Stella Rose.
Ha pasado un día desde que vi a Dimitrio. Un dia en el que me sentía confusa, malhumorada y tediosa con cualquier cosa.
- ¿Stella? - la voz gruesa de Adrián llamo mi completa atención. - sírveme una copa de whisky por favor - asentí caminando hacia la mesa enfrente de Adrián y sus amigos quienes conversaban en una lona privada en la piscina.
- Claro señor - afirmé tomando la botella de cristal para servir su contenido en una pequeña copa mientras los hombres de no mas de treinta años conversaban sobre los ingresos del club.
Suspiré sentándome frente a ellos en un sillón de tres plazas. En el cual se encontraban otras dos chicas cuyas sonrisas falsas y risas delicadas me estaban volviendo loca. Maldita sea, en todos mis años este el trabajo más aburrido del mundo.Observe a los cuatro hombres beber se sus copas en silencio, me crucé de piernas haciendo que parte de mi pierna quedara expuesta por la falda negra, me coloqué mis lentes al notar que el sol estaba en su punto mas alto y lo único que deseo es salir corriendo a hundirme en mis sabanas y pensar en lo confusa que es vida. Por que sí, es totalmente confusa y extraña cada día que pasa, y mas cuando las palabras firmes y arraigadas de Dimitrio me atormentaban, solo le cumplí un capricho que el deseaba y que yo anhelaba.
- ¿Qué tal las ganancias de la casa? - pregunto uno de los amigos de Adrián que no paraba de verme.
- Las ventas de las Ladys aumentan cada noche, pero todos deseamos mucho más dinero para este mes - con ímpetu observe el rostro desinteresado del hombre que realizo la pregunta.
- Nosotros podríamos ayudarte a obtener mas dinero, pero no te dignas a darnos el pase para entrar a la casa - Adrián lo fulminó con la mirada mientras yo llevaba giraba mi rostro para fijarme en el agua azul de la piscina.
- Eso no lo decido yo, lo hace el dueño de este puto lugar, ¿crees que si fuera por mi mantuviera esa casa a puertas cerradas? La mantendría para que todo el mundo observara su interior sin tabúes, pero ese puto hombre tiene normas y mierda que debes de cumplir para poder entrar - mi curiosidad aumentaba a cada que conversaban como si aquello fuera tan normal.¿Qué se encuentra dentro de la casa Rousse que todo es las misterioso entre ellos? Deseaba indagar mas al respecto porque así soy yo, inconforme con cualquier tipo de cosa, incluso el que viene caminando directo hacia la mesa con su traje blanco elegante. Y sí, no hablaba de otro que no fuera Dimitrio. Dios que guapo está, pensé viendo como su cabello se desordenaba con la brisa mientras una de sus manos estaba en el bolsillo delantero de su pantalón ajustado, no iba a negar que verlo me pone los pelos de punta por el simple hecho de la forma tan agresiva y desconcertante de sacarme de su casa. Volví a llevar mi mirada hacía el agua de la piscina ignorando el hecho de que un escalofrío estremeciera mi piel con fuerza.
- Dimitrio, estaba esperándote - comentó Adrián a lo que mire de reojo como se levantaba y estiraba su mano frente a él.
Miles de pensamientos llegaron cruzaron por mi cabeza en el momento en que me aferra a no voltear a verlo. No se merece ni siquiera que mis ojos conecten con los suyos por haber sido un idiota el día anterior, además, lo nuestro solo fueron polvos que ambos queríamos... ¿O no?
- Vine a dejar uno los informes de la casa y conversar sobre la entrada del dinero - Rodee los ojos porque Adrián volvería a repetir una y otra vez que aumentaban.
- Dios - susurre poco audible bostezando de aburrimiento mientras colocaba sutilmente mi mano sobre mi boca.
- ¿Le aburren los negocios señorita? - Puta madre. Gire lentamente mi rostro encontrándome con esa maldita mirada, se le notaba que esta enojado, o mas bien furioso.
- No, solo me gustaría ser útil en algo dentro de mi trabajo - con su rostro formal dejamos de observarnos mientras que ahora el se dirigía hacia Adrián con enojo.
- ¿Acaso para esto la contrataste, para que este escuchandote a ti y a estos idiotas todo el día? - Adrián lo miro enojado - Señoritas retírense por favor - me levanté sintiendo en el fondo algo de alegría de que me sacara de aquí, sin embargo, yo quería quedarme.
- Dimitrio cálmate - el Dios griego sonrió con ironía tomando fuerte del cuello de su camisa.
- No me digas que hacer Angelis, ¡Que se retiren! - lo soltó con brusquedad haciendo que Adrián lo fulminara con furia.
Mientras unas de las chicas se quedo inmóvil acomodando su tacón hundido sobre el césped, estaba detrás de él oliendo ese delicioso aroma a marcas costosas mientras me pregunta porque estaba tan enojado. Suspire viendo que la chica se tardaba de más a lo cual no pude resistirme ante el deseo de tocarlo, de acariciarlo. Aunque fui solo sexo no paraba de pensar en él a cada minuto que pasaba. Aferre suavemente mi mano a su espalda y la deslice por su columna sobre la tela del traje notando que sus músculos se tensaban y luego solo se relajaban. ¿Quién eres Dimitrio? La idea de responderme esa pregunta me comenzaba a enfermar la mente, puta madre estoy es mas frustrante de lo que imaginaba. ¿Qué me sucede con él? Te repito Stella, solo fueron polvos, POLVOS. Escuchando a mi subconsciente retire mi mano y rodeé a las chicas negando con rapidez mientras caminaba hacia el bar. No se que me estaba sucediendo pero tocarlo se ha sentido familiar, anhelante y completamente codicioso, tal vez sea su atractivo físico, no lo sé, pero de lo que si estoy segura es que deseo volver a tenerlo cerca, a pesar de mi hijo de puta orgullo y dignidad ganen esta primera batalla interna entre querer y no deber.
- ¡Stella! - exclamo Dante caminando hacia mi junto a la pelinegra y a Colette - vamos por algo de comer, ¿quiere venir con nosotros? -
- Claro - ni loca me quedaría sabiendo que el esta aquí, y que en cualquier minuto puede buscarme.
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Entre Llamas Internas ✔1
Roman d'amourMiradas lascivas lograban encender cada parte de mi cuerpo. Era prohibido, ilícito e limitado para mis deseos. Aún así, me excitaba. Yo era cenizas... Y en el momento en que tomó mi cuerpo, comencé a arder con codicia. Porque una vez que pruebas l...