One-shot.

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Muchas veces había querido renunciar a sus responsabilidades. Era ciertamente difícil y extenuante saberse de su situación. Había sido rechazado por su familia cuando había terminado en cinta de manera repentina, uno de sus "amigos" le había cachado en un momento de debilidad, víctima de la confianza JeongGuk se había echado tragos en su sistema, y sin saber, había despertado con dolor en su cuerpo y la cara de uno de sus compañeros de trabajo al lado suyo. El asco y la repulsión le vinieron como anillo al dedo, simplemente no resistió el impulso de escapar. Cuando, dos meses después, sintió su cuerpo extraño, compró lo que tanto había evitado; las dichosas pruebas de embarazo. Y allí había estado un positivo resultado, debido a esto sus padres le dejaron con las maletas afuera y decidieron olvidarse de que habían procreado un hijo hace veintipico de años atrás. Pero bueno, las cosas de la vida no se podían evitar, y allí estaba en la actualidad.

Ya que no había podido olvidar la situación que había vivido, la mejor cosa que pudo hacer fue irse de allí a otra ciudad, a unos nuevos aires, pero bueno, la vida no le iba a cambiar mágicamente. Gracias a Dios la señora al lado de su apartamento rentado (con el bendito sudor de su frente) le encantaban los niños, aunque no pudo tener ninguno porque siempre fue pobre, no estudió y no consiguió trabajo en lugares donde pedían más de un bachillerato y experiencia mínima, le contó que en sus años, a nadie le gustaba tener a alguien así, y bueno, pasó toda su vida sola porque ella sabía que si no podía mantenerse siquiera ella misma, no podría hacerlo con un bebé a cuestas. A JeongGuk le daba pena cuando conoció toda la historia, pero por lo menos sabía que MinHo estaba en buenas manos. La señora era agradable a la vista y por cómo se comportaba, todo bien. Lo malo era la paga. Él hacía de tripas, corazones. Y bueno, tenía que dejar de lado par de cosas para poder mantener su cuidado con el niño. A veces temía llegar a su casa y que su hijo la quisiera más a ella que a él, pero esperaba que no, ya que su hijo siempre le estaba esperando con sus ojitos lindos casi dormidos. Se lamentó, pero no tenía otra opción que trabajar hasta tarde.

Tomó sus cosas, suspirando. De nuevo, hacía frío. A su lado se puso uno de sus compañeros, supuso, y su cuerpo se tensó. No confiaba en ninguno que fuese un alfa. Ya bastante mala experiencia tenía con ellos como para decidir que estaba bien tener que depender de otra persona. Al tomar su cartera y su sombrilla, se dio cuenta, al mirar de reojo, que se trataba del queridísimo SeokJin. Ah, el gerente. Quiso rodar los ojos del fastidio. SeokJin en serio era un grano en el trasero. Y si tenía trabajo, era por cosa de él, pero se sentía usado, usado porque se había tenido que acostar con él par de veces para que le diera un sitio en aquel mugriento lugar. Ah, estaba hablando de una tienda normal, de esas que vendía alcohol hasta las tantas de la noche, donde se podían ver a viejos gordos tirando las latas vacías a la acera, alguno que otro fumando, y par de prostitutas que eran llevadas a la fuerza a dar de sus servicios. No era un trabajo digno, le molestaba haberse vendido para eso, pero su hijo comía, y mucho.

Entonces, SeokJin le dirigió las primeras palabras de la noche, no, de la madrugada.

—¿Deseas que te lleve?

El omega apretó la mandíbula, observando la hora de aquel celular ya sin servicio alguno. No podía llamar ni enviar mensajes, pero con un poco de Internet podía jugar de las aplicaciones que tenía descargadas en la memoria. Dio par de pasos hacia las afueras, girándose. La verdad era que SeokJin no tenía malas pintas. Era joven, llegando a los treinta años, pero conservaba bastante bien la piel con muchas cremas, o eso le habían platicado en momentos de ocio sus compañeros. Sin embargo recordaba a la perfección sus manos frías, su boca en la suya y su voz saliéndose de control. Negó. Negó varias veces. Él no necesitaba un transporte.

—Muchas gracias, gerente, pero me iré caminando como hago todas las noches. Nos vemos en par de horas.

Se fue de allí con rapidez. Algunas veces podría ponerse violento, y era algo que prefería evitar. Naturalmente SeokJin gozaba de sonrisas y carcajadas, se podría decir que era un payaso en el trabajo, pero de noche dejaba salir sus intenciones. Tener que aceptar que le llevara a su casa, aunque podría aumentar un tanto su sueldo y seguridad social, significaba no poder ir a trabajar un día debido a que pediría su cuerpo. Así que a JeongGuk no le interesaba tener que encontrarse de nuevo en la cama de aquel hombre que le dejó de mirar en la distancia para entrar al edificio con una sonrisa descarada. No, en serio, no le interesaba. No era que le agradaran las calles heladas de Corea del Sur por las noches, claro que no, menos él, siendo omega. Pero, ¿qué más le quedaba? Lo que cobraba se le podría ir fácilmente si pedía un taxi, y tampoco se fiaba de ese servicio. Lo mejor siempre era llegar a su casa en sus dos piernas, aunque eso implicara correr el riesgo de...

En la medianoche [KookGi]. One-shot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora