Su lengua se mueve contra la mía suavemente, pero es su mano acariciando mi seno lo que me hace gemir por la sensibilidad.
—Christian... —chillo queriendo liberar la presión entre mis piernas.
Su mano sigue tocando, cambiando de un seno al otro y apretando mis pechos hinchados de amamantar y extraer leche para el bebé.
—No tengo protección, —dice de pronto.
—Está bien, estoy amamantando.
Preferí no usar anticonceptivos hormonales mientras lo hago, aunque podríamos recurrir a los condones por tranquilidad. ¿Debería mencionarlo?
—Rose... —susurra mordiendo mi labio.
—Ana —corrijo, prefiriendo mi nombre artístico.
Dejo de pensar cuando nos da la vuelta y su cuerpo se sube sobre el mío, pateando los pantalones de chandal fuera de su cuerpo. Yo ayudo sacando las bragas de encaje.
Un gemido se me escapa cuando mis manos recorren su abdomen bien marcado, su espalda y más abajo.
—Christian... —chillo de nuevo—. Te necesito ahora.
Manteniendo sus ojos en los míos, baja su mano por en medio de ambos cuerpos para guiar su miembro erecto en mi, un pequeño jadeo sexy saliendo de sus labios.
Es tan lindo, y es mío.
Todo mío.
Sus ojos se suavizan mientras me observa, evaluando mi reacción a su contacto. Y yo sonrío en respuesta porque podría hacer esto cada noche. Si. Cada noche dormir en los brazos de Christian.
Lo atraigo a mi boca para besarlo, haciendo que sus ojos se cierren cuando comienza a moverse, golpes lentos y profundos que me hacen querer más y más.
—Nena...
Mis manos tienen vida propia y se deslizan sobre su culo para marcar el ritmo, estremeciéndome con cada uno de sus empujes. Estoy cerca de mi liberación, puedo sentir la presión creciendo.
—¡Si, Christian! ¡Si!
Mis mejillas se sonrojan, el calor esparciéndose por mi cuerpo mientras el chico de los ojos grises sigue embistiendo. Pequeños gruñidos sexys llenan la habitación.
—Ana.
Dice mi nombre en un susurro y su cabeza se apoya a mi lado en la almohada. Lentamente recupera el aliento, lo suficiente para dejarse caer a un lado.
—¿Nena?
Giro la cabeza para mirarlo, sonriendo por el momento tan íntimo que compartimos, la atracción entre nosotros aún fuerte.
—¿Si? —muerdo mi labio inferior y agito las pestañas.
—Quiero que despidas a Luke.
¿Qué?
—Yo no entiendo... —balbuceo totalmente confundida.
—Dije... Que te deshagas del guardaespaldas.
¿Está bromeando? ¿Justo ahora? ¿Eligió este momento para hablarlo?
—No.
—Ana —insiste.
—¡Dije que no!
—¿Por qué no?
Este chico.
Tiro de las sábanas sobre mi cuerpo, dando por terminada la conversación con este chico necio que insiste en darme órdenes sin aceptar las mías.
—¿Ana?
Lo ignoro porque quiero dejar de discutir pero no me alejo de la cama. Me acomodo de lado sintiendo el calor de su piel en la espalda desnuda. Finalmente suspira y vuelve a recostarse, metiéndose bajo las sábanas también.
En medio de la noche, el pequeño llanto de Ray me despierta.
—Bebé... —balbuceo abriendo los ojos.
—Yo iré —su mano se posa sobre mi cintura, deteniéndome—. Vuelve a dormir.
—Bien.
Es maravilloso tenerlo aquí. Gail también se habría levantado para atenderlo, pero que lo haga Christian me da una sensación de satisfacción muy grande.
Mis ojos se cierran de nuevo y caigo de vuelta en el sueño de una casa grande, en algún lugar apartado con un enorme jardín donde mi bebé pueda dar sus primeros pasos.
Luego la alarma.
¿Quién rayos pone una alarma en la madrugada?
Christian se remueve a mi lado, su brazo apoyado en mi cintura y mi mano encima de la suya. Estira el brazo hacia atrás, a la mesita de noche.
—¿Por qué tienes una alarma? —chillo cubriéndome la cabeza con la sábana.
—Es la hora de salir a correr, ¿Quieres venir?
Se levanta de un salto, moviéndose por toda la habitación como un remolino ruidoso.
—No, ¡Quiero dormir!
Escucho una pequeña risita.
—¿No quieres estar en forma?
¿Cómo? ¿Él piensa que necesito ejercicio?
—Estoy en forma, Christian. Hago yoga cuatro días a la semana y tengo un cocinero especializado en dieta vegana.
—Pero comes carne... —lo interrumpo.
—¡Ese no es el punto! —ahora estoy molesta porque ahuyenta mi sueño—. Son las 6 de la mañana y me gustaría dormir otro poco antes de que Ray despierte.
Como si lo hubiera llamado, el monitor de bebé emite ruiditos que se convierten en llanto.
—Mierda. —susurra.
En automático saco los pies de la cama y aparto la sábana, un escalofrío recorriendo mi espalda por el aire frío de la mañana recordándome que sigo desnuda.
Cuadrando los hombros, me levanto como si este fuera mi estado natural de seguridad y camino a la cajonera.
Hombros atrás, pecho adelante, barbilla arriba...
Benditas clases de actuación.
Tomo una camiseta de Christian del montón de ropa que dejó ahí y la deslizo sobre mi cuerpo, una gran sonrisa en mis labios.
—Hay un gimnasio en algún piso de este edificio, pero si quieres salir debes llevar a Jason contigo.
Abro la puerta de la habitación y cruzo el pasillo hasta la de mi bebé, los pasos de Christian sonando detrás de mí.
—¿A dónde vas? —ignora mis palabras—. No puedes ir por ahí sin bragas.
—Voy por Ray, no ando por ahí —enfatizo lo ultimo—. Además, es mi casa.
Tomo al bebé de la cuna y voy a la mecedora para amamantar en una posición cómoda. Christian se sienta en el borde de la cama para mirarnos.
—Creí que ibas a salir. —no puedo ocultar la sonrisa.
—Me quedo.
Usar la camisa de Christian mientras intento alimentar al bebé es difícil, así que lo dejo un momento en sus manos para ponerme una bata, sus ojos grises siguiéndome.
—Me gusta esto —señalo entre nosotros—. Cuidar a nuestro hijo juntos.
Y el sexo. Definitivamente podría acostumbrarme al sexo.
Tomo de nuevo a Ray y me siento, descubriendo mi seno para él pero manteniendo la mirada en su padre. Sus ojos entrecerrados mirando mi teta libre.
—¿Estás listo para otra cita esta noche?
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Glamour: La Vida Secreta De Una Estrella
FanficSer una actriz reconocida, ganar millones y estar rodeada de hombres es el sueño de muchas mujeres... Pero no el mío. Yo quiero ser libre. ¿Cómo serlo cuando los paparazzis me siguen a todos lados? ~ • ~ La historia es mía, pero los nombres de los p...