* ࣪.⋆★

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Antes! me inspire en el cap 18 de The Galaxy Is Endless, así que hay palabras/párrafos iguales a los del cap por eso.

Si no lo leíste, mejor, no lo leas a menos que quieras llorar por semanas.

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Mary está sentada a los pies de la cama donde se encontraba Ririka, mirando como sus facciones no eran como antes, adelgazo demasiado desde que entró al hospital, su piel está más pálida que antes y se notaba que no comía ya que el hueso de sus muñecas era más notorio.

Ambas se convirtieron en una sombra, antes estaban felices, aún con sus peleas estúpidas o problemas igual de estúpidos que sus peleas. Mary fue presenciando el desgaste de la llama de Ririka, en algún momento le pasó lo mismo pero ella pudo salir de eso gracias a Ririka y ahora que los roles se intercambiaron de cierta manera ella buscaba una solución para acabar su sufrimiento de hacía meses. Claramente no pudo, se sentía inútil intentando evitar lo inevitable pero tampoco quería perderla, quería seguir riendo con ella, verla en la cocina todas las mañanas haciendo el desayuno o simplemente verla con cara de un adolescente estúpidamente enamorado.

Fue egoísta de su parte al pedirle a Ririka que siguiera luchando.

Mary luchaba en contener las lágrimas que amenazaban con pinchar sus ojos al ver cómo estaba la persona que ama, lo que debe estar sintiendo. Ririka era la que estaba llena de tubos para poder respirar y con el cuerpo lleno de marcas de agujas por medicamentos y Mary era la que estaba siendo un bebé. No supo qué hacer antes de que sucediera y tampoco sabe qué hacer ahora. Lo impotente que se sentía la rubia se estaba convirtiendo en una bola de nieve que no podía parar, cada vez más difícil de soportar. No importa lo que diga o haga, no podrá mejorar las cosas para Ririka.

Sin embargo, se rehusaba a no tener esperanzas.

- Riri. - La llamó. No tenía razones para hacerlo, el tirón en su corazón le hizo pensar que debía.

La albina tarareo, sus párpados ni revolotean.

Esa era la señal de que era peor de lo que la rubia había pensado. No quería admitirlo.

- ¿Riri? - Llamó de nuevo.

Nada.

El débil pitido del monitor era en lo que intentaba centrarse, un recordatorio seguro de que Ririka seguía ahí, que Mary aún no estaba sola.

Se sintió como el infierno hasta que Ririka apretó su mano para llamar su atención.

- Estoy aquí amor, ¿qué sucede? - Dijo mientras agarraba su mano de modo que se de cuenta de su presencia.

- Duele.

Era la primera vez que lo decía, nunca lo dijo cuando la diagnosticaron, o cuando los síntomas iban creciendo a medida que no podía soportarlo. Lo había manejado demasiado bien como para que Mary pueda entenderlo. Más por el bien de Mary que el suyo.

Mary no podía vendar sus ojos y pretender que nada pasaba, era consciente de que Ririka había pasado más tiempo intentando proteger su corazón que expresando su dolor. No importan las veces que la mayor le decía "siete de diez" como intento de que se relaje cuando ella siempre presenció que era un diez.

- ¿Quieres que llame a la enfermera? - Preguntó Mary, no podía evitar que se le rompiera la voz o que le deje de temblar el labio inferior.

Ririka la ignoro, ya sea como un "no" o porque no tenía las fuerzas para responderle.

- ¿Puedo decirte algo? - Preguntó gentilmente, como si lo que quería decirle destruiría el corazón de la rubia.

Y así sería.

- Claro que sí, ¿qué quieres decirme? - Respondió con una sonrisa temblorosa.

- Gracias por ser parte de mi vida. -

Como se rompió el corazón de Mary en ese momento.

Bajo la mirada y ya no lucho contra las lágrimas, dejó que ensucien la sábana azul claro que tapaba a Ririka. Pensaba en alguna respuesta o algo tierno para decirle pero lo único que salía de su boca eran balbuceos sin sentido alguno.

Las lágrimas, el dolor en su pecho y sus balbuceos estúpidamente fuertes hicieron que no se diera cuenta que el monitor ya no reproducía sus latidos, ahora reproducía un pitido.

Pronto levantó la mirada asustada mirando el monitor, indicando que estaba sola. Un sollozo gutural salió de su garganta, seguido de varios más, mientras agarraba la mano fría de Ririka con fuerza. Lo único que podía pensar era en que su estrella más brillante se acaba de apagar.

- No me dejes, por favor. - Rogaba la rubia entre sollozos entrecortados, tragando el orgullo que tenía y dejando que se disuelva en una ola de lágrimas.

Apretó ligeramente la mano de la rubia, haciendo que la mire atentamente como un perro. Quizás, por estar con la cabeza baja no pudo darse cuenta de que Ririka tenía una leve sonrisa en su rostro. Eso rompió aún más el corazón de la rubia.

- Ririka, por favor. - Suplicó Mary entre lágrimas. - No puedo hacerlo sin ti.

Sus sollozos pasaron a ser lamentos, cada grito destrozaba su garganta y deseaba que su cuerpo también.

- Cinco minutos, cinco minutos más por favor.

Ririka no la escucho.

No sabía cuánto tiempo estuvo así, llorando mientras agarraba la mano fría de Ririka en su pecho. Estaba tan demasiado perdida en sus sollozos que no se dio cuenta cuando una enfermera la guió suavemente fuera de la habitación, quizás fue el monitor que les avisó lo que había pasado o si fueron los sollozos de la menor.

Perdió la coherencia. En el momento en que estaba en el pasillo blanco del hospital, cayó de rodillas, llamando a la persona que ya no estaba ahí para que vuelva. No le importó quien la viera, sus pensamientos eran sólo Ririka.

Permaneció así varios minutos, rogando a cualquier Dios que la escuchara que le devuelva a Ririka.

Ninguno de ellos la escuchó.

Until Your Last Breath | MeaRiriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora