Bakugou

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Tus ojos se abrieron con pesar. Una luz te cegó al instante. Parpadeaste. Una, dos, tres veces quizás. Tus ojos tardaron, pero lograron acostumbrarse a aquel brillo en cuestión de segundos. Finalmente abriste tus ojos completamente. Sentías la comodidad de una cama, sabías que no era la tuya, sin embargo, era una. Dejaste caer tu mirada. Viste tu cuerpo y como estaba lleno de cables que te conectaban a máquinas. A diferencia de otras partes de ti, tus brazos estaban repletos de esas conexiones. Levantaste la mirada. Observaste tus alrededores. Era un lugar muy blanco, a decir verdad. Habían tonos azulados también, pero en menor cantidad. Tu cuerpo dolía, sin embargo, podías moverlo. Giraste tu cara hacia un lado lentamente. Había una ventana de la cual la luz venía. Abajo de esta estaba un sillón, también de un color azul. Tus padres estaban recostados ahí, abrazados. Dormían pacíficamente.

—¿Papá? ¿Mamá?— llamaste. Tu voz se entrecortó por lo seca que estaba tu garganta, el ardor que sentiste al hablar ayudó a despertarte. Llevaste las manos a tu cara y tallaste tus ojos. Tus padres se levantaron sorprendidos, para después acercarse a ti con brusquedad.

—¡Ya despertó! ¡Doctor! ¡Mi hija ya despertó!— tu mamá gritó. Acarició tu mejilla con su pulgar. Ella comenzó a llorar. Tu padre no decía nada, pero sus lágrimas delataban sus sentimientos. Ambos te miraban con amor y felicidad.

Varias enfermeras y doctores entraron a tu habitación sin aviso. Comenzaron a revisarte a ti y a tu condición. Algunos de ellos tomaban notas de la información que aparecía en los aparatos conectados a ti y otros usaban su instrumental para analizar tu respuesta a sus acciones. Ordenaron a tus padres salir de la habitación, ya que necesitaban el mayor espacio posible para lograr un chequeo efectivo.

Al parecer, estabas viva. Lograste sobrevivir a lo que ocurrió en el secuestro. No tenías ni idea de cómo, pero, al menos te sentías agradecida por ello. De igual manera, no sabías que ocurría a tu alrededor, solo veías a personas de vestimenta de color similar a las de tu cuarto trabajar. Todos ellos circulaban por tu cuarto. Te preguntaban cosas, y solo respondías con frases cortas y simples, ya que no tenías energía para más. Te entregaron un vaso de agua, fueron segundos los que esa agua duró en el vaso; la tomaste tan pronto te la dieron. Los miembros del hospital comenzaron a salir de tu habitación, se notaban satisfechos. Al lado contrario de tu habitación había otra ventana, sin embargo, esta daba a un pasillo del hospital. Observaste como ellos hablaron con tus padres después de salir, los últimos mencionados explotaron en felicidad al escuchar lo que sea que los doctores les dijeron.

—Hola, mi amor...— tú madre se hizo pasó en la habitación. Se acercó a ti. Volvió a pasar su pulgar por tu mejilla. Simplemente sonreíste. —¿Cómo te sientes?— preguntó.

—Bien...

—¿Sólo bien?

—Un poco extraña, pero bien. —aclaraste. Ella te miró dulcemente.

—Me alegro...— dejó de tocar tu mejilla y movió su mano. Su mano buscó la tuya y las entrelazó. Tú no respondiste al tacto, solo mantuviste tu mano ahí. Ella hizo más presión en el agarre, buscando que respondieras a su muestra de cariño. No lo hiciste.

Tu padre entró a la habitación, se puso al lado de tu madre y te miró. —Sé que acabas de despertar, pero... necesitamos respuestas. —declaró. Asentiste, ya sabías que algo así pasaría pronto. Tu madre se molestó.

—¿Acaso no ves que no tiene ni fuerza para agarrar mi mano?— señaló como sus manos estaban "entrelazadas". Ya que, tú no sostenías la de ella.

—Es a propósito.

—¿Qué?— tu madre te miró en conmoción. Hizo más presión en el agarre de sus manos.

𝐄𝐥 𝐓𝐫í𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚 || Shoto Todoroki & Katsuki BakugouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora