I wish you were here

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Eran mas de la tres de la mañana y yo seguía despierta. No es que no quisiera dormir, simplemente no podía. En cuanto cerraba los ojos su imagen aparecía. Era dificil espacar de ella estando dentro de mi cabeza.

Tenía ya casi medio año en que todo habìa terminado, al menos para él. Para mi siempre sería el imposible amor de mi vida.

La primera vez que lo vi fue una tarde de Octubre. Estaba tan radiante con ese hermoso cabello negro y largo peinado en punta, como si un rayo le hubiera caido encima. Sus ojos cafés resaltando su profunda mirada con delineador negro. Y esa sonrisa... que siempre me había quitado el aliento.

En cuanto lo vi, jamás pude olvidar su apariencia. Y es que era tan único y diferente a todos las personas del planeta que era dificil no recordarlo.

Pasó el tiempo, y con él, nosotros cambiamos. Yo dejé de ser la típica chica de sin.ninguna meta y él se convirtió en mi única ilusión.

No fue hasta después de tres años que pude conocerlo.

Me topé con él en una tienda de música. Iba con un pantalón negro con tirantes y una camisa blanca un poco mal acomodada, pero lo que más me sorprendió fue verlo con barba. Era casi imposible imaginar a un ser tan andrógino cambiar y ver masculino. Me quedé petrificada detrás del mostrador cuando, después de tanto tiempo, sus ojos encontraron los míos. Mis piernas dejaron de ser carne y se volviero gelatina con una de sus sonrisas dedicada a mí.

Entonces cruzamos palabra y de inmediato nos conectamos. Como si nos conocieramos de años. Como dos partes de un solo ser que se reconocen al estar unidas.

La primera vez que besé sus labios fue maravillosa. Eran tan suaves y exquisitos, tal y como siempre los había imaginado. El sabor de su saliva y su aliento mezclado con el mío era la experiencia mas placentera que había tenido.

O al menos eso solía pensar hasta que por fin hicimos el amor. Su cuerpo rozando el mío, sus manos tocándome, acariciar todos y cada uno de sua tatuajes, unirnos en una suave y sensual danza a un ritmo marcado por ángeles y demonios. Bill, dentro de mí. Ese ser maravilloso, tan tierno y viril a la vez. Un hombre y un niño. Mi protector. Mi salvación y mi perdición. Quien había marcado mi vida dividiéndola en un antes y un después de conocerlo.

Pero eso no era lo mejor. No cuando haciamos el amor o nos besábamos. Lo mejor era estar con él. Simplemente estar en medio de una charla observando sus gestos, sus sonrisas, oir su voz, ver el movimiento de sus manos, sus labios. O estar sentados en medio de la nada admirando el brillo del sol en su cabello que dejó de ser negro para convertirse en rubio. O estar abrazada a su cuerpo, con la cabeza recargada en su pecho, sintiendo y escuchando los latidos de ese corazón. Las lineas de las palmas de sus manos y el color de sus uñas sin esmalte. Ese rápido e involuntario movimiento de sus ojos mientras dormía, sus suspiros e incluso sus ronquidos. Su cabello alborotado por las mañanas o mojado y pegado a su frente cuando salía de la ducha. Sus pantalones de chandal y playeras cortas que dejaban al descubierto su estómago cuando no salía de casa, al igual que las chamarras y accesorios de cuero cuando iba en plan de rockstar. El ceño fruncidoy la mandíbula apretada cuando estaba enojado. Sua ojos llorosos mientras veíamos una peli triste. Su voz en susurros o en gritos. Su lado juguetón y su lado salvaje. Sus visitas en la tarde y sus llamadas en la madrugada. Sus cartas escritas a mano. Las letras de las canciones que componía.

Todo eso era una pizca de lo que me hacía amarlo. Cada vez más con cada latido.

Ni siquiera recordaba cómo había terminado o por qué. Sólo recordaba una noche fría de Noviembre viendolo subir al avión que lo alejaría de mi para siempre. Sin recibir ni una llamada ni un mensaje. Nada.

Sólo me quedaban los recuerdos de haber estado y compartido los más maravillosos años de mi vida con un hombre tan especial como lo era Bill.

Lo extrañaba tanto. Sola en mi cama, sintiendo solamente el dolor de su ausencia.

Amor = MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora