todo comenzó el domingo previo a la víspera de la noche de animas, que ese año caía en jueves, como cada día había ido a trabajar, me dedicaba a reponer las estanterías en un supermercado a apenas 5 km del lugar donde estaba residiendo, un pequeño piso de apenas 40 metros cuadrados, tenía lo que más podría desear, una familia estupenda en la que apenas había peleas, cosa que adoraba, además de que aunque la situación financiera por la que pasaba no era la mejor al haberme mudado recientemente de casa de mis padres, si que estaba contento con todo lo que aprendía de mi mismo y de las cosas que estaba consiguiendo con el esfuerzo, lo que jamás imaginé es que pronto todo cambiaria para siempre y por desgracia, no para bien precisamente...
el lunes había empezado con buen pie, bastante trabajo, como era costumbre a la hora de reponer los productos agotados de las estanterías, cuando acabé mis labores, me fui a ayudar al almacén como solía hacer las veces que no había demasiada gente en el establecimiento, las horas pasaban, casi eran las 22:00, la hora de cerrar, yo solía ir en coche hacía el piso, creo que fue aquí donde todo comenzó, a mitad de camino me pude encontrar un animal, un perro abandonado, diría que de apenas unos 8 meses de vida, el pobre estaba desfallecido y yo creía que estaba en las últimas, por lo que lo subí al coche y me lo llevé a casa, hice lo que pude por curar las heridas que tenía, una vez conseguí, o creí, haber podido hacer que el animal se sintiera mejor tras limpiar y tratar sus heridas, le dí algo de comida, ya que tenía un perro que, en esos momentos lo tenía mi familia, ya que de vez en cuando les llevaba a Frank, como llamaba cariñosamente a mi mascota para que ellos también pudieran gozar del cariño y de la compañía de tan maravilloso animal, cuando el pequeño que encontré al fin se quedó dormido, me levanté y me dispuse a buscar el contacto de la clínica veterinaria más cercana aunque hasta la mañana no podría llamar para llevarlo, por lo que una vez lo encontré, decidí que también era hora de que yo descansara así que fui a dormir.
el día siguiente fue un poco más movido, me había retrasado para ir al trabajo por llevar al perro a la clínica, allí me habían dicho que requería estar unos días en observación, cosa que me pareció muy extraña ya que pensaba que solo tenía las heridas que le había tratado en la noche anterior, cuando llegué al trabajo, mi jefe estaba esperándome, pues al no notificar el retraso ya que se me había olvidado por completo me llevé una buena regañina, aunque no pasó nada más fuera de lo común aparte de eso, cuando cerramos, me tocó quedarme un poco más para hacer el inventario de la semana, pues cada semana le tocaba a uno y esa semana era el mío el que tocaba
cuando acabé de hacer el mismo, pude observar en la puerta algo poco usual, una figura me observaba desde fuera de la tienda, parecía vestir como una persona que vive en la calle, un vagabundo, fue lo primero que quise pensar, pero al ver que me miraba tan fijamente, eso me puso nervioso, habría dicho que quería comida, pero esos ojos los recordaré el resto de mi vida, el hombre tenía una expresión vacía, como si hubiera quedado con la mirada perdida pero, al moverme, me di cuenta de que sus ojos me seguían, pensé en llamar a la policía y tal vez hubiera sido lo más sensato, pero al no acercarse no podía hacer nada, de depende escuché una lata caer al suelo de un pasillo cercano, cosa que me hizo dar un sobresalto girando la cabeza rápidamente, al no ver a nadie y ver la lata en el suelo volví la cabeza y el hombre ya no estaba, quise pensar que era mi mente jugándome una mala pasada, volví a poner el bote en la estantería y me fui de la tienda, más aquello no calmó mis nervios, mientras seguía el trayecto a casa en el coche, mi mente no cesaba en recordar los últimos momentos acontecidos en la tienda cuando por fin empezaba a calmarme, escuche una voz llamandome por mi nombre, una voz que no conocia, una voz masculina, grave tetrica, jamás había escuchado un tono así, cuando giré la cabeza al escuchar la voz, vi a aquel hombre sentado al lado mío en el coche, mirándome con esos ojos que me habían puesto nervioso, lo que me hizo dar un grito de puro pavor y por ende y de forma instintiva, un volantazo peligroso, el coche dió varias vueltas de campana, la carrocería había acabado destrozada y yo estaba en el interior, inconsciente, aunque vivo y herido, me había roto un brazo, además tenia heridas por todo el cuerpo, además de una brecha en la cabeza
no recuerdo el tiempo que estuve inconsciente pero según los médicos, había pasado días allí, estaba tumbado en una cama de hospital, con goteros puestos y sintiendo como el cuerpo me dolía a más no poder, de nuevo volví a ver aquella presencia, la maquina que estaba conectada que decía las pulsaciones estaba incrementando los pitidos al ritmo de los latidos de mi corazón, cada vez más sobresaltado, mi mano no reconocía el dolor que sentía y se cerró en puño, pues mayor era el miedo que sentía a aquel hombre, deseaba correr, pero en mi estado no podía y dí un fuerte grito de pavor y enseguida dos doctoras y un médico vinieron a calmarme, decían que me calmase que allí no había nadie, cuando miré a una de las doctoras, no tardé en volver la vista hacia donde estaba el hombre, había desaparecido, al contar lo que había pasado, los médicos habían llamado a un Psicólogo, quien determinó que estaba totalmente cuerdo y lucido, nadie conocía al hombre que había visto y según me informaron, fue la única persona en el accidente, entonces... ¿Quién o que era ese hombre que me estaba observando?