⛈𝘖𝘯𝘭𝘺⛈

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El sonido de pasos lentos sobre la alfombra combinados con el ruido que provocaba el cristal de las botellas en el suelo al chocar fue lo primero que escuchó el joven de veintiún años que aún seguía acostado sobre aquella fría cama gruñendo con algo de fastidio por ser despertado

-Oh, lo siento Aesop- comentó con un ligero tono de preocupación aquel hombre del cual el chico ni siquiera recordaba el nombre

El antes mencionado simplemente se limitó a guardar silencio abriéndose paso por las sábanas y el pequeño grupo de botellas de cerveza que adornaba aquella cama

Ignorando al desconocido que yacía sobre la cama durmiendo junto al lugar que momentos antes ocupó Aesop. El de cabellos platinados se dispuso a buscar las prendas de ropa que le pertenecían, mientras lo hacía no pudo evitar mirar aquella escena que le rodeaba preguntándose: "¿Cómo he llegado a esto?"

Aesop Carl de veintiún años se encontraba de pie en aquella fría y oscura habitación repleta de botellas de cristal verde oscuro las cuales, en algún momento de la noche anterior, tuvieron cerveza; después de haber dormido con dos hombres los cuales no conocía.

¿Esa era la vida que había elegido? Hasta hace un año era la persona más feliz del mundo, todos sus días eran soleados mirando aquel hermoso celeste del cual se había enamorado, incluso en los días más grises y en las noches más oscuras. Aún podía ver un hermoso cielo celeste

Quizá aquel no había sido el camino que le hubiera gustado seguir pero, después de meses de terapias y medicamentos, fue el único que le brindó un alivio momentáneo a todo el dolor que le había dejado la persona que en su momento fue quien más felicidad le trajo.

Una vez que Aesop encontró sus prendas se puso cada una en orden procurando hacer el menor ruido posible pues intentaba irse sin mediar palabra con alguno de aquellos hombres pero, cómo sospechaba el joven, aquello no le fue posible

-¿Qué harás esta noche?-

Pregunto el hombre que arrastró a Carl fuera de su sueño hacia semejante infierno

Aesop sabía a qué iba la pregunta. Con una mirada fría y carente del más mínimo rastro de alegría el chico respondió con un rotundo "Estoy ocupado" para después tomar su celular y llaves dispuesto a salir de aquel lugar que le causaba náuseas con solo respirar.

Incluso una vez que salió de aquel miserable intento de departamento, incluso cuando se dirigia hacia la vieja y descuidada puerta de aquel complejo de departamentos, incluso cuando ya caminaba en la acera hacia su casa. Aún sentía como la suciedad, el alcohol, el olor a sudor y esperma se mezclaba en sus fosas nasales provocándole aún más náuseas de las que ya tenía.

-Soy solo yo-

Dijo para si mismo pues sabía que aquel asqueroso olor era del cual se había impregnado su nariz, aquella era la consecuencia de pasar noche tras noche suprimiendo el dolor de su perdida.

Aquella batalla parecía imposible pues, después de haber pasado tres años junto a su prometido, Joseph, ya le era imposible suprimir aquellos recuerdos Pues cada calle, cada establecimiento y cada pareja solo eran un recordatorio de lo que él había perdido

Aesop dirigió su mirada hacia el cielo brumoso, incluso un día así le recordaba a su amado, a aquellas veces en las que ambos se quedaban en casa, preparaban café o chocolate caliente y pasaban toda la tarde sentados junto a la ventana, abrazados mirando las gotas de lluvia morir al golpear el cristal de la ventana

-Joseph...-

Susurró al viento esperando a que esté llevara aquel solitario llamado hacia el albino pero como respuesta solo obtuvo una gota de lluvia sobre su mejilla la cual dejó un rastro húmedo sobre esta el cual después fue cubierto por sus lágrimas saladas mientras agachaba la cabeza y seguía caminando a paso lento, incluso aún cuando la lluvia había mojado por completo sus ropas, incluso aún cuando la calle se había vaciado por completo él permanecía taciturno alargando el momento de llegar a su casa pero, Aesop Carl no tiene tanta suerte.

Completamente desganado el joven abrió la puerta principal de su casa dejando sus llaves en aquella mesa de madera oscura junto a la puerta la cual cerró detrás de él. Cómo era costumbre nada más entrar una inmensa soledad y silencio inundaron al pobre chico encogiendo los restos de su corazón, destrozandolos y dejando poco menos que polvo. Pero aquello no le importó a Carl, pues aquel día había llegado a su límite.

Y así, sin que nadie se diera cuenta el silencio de aquel lugar se vió interrumpido por un precipitado estallido el cual duró apenas unos segundos pero fue suficiente para que Aesop finalmente se liberará de aquel dolor

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