♡CAPÍTULO 43.♡

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Stephen habló con Eliam para que nos dejarán tener el campo de tiro solo para nosotros. A decir verdad, jamás esperé que hiciera algo así por mí y odie por completo que tuviera la razón de lo que me dijo. Jamás había ido al colegio desarreglada pero la muerte de Jordan y Olimpia me rompió por dentro.

Creó que Stephen temió por su vida y puso en mi arma balas de salva. Vacíe todos los cartuchos que fui capaz, en mi mente sólo estaba los ataúdes, todo se repetía una y otra vez sin dejarme respirar. Muchas veces no di en el blanco, solo tenía que disparar, sentirme liberada como las balas al salir del arma.

Jamás le había disparado a una persona y no volví a tocar un arma desde ese día, pero ahora realmente lo necesitaba. Papá me dijo que nadie me iba a acusar por tentativa de homicidio debido a las circunstancias en que sucedió todo. Por supuesto que mis papás no iban a permitir eso. No lo dijeron, pero sé que papá hizo algo para que nadie más se enterará de que le disparé a dos hombres. Las cámaras de seguridad supongo que funcionaron y a decir verdad no me arrepiento. No quería morir y tampoco hubiera resistido perder también a Irina.

— Respira y da en el blanco, sé que tienes buena puntería. — Me giro a él.

— ¿Cómo lo sabes? — Pone los ojos en blanco.

— ¿A quién le pedí esto? — Mi hermano. — Me advirtió que tuviera cuidado porque cuando estas mal eres más peligrosa que la misma arma. — Suelto una carcajada.

— Gracias. — Le digo en tono sincero y me guiña un ojo.

— Sabes cómo agradecerme pequeña. — Le lanzó los lentes de seguridad. — Vale, debo aceptar que pensé sería al arma.

— Es que quiero golpearte yo, no con el arma. — Resopla.

— Esta es la Marbella que yo quiero follarme. — Me quita lo auriculares del cuello y él se quita la camiseta.

— Déjame patearte el trasero y lo harás más rápido. — Suelta una carcajada sarcástica.

— Jamás pequeña y a decir verdad te hace falta un poco de ejercicio. — Vuelvo a golpearlo.

— ¿Pediste que apagarán las cámaras?

— Depende que quieras hacer.

— Quitarme la ropa para golpearte mejor. — Suelta una carcajada.

— Si yo te derribo... — Lo interrumpo.

— ¿Me vas a volver a lanzar a la piscina vestida? — Cruzó los brazos y se ríe.

— No pequeña, esta vez lo haré desnuda. — Se me acelera el corazón.

— ¿Y si yo te derribo a ti?

— De igual manera lo haré y tú quieres que lo haga. — Trago saliva. — Pero dejaré que me pidas cualquier cosa. — Se acerca y me da un beso. — Comencemos con esto pequeña y recuerda, no te enojes o voy a volver a patearte el trasero.

Por supuesto que las cámaras de seguridad están apagadas e intente hacer de todo para no enojarme mientras intentaba quitarle el arma — que por supuesto no tiene balas — pero fracase en el intento. Con papá o Eliam logró tranquilizarme mucho más fácil y pensar con la cabeza más fría. Con Stephen es imposible, me molesta que sus movimientos sean tan certeros.

— ¡Joder! — Exclamo cuando me derriba y el aire abandona mis pulmones.

En algunos momentos él está en los colchones, otras veces yo y ninguno nos damos por vencidos.

• Es que ambos son necios y orgullosos. •

Comenzamos a dar vueltas por los colchones inútilmente. Odio que esquive mis golpes con tanta facilidad, no he podido quitarte el arma por más de dos segundos.

SOY TU PECADO. (BP #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora