CAPÍTULO 30 La bruja, el guardaespaldas y la heredera

12.2K 1.6K 1.5K
                                    

—¿Cómo dices?

Mi pregunta quedó sin respuesta, como suspendida en el aire, cuando Nate se abalanzó sobre Tobyas y lo agarró por el pescuezo. El pelinegro no hizo esfuerzo por apartarlo. Su rostro era inescrutable, como si no tuviera a un iracundo chico agarrándole por el cuello.

—¿Asustado, Stone?

—Para nada, Regan.

Una desencajada sonrisa se abrió paso en los labios de Nate. Inclinó la cabeza y, sin hacer el mínimo esfuerzo, tiró del cuello de Tobyas hasta que lo tuvo de pie frente a él.

—A mí me parece que estás temblando.

Nate bufó y las prominentes venas de su brazo se tensaron al apretar el cogote de Tobyas.

Joshua su puso de pie, luego Anton y Phoenix. Clara y Beatriz se miraron confusas. Oryan tiró de mi brazo para levantarme.

—Adelante, golpéame. ¡Hazlo, Stone! Porque si no lo haces tú, lo haré yo.

—Yamada, por favor, llévate a Claire y a Beatriz de aquí —sentenció Joshua.

Phoenix dudó, absorto en Nate y Tobyas.

—¡Yamada, ahora! —bramó el rubio.

Quizás, de no haber estado en shock por lo que acababa de oír, hubiera contemplado de manera diferente la apetitosa escena del badboy y el fuckboy. Con facilidad mi mente hubiera creado una versión boys love y no apta para todas las edades.

—Penétrame duro, Tobyas-kun.

—Has sido un conejito perverso, tendré que castigarte.

—Tobyas-kun...

Sin embargo, la realidad era demasiado cruda para fantasear.

—¡Escoria! —rugió Nate y le pegó un puñetazo a Tobyas.

—¡Te equivocas! —El pelinegro respondió con otro golpe—. La escoria son tú y tu padre. —Se sacó de encima las manos de Joshua, quien intentaba sujetarlo, y con una patada derribó a Nate al suelo—. ¡Asesinos!

—Sin llorar, Regan.

—¡Hijo de puta!

Tobyas se encaramó encima de Nate y comenzó a golpearlo. El pelirrojo esquivó los golpes, los hizo dar la vuelta y lo enganchó, de forma que el otro quedó inmóvil por un momento. Lo sostuvo por el muslo y lo alzó por los aires hasta lanzarlo sobre una mesa.

Bramidos, protestas, gemidos de dolor y el olor del sudor mezclado con vodka y sangre.

Oryan tomó mi mano.

—Rough, ¿qué hacemos?

—Nada… —musité sin apartar los ojos de la pelea.

Al final, Joshua le juntó los brazos a Tobyas detrás de la espalda y lo llevó a rastras todo lo lejos que pudo mientras Anton contenía Nate con su cuerpo.

—¡Ya basta! —espetó, irritado.

—¿Alguien puede explicarme qué mierda acaba de pasar? —preguntó Anton.

El ÁSPERO SUEÑO de ROUGH KIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora