6. FORMULA UN DESEO

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Sentía que se le caía el mundo encima

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Sentía que se le caía el mundo encima.

La soledad se apoderaba de Tony Stark mientras intentaba apartarla con ocio y diversión.

Creía que unos días en aquel retiro paradisíaco le ayudarían a tener la mente despejada, pero se estaba percatando de que era el trabajo, precisamente el trabajo y las obligaciones, los que mejor le ayudaban a sacarse a su ex de la cabeza.

No podía volver. No después de la que había liado con su inesperada marcha.

Pepper no le había escrito. Ni siquiera Happy, ni Rhodes. Imaginó que, a pesar del caos, sus compañeros entendían que necesitaba estar a solas.

Si regresaba en menos de una semana, después de todo lo que sus asistentes debían de estar moviendo para deshacer sus entuertos, estaba convencido de que Pepper y Happy procederían a ponerle una soga al cuello y lanzarle desde lo alto de la Torre.

¿Qué opciones tenía? Estaba harto de mojitos y de paseos solitarios por la playa. No quería dejarse ver en ningún lugar público para que nadie lo atropellase a preguntas.

Mejoras para Spider-Man­—se le ocurrió—. Bajaré al taller a fabricar más cosas para el traje del chico

Con AC/DC sonando de fondo, y algún que otro robot aligerándole el trabajo más automático (justo el peor para intentar no desconectar), entendió que el problema era su soledad.

No podía pretender quitarse a Steve de su mente si permanecía solo las veinticuatro horas del día.

Necesitaba a un acompañante que le distrajera durante sus vacaciones.

Pepper estaba completamente descartada. Traer a tu ex a una mansión junto a la playa para pasar una semana juntos era, cuanto menos, incómodo y nada recomendable.

Además, pensaba Tony, ella seguramente tendería a compadecerse de él, y el orgullo de Stark ya había descendido hacia sus cuotas más bajas. No pretendía alcanzar ninguna especie de récord de vergüenza ajena.

¿Y qué había de Rhodey? Era su mejor amigo. Nadie mejor que él para idear planes que los hicieran disfrutar y olvidarlo todo.

Pero es más frío—debatió su propia mente contra sí mismo—. En el momento en el que flaquees, va a empezar a ordenarte que te olvides de Rogers. Rhodey no tiene buen tacto precisamente...

Happy estaba absolutamente descartado. Simplemente por ser Happy.

Terminó de configurar unas nuevas lentes para el traje nanotecnológico del chico, que hacía un barrido visual de posibles enemigos en un radio de cien metros a la redonda.

La idea se le cruzó sin previo aviso.

¿Y si llamaba a Peter? Podía invitarle, enseñarle la zona y hasta mostrarle cómo trabajaba en el taller. Si algo podía ayudarle a dejar de pensar en Steve, ese era el reto de tener a un aprendiz propenso a meter la pata.

TÓXICOS (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora