¿Me Das Una Mano?

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-Disculpa si no me expreso bien, no soy bueno con ésto de las entrevistas- Excuse. Apoyando mis codos sobre la mesa.
-Nadie lo es, naturalmente- Respondió El Periodista, abriendo su libreta- Ahora Martín, comienza donde te apetezca.

"Bueno... Yo nunca he sido mucho de presumir, pero en su momento estaba bastante fuerte. Mi rutina diaria era tomar la micro por la mañana, ir al gimnasio y entrenar casi todo el día, preparado para la siguiente pelea, mi entrenador incluso me decía que tenía potencial para algún día ser profesional.

Algo curioso era que el inicio de aquella rutina siempre empezaba en el paradero. Donde una anciana siempre me hacía la misma pregunta- Jovencito, ¿me da una mano?- decía indicando sus bolsas nunca he sabido que lleva en ellas, pero eran extrañamente ligeras, mi ego me decía que por mis músculos pareciera que levantaba plumas, de cualquier manera yo la ayudaba más que nada por cortesía. Asumí que la viejita trabajaba en la feria, pero nunca lo he sabido con certeza pues yo me bajo siempre antes de ese lugar.

Una vez adentro de la locomoción ella hacia los mismos comentarios casi de protocolo todos los días- ¿Cómo se encuentra? - hoy hará frio/calor- ¿viste lo de ayer en las noticias?- Y cuando estaba muy inspirada hablaba de sus lanas y sus tejidos, no le prestaba mucha atención pero me autoconvencía de que era para poner los pies sobre la tierra, dentro de poco estaría codo a codo con los mejores y sería una leyenda."

Hice una pequeña pausa, bajé el tono y continúe.

"De eso ya hace meses, hace un tiempo sufrí una fractura en mi muñeca debido a que caí mal luego de que me noquearan en un combate de clasificación, cuando fui con el doctor me dijo lo que nadie quiere oír, tenía una deficiencia en el sistema inmune que no le permitía a mi cuerpo a regenerar del todo heridas graves, cualquier fractura o hueso roto podría dejarme secuelas permanentes, eso evidentemente me alejaba completamente del boxeo, pase 3 semanas en mi casa recuperándome de la lesión, y no te voy a mentir, fueron las peores 3 semanas de mi vida, el sueño de mi vida se escurrió de entre mis dedos y no podía hacer nada para evitarlo, luego de eso mi tío me dio una mano y conseguí un empleo en su tienda, para hacer algo mientras le daba nuevo rumbo a mi vida, el siguiente lunes a primera hora esta ahí de nuevo en el paradero, por costumbre extendí mi mano. Pero la señora ya no estaba, y así por el resto de la semana, cada vez que debía ir de compras a la feria la buscaba. Pero nunca más la he vuelto a ver".

El Periodista se quedó unos segundos en silencio mientras terminaba de tomar notas, intentó averiguar algo más sobre aquella señora por mi parte, pero no consiguió mucho más, visiblemente insatisfecho se marchó de mi casa sin decir más comentarios, ni siquiera se despidió.

Cuentos que escribo con la mano izquierdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora