Abrir con Bisturí una Flor

Cambio de planes

Quién iba a decir que iba a encontrar algo interesante en esa fiesta. Cierto, iba a divertirse pero no tenía intenciones de coquetear con nadie; Y sin embargo se había terminando enredando en un juego de palabras y miradas con aquél médico tatuado que se notaba a leguas era un experto seductor. 

No se sentía timada, por lo menos no todavía, le parecía interesante, había algo en él que era bastante atractivo y no se refería solo a físicamente, no, no eran solo sus ojos grises, y su cuerpo delgado torneado, sus orejas perforadas y su cabello negro revuelto que le daban un aire rebelde, con su sonrisa seductora y sus manos fuertes parecía más pirata que médico; no, no era solo eso, tenía un aire profundamente nostálgico, que le resultaba familiar, sería la plática de la muerte, tal vez, ella bien lo sabía, por mucho esfuerzo que uno hiciese la gente a veces se muere, o muchas veces, más bien.

Pero también estaba eso otro, lo que sintió cuando la jaló hacia la pista, por un breve instante pareció que se besarían.

Se conocía, no solía enamorarse cada tres segundos como Sanji, ella era más bien de enamorarse lento, y sin embargo, este chico le gustaba, así: con tres palabras y una copa; aceptó bailar con él con gusto, y ahí estaban, en la pista de baile bailando más juntos de lo que deberían; podía olerlo, olía fresco, a jabón y recién bañado, sudaba como todos, entre el calor de la casa encerrada y calor del baile.

Él se desabotonó toda la camisa y ella pudo notar sus varoniles acentos y el corazón tatuado en el pecho. "Simples pero significativos" había dicho él, algún evento muy importante estaba escrito entre esas líneas. Le gustaban esos tatuajes, tal vez ella también podría tatuarse sus eventos significativos, aunque probablemente no le alcanzaría la piel.

Dejó de pensar un rato y disfrutó de la canción y del baile, él no la tocaba pero dejaba muy en claro que era su pareja de baile, no se separaba de ella y si giraba, él estaba ahí, si ella le daba la espalda, él se acercaba más.

¿Cómo explicarlo? Se atraían como imanes, sentía cada vez que se se acercaba su piel a su piel una especie de magnetismo, se le erizaban los vellos, parecía que si se acercaban más se pegarían.

Él bailaba bien, movía los pies, las caderas y las rodillas también, con los brazos no hacía tantos movimientos, a diferencia de ella que disfrutaba del efecto de las luces que multiplicaba sus brazos.

Ella tampoco hacía esfuerzos por separarse de él, de repente sus miradas se cruzaban, o se dedicaban una sonrisa, pero no se tocaban, rozaban de repente las manos, o la falda que se levantaba rozaba el pantalón o su camisa abierta le rozaba el vientre por un breve momento.

Había una tremenda tensión física entre ellos.

Era una sensación muy rara. Robin no era ingenua, se estaban coqueteando. Y no le sorprendía tanto que Torao le coqueteara, él podía hacer lo que quisiera, lo que le sorprendía era que ella le estaba siguiendo el juego.

Notó, en una vuelta, la mirada de sorpresa de Nami, que fingió no ver, también en otro momento chocó con la mirada intensa de Zoro que evitó con tanta rapidez que casi se tropieza con su compañero de baile.

Bailaron un buen rato sin separarse uno del otro.

Algo se estaba gestando y no sabía muy bien qué.

Pero se estaba divirtiendo, los demás los miraban, era evidente que ya se habían dado cuenta de que ese par de atraía, excepto tal vez Luffy, con su desinterés total en la vida amorosa, y Chopper con su natural ingenuidad.

Pero no le daba vergüenza, algo en su compañero le inspiraba la confianza suficiente para que se dejara coquetear en público y la complicidad con sus compañeros le permitía coquetear como quisiera sin sentirse juzgada. Así pues se coquetearía con ese médico hasta que acabara la noche si quería, no esperaba nada comprometedor y aquel cirujano seductor tampoco parecía buscarlo.