Día 81

214 25 5
                                    


Es la segunda noche en que Hayes está sólo. La primera noche me quedé con él, cuando quise ir por un vaso de agua, tuvo que acompañarme porque me daba miedo miedo bajar las escaleras y encontrarme a otra persona que no fuera Nash o los padres de Hayes. No era ningún trauma o algo así, simplemente me daba miedo que eso pasara.

Me acomodo nuevamente en la cama de Hayes, doblo las rodillas y recargo mi cabeza en ellas. Veo las caricaturas en la tele en lo que Hayes sale del baño. No sé que hora es, pero el sueño cada vez era más grande.

- ¡Stassie!- grita Hayes desde el baño.

- ¿Qué?- respondo de la misma manera.

- ¿Tu mamá no te ha dicho nada nada respecto a que pasas más tiempos aquí que en tu casa?-pregunta en un tono de voz moderado.

¿Qué si me ha dicho? Claro que lo ha hecho, centenar de veces. "¿Stassie, que tanto haces allá?, Stassie esta es tu casa, Stass ¿aún eres virgen?, ¿Necesitamos tener esa conversación?" y una infinidad de cosas más.

- ¿Crees que no me ha dicho nada?- le pregunto- Claro que me ha cuestionado miles de veces... y bueno, le digo que eres miedoso cuando te quedas solo en tu casa; creo que así ya no se preocupa tanto.

- ¿Le dijiste que era miedoso?-pregunta asomando su cabeza por la puerta- Linda pijama de conejitos, eh- dice burlonamente mientras sale del baño.

- Pues es la verdad- me encojo de hombros.

- Quizá me da miedo estar solo en mi casa porque es demasiado grande para mi y puede aparecer un fantasma o algo así.

- Has visto demasiadas películas de terror, Grier.

- Mira quien lo dice, la chica que le daba miedo ir por un vaso de agua en la madrugada porque creía que se le iba a aparecer una niña en las escaleras.

- Bueno... pero sólo fue una vez- murmuro avergonzada.

Se sienta a mi lado y dirige su mirada hacia lo que estoy viendo.

- ¿En serio?- pregunta burlón- ¿Caricaturas?

- ¿Qué tiene de malo?- lo miro- Es mejor que ver las estúpidas noticias.

Abrazo mis piernas para seguir viendo la televisión. Él escribe algo en su celular, un suspiro se escapa de mi boca, seguido de eso un bostezo.

- Hayes ¿qué hora es?- le pregunto y otro bostezo se escapa de mi boca.

- Las once y media- me dice sin dejar de mirar la pantalla- Pensé que era más temprano.

- Creo que ya voy a dormir- comento.

Tomo el control de la televisión y la apago, me acomodo en la cama. Escucho que Hayes deja su celular en la mesa de noche, se acomoda en la cama y apaga la luz. Abrazo una de las tantas almohadas que hay en su cama. Hayes se ve a la orilla de la cama. Cierro los ojos, transcurridos algunos minutos siento como finalmente me quedo dormida, el cuerpo de Hayes se mueve hacia mi dirección, su mano encuentra mi cintura, la acaricia y junta nuestros cuerpos.

- Stass...- susurra en mi oído.

- ¿Qué quieres Hayes? Estaba apunto de quedarme dormida.

Me giro para tenerlo de frente. Me mira en silencio y, cuando estoy a punto de repetir mi pregunta, besa mis labios, me besa lentamente. Me sorprendo al principio, pero en lugar de detenerme sigo el ritmo de sus besos. Coloca una mano en mi cuello para profundizar el beso. No sé en que momento se posiciona encima de mi, besándome un poco más rápido. Acaricio su cuello.

Sus manos bajan a mi cintura y traza círculos y lentamente bajó a mi cadera, dejando ahí sus manos. Como si mi cuerpo actuara por si mismo y quisiera algo más que simples besos, volteo a Hayes y ahora soy yo la que está encima, me pongo a horcajadas, toma mi nuca para continuar los besos. Sus manos suben y bajan por mi espalda haciéndome estremecer.

Una voz en mi mente aparece y me grita: ¡¿Qué rayos haces Stassie?! Deseo que la voz desaparezca de mi cabeza y deje de cuestionarme lo que hago. Intercambiamos posiciones una vez más.

Mis piernas se enredan en su cadera y mis brazos en su cuello. Se separa de mi boca y besa mi cuello de una forma en la que un chico lo había hecho. Siento un cosquilleo en todo el cuerpo.

Los labios de Hayes viajan más allá del cuello. Sus manos descansan en mi abdomen, se separa para quitarse la playera. Delicadamente me toma de la espalda y me sienta, quedando encima de sus piernas. Reanudamos los besos. Hayes interrumpe el beso, miro sus ojos, sus mejillas sonrojadas, su respiración agitada y sé que quiero hacer esto. Comienzo a subir mi playera poco a poco.

La quito completamente de mi cuerpo y la aviento por algún lugar de la habitación, Hayes se acerca lo suficiente como para que nuestros pechos se rocen, al igual que nuestros labios y narices. Vuelve a besarme lentamente y puedo sentir el amor en cada beso que me da. Me vuelve a acostar y deja caer todo su peso en mi, hace un camino de besos hasta mi cuello, se detiene unos segundos. Un gemido sale de mi garganta al sentir como lame mi piel. Sigue con los besos hasta mi pecho y de ahí a mi abdomen. Mis manos buscan el cabello de Hayes y cuando finalmente lo encuentro tiro suavemente de el.

Los labios de Hayes vuelven a subir y cuando llega a mi boca me besa más rápido, suelta un gruñido cuando bajo mis manos a su abdomen y comienzo a acariciarlo.

Froto mis caderas contra el y vuelve a soltar un gruñido.

- Stass, no hagas eso- me susurra con la voz entrecortada y agitada.

- Cállate- le reprocho con la voz igual de agitada.

Besa mis labios al mismo ritmo de hace unos momentos. Sus manos vuelven a viajar por mi espalda y se detiene al sentir el broche del sujetador. Deja besos húmedos en mi cuello y nuevamente me hacen soltar un gemido. Sus dedos intentan desabrochar mi sostén pero lo detengo sólo por la vergüenza que podría provocarme.

- Aún no- susurro en sus labios.

Después de que todo esto pase, ¿las cosas entre nosotros serán iguales?

Hayes me acaricia y me besa sin parar, quiero que mi garganta pronuncie una simple palabra. Lo intento pero mi boca no emite sonido alguno. Cuando estoy cien por ciento segura de mi respuesta y lista para hablar. Hayes se aleja repentinamente de mi y dice:

- No, no puedo hacerlo- me dice viéndome a la cara- Simplemente no puedo.

Me quedo sorprendida y no sé que decir. ¡Estaba lista para hacerlo y él dice que no puede hacerlo! Me mira unos segundos con gestos nerviosos para después darme un beso en la frente, como si intentara corregir lo que acaba de decir. Se acuesta a mi lado y lo único que yo puedo hacer es mirar el techo. No se preocupa por buscar su ropa, en lugar de eso se arropa con las cobijas y recarga su cabeza en la almohada.

Hago lo mismo mientras busco una manera de salir del trance en el que me encuentro. La habitación queda en un total silencio, como si ambos estuviéramos pensando en algo. Hasta que Hayes decide cortar la tensión.

- Hasta mañana- se acerca para besar mi mejilla y después vuelve a su posición original.

¿A quién quiero engañar? Estoy molesta, pero para empeorar las cosas, ni si quiera sé la razón. Así que me acerco a Hayes y lo abrazo. No hace un intento de alejarse. Me levanto un poco para depositar un beso en su mejilla y decirle lo mismo:

- Hasta mañana.

Lo abrazo más fuerte y finalmente me quedó dormida.

100 días para enamorarlo ||Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora