𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 X; Tulsa Jesus Freak /part/ I

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Clyde miraba fijamente el reloj frente a el, pensando, y recordando ciertas cosas en su vida. Como lo que había pasado ayer en con Rey, habían tenido ese pequeño momento juntos y a solas, un momento tranquilo dónde no se reclamaban por algo del pasado, más bien viviendo lo mejor del presente. Se sentía bien, esa sensación de conocerse de toda la vida y bromear con ello..

—¿Estas bien Clyde?. —llamó la joven Elena al otro lado de la barra. Mirando su expresión.

El negó rápidamente como si quisiera sacudir sus sentimientos. Siguiendo con sus labores.

—¿Que decías?. —preguntó de la nada. Había perdido cualquier hilo de conversación.

Elena se hecho a reír acercándose para tomar asiento justo frente a el. Tenía su bolso en mano.

—Decía que ya me hiba, tengo que hacer cosas para el día de acción de gracias. —lo miro divertida. —ya sabes, comprar el pavo una semana antes es de inteligentes. —le guiño un ojo.

El asintió, pero Elena no se iría tan fácilmente ahora que lo había visto tan perdido en sus pensamientos.

—Clyde, ¿que te pasa?. —preguntó más sería ahora. —es últimos días te veo desorientado.

—No es nada.—dijo.—no tengo nada realmente. —le regalo una media sonrisa.

—No se, pero no te creo. —se levantó finalmente. —pero si no me quieres decir nada, esta bien, nos vemos mañana.

Clyde miro por última vez a Elena, ella era mujer, obviamente que si se reprendió internamente. Quizá ella le podría dar algún consejo femenino, después de todo. Ella talvez sepa que es lo que guarda el corazón de una mujer, una mujer como Rey.

—¿Elena puedo preguntar algo?. —solo lo dijo, aunque sabía que se arrepientiria después.

—Sí,—se giro para verlo.—en lo que pueda ayudarte.

—Mas bien es una duda. —que demonios trata de hacer. Elena parecía confundida.

—OK, Clyde Logan, ¿esta duda tiene que ver con la joven mujer del otro día, la que estuvo aquí y luego contigo en el Restaurante?. —lo miro con curiosidad. Y por como se puso Clyde, había dado en el clavo.

Y ahí estaba, ese poder que tienen todas las mujeres, de saber todo lo que pasa a su alrededor, jamás han sido sexo débil, son mucho más que solo inteligentes.

—Digamos qué si. —fingió demencia.

Ella soltó una risita.—Muy bien, en que te puedo ayudar.

Clyde no creyó llegar tan lejos.

—Digamos que. —comenzó a arrepentirse de donde se estaba metiendo, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse.—digamos que ella es una vieja amiga, y que no terminamos bien, pero quiero que las cosas se arreglen, que no halla tensión, ya sabes. —se encogió de hombros, como si no fuera importante aunque claramente lo era.—que podamos llamarnos amigos.

—¿Acaso ella es, tu ex esposa?. —Elena preguntó dándose cuenta de que seguramente había cometido un errór. —oh lo siento Clyde. Bueno ya sabes, no quería incomodar, disculpame.

—No, no en realidad no lo haces y no es mi ex esposa aún es mi esposa, todavía no firmó el divorcio. —parecía tonto en este momento.

—Pues mira, puedo ver que aún sientes algo por ella, ¿no es así?.

De pronto se encontró con la mirada de Elena y se dio cuenta que esa pregunta se la había hecho mentalmente a lo largo de los años, más recientemente estos días, ahora cobraba forma en los labios de otra persona.

Dos Bodas Y Un DivorcioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora