Capítulo treinta y siete

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Estaba encima de la tarima del teatro del instituto

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Estaba encima de la tarima del teatro del instituto. El día de la tercera prueba había llegado. Los tres campeones  estábamos expectante, esperando cual iba a ser la prueba a la cual debíamos de enfrentarnos. Todo el lugar estaba lleno, todos los alumnos estaba congregados en aquel lugar.

El ambiente era electrizante, la energía se notaba en todas partes mientras los tres esperábamos en aquel lugar, siendo observados por todos. Yo estaba en un extremo y Mel en el otro, Belcebú estaba en medio de las dos como nos habían indicado que nos pusiéramos.

Delante nuestra, como en la última prueba, estaban los jueces. Michael, Barbara y Mefistófeles. El último nunca había aparecido hasta ahora, y era normal dado que posiblemente de uno de los tres saliera su sucesor.

Tragué saliva, no me gustaba la idea de tener que enfrentarme a algo que no me esperaba, pero dentro de poco todo terminaría y podría disfrutar de la tranquilidad de una tarde con mi novia.

Michael se levantó de su asiento. Aquel día, a diferencia de muchos otros, llevaba un traje oscuro. Posiblemente este fuera de sus últimos actos como señor del infierno.

—Alumnos y alumnas —con sus palabras todo el anfiteatro se volvió igual de silencioso que una tumba. —Me complace anunciar que hoy tendrá lugar la última prueba de esta pelea a tres. El próximo jefe de los torturadores saldrá de uno de los tres ganadores de los diferentes institutos y academias que forman parte de la educación infernal.

Un gran clamor se extendió por toda la sala.

—A continuación nuestro amado jefe actual dirá unas palabras.

El demonio, con barba de chivo y piernas de cabra se levantó de su asiento siendo aplaudido por el publico.

—Muchas gracias a todos. Para mi ser torturador ha sido un enorme placer, y formar parte de esta gran familia me ha llenado de felicidad. Ser torturador es más allá de ser bueno infligiendo dolor, hay que ver el alma de la gente. A veces incluso un gesto amable puede hacer más daño que una bofetada. Y para que seáis buenos en ello, cualquiera de los aquí presentes tenéis que ver eso.

Y con ese discurso tan extraño se volvió a sentar en su silla.

Barbara se levantó, llevaba un vestido granate y nos sonrió a los tres.

— Dará comienzo la prueba. Os vamos a traer tres sujetos a los cuales debéis de torturar. Tenéis que infligirles el daño que más creáis convenientes con la descripción que os daremos al inicio. Para la tortura contáis con cinco minutos para pensar el castigo y quince para infringirlo.

La diosa se sentó y Michael volvió a tomar la palabra.

—Hemos decidido por sorteo el orden de tortura. La primera en realizar la prueba será Melancolia, después ira Belcebú y por último Usagi.

Los tres asentimos, miré a mis compañeros. Mel parecía algo nerviosa porque no dejaba de mover la pierna y Belcebú parecía más tranquilo.

—Qué de comienzo la prueba —dijo Michael.

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