiene miedo de volver al cuarto oscuro, a pesar de no saber que es lo que vio en aquel sueño. En lo profundo de su ser, sabe que no es un sueño, que es más una realidad, la cual le hizo sufrir tanto que bloqueó esos recuerdos y no quiso saber nada más de ellos.

Miró hacia atrás, Law aún estaba dormido, las ganas de encender un cigarrillo no faltaron, pero se contuvo y decidió que lo mejor sería descansar, pues tendría escuela.
Movió de una patada a Law, este solo soltó un quejido y se movió a voluntad propia, estaba semidormido.

—Oye...— susurró Sanji mientras se acomodaba en la cama, jalaba la cobija y tapa su cuerpo. Escuchó que el contrario soltó un sonido, diciéndole que prosiguiera con lo que iba a decir. —No me dejes solo en la oscuridad.— y una vez dijo aquello, lo razonó y se sintió como un chico demasiado cursi, utilizando palabras lindas y emotivas. Se dio asco a sí mismo.

Law, quien había estado semidormido, abrió los ojos, encontrándose con el rostro melancólico del rubio. Algo en su interior se removió y se sintió incómodo, pues no supo a qué se refería exactamente. Suspiró y simplemente lo acercó a su pecho para abrazarlo, brindándole calidez y cariño.

—No lo haré... pero duerme, es muy tarde.— susurró y volvió a cerrar sus ojos, acariciaba suavemente la espalda del rubio en un intento de calmarle.

Sanji cerró sus ojos, dispuesto a descansar por fin.

◾️◾️◾️

Al día siguiente, Sanji fue el primero en levantarse y tomar una ducha, preparó el desayuno y el almuerzo para ambos, dejó la bolsa con la comida de Law en la mano, y no lo esperó, quería caminar el solo.

Pensaba sobre lo ocurrido anoche. El frío le calaba hasta los huesos en aquella celda, sabía que estaba reprimiendo mucho sus recuerdos... odia ser débil, odia no poder hacerles frente como es debido... pero de verdad tiene mucho miedo. Mira el reloj de su celular y se sorprende al ver que es demasiado temprano, esta a una hora de que inicien las clases... no se percató que se había apresurado demasiado.

No tenía a donde ir, la mejor idea que tuvo, fue dirigirse a un pequeño parque que estaba cerca. Se sentó en una de las bancas e intento concentrarse, quería saber, (aunque muy en el fondo lo evitaba), lo que había pasado en su infancia, al menos solo una pista.

Cierra sus ojos y relaja los hombros, viaja al pasado, esta en la misma habitación, tiene un casco muy pesado en la cabeza... se asoma por la rejilla de la puerta, tiene que pararse de puntitas pues es muy pequeño para ver con facilidad.

No hay nadie, sin embargo puede escuchar susurros de niños, pasitos ir de aquí a allá.

«—¿Quien está ahí, padre?—» escucha a alguien decir aquello, escucha también una risa ronca y burlona. «—Es Sanji, el niño enfermo—».

Todo se vuelve borroso de nuevo, pues alguien le está llamando fuera de su cabeza.

Al abrir los ojos, se encuentra con la mirada marrón de Zoro, quien está preocupado pues no reaccionaba. El moreno está empapado en sudor, con la respiración agitada y con el corazón latiendo demasiado rápido. No esperaba encontrarse al rubio ahí... tan temprano.

—¿Estas bien?— pregunta el peliverde, poniendo una de sus manos en la frente del ojiazul.

—Zoro... ¿Ah? Si, si, claro... solo... estoy cansado.— dijo y sonrió levemente mientras se alejaba un poco para poder verlo mejor, se dio cuenta de que él moreno había estado corriendo por la pista del parque. —Aléjate un poco, no quiero que me llenes con tu asqueroso sudor.— dijo y puso su mano en el pecho contrario para empujarlo. Zoro soltó una risa y se alejó, miró a su alrededor y después al rubio.

—Aún es temprano, ven conmigo, me arreglaré y... vayamos juntos a la escuela....— dijo el peliverde sin dirigirle la mirada directamente.

—¿Oh? ¿Quieres también que te prepare un almuerzo?— dijo bromeando mientras se levantaba de la banca y picaba una de las costillas del moreno, este se quejó y jaló su mejilla. —¡Au!.— esta vez él se quejó y ambos se miraron con sus celos fruncidos... pero terminaron riendo de sus propias caras.

—Eres un tonto...— susurró Zoro comenzando a caminar...— Y claro que acepto el almuerzo, no me haría nada mal comer algo sano de vez en cuando....

Lo que fuimos. ~ZoSan~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora