• CAPÍTULO 27 •

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Olivia

Lunes otra vez, la alarma suena y lo único que quiero es dormir cinco minutos más pero sé que si duermo esos cinco minutos más, no podré levantarme hasta que sean las doce del día. No debí haberme quedado despierta hasta tan tarde, pero no podía callar mi cabeza dándole vueltas al tema.

Me levanto y voy a la ducha, un chorro de agua fría me alerta de que, otra vez, olvidé encender el termosifón. Me cubro con la toalla y tiritando voy a la cocina a encenderlo. Vuelvo al baño y logro darme una ducha como corresponde, pero claro, esta vez con menos tiempo.

Me calzo una blusa rosa palo junto a unos jeans ajustados y unos botines a juego. Saco un abrigo del armario y busco los uniformes de los mellizos, se los dejo encima y los despierto dulcemente. Permito que se vistan por sí solos mientras yo corro a la cocina a preparar algo decente para desayunar.

Espero que unas pobres tostadas con manteca y una leche, en mi caso café, sean suficientes para nuestros estómagos y el largo día de hoy. Mamá luce relajada, claro ella entra más tarde y no le preocupa el tiempo, Lucas por otro lado, parece igual de atrasado que yo, tiene su cabello despeinado y su ropa desaliñada, probablemente se quedó dormido.

Media hora más tarde, estamos todos sobre el auto en camino a las respectivas escuelas, en mi caso, oficina. Pareciera que todos se han levantado a la misma hora el día de hoy, lo que explicaría el tremendo tráfico en el que estamos atrapados.

Creo que hoy todos llegaremos tarde, aprovecho de enviarle un mensaje a mi jefe avisándole de mi tardanza a causa del gran tráfico frente a mí. Él me comprende totalmente, sobre todo porque él también está atrapado en el atracón. Me tranquiliza saber que no soy la única que llegará tarde a la oficina.

Poco a poco avanzamos y por fin llegamos a nuestra primera parada, el instituto de Lucas, él se despide y baja rápidamente, lo veo correr hacia el portón, intercambia algunas palabras con el conserje y lo deja pasar. Ahora a dejar a los mellizos, arranco el motor y tomo un desvío para poder llegar un poco más rápido, por suerte, este camino está despejado.

Se desabrochan sus cinturones, cierro el auto y los tomo de la mano para comenzar a correr al portón. Le explico la situación al conserje y luego de un par de insistencias de mi parte, les permite pasar no sin antes dejar anotados sus nombres en su libro de atrasados.

Vuelvo al auto y emprendo camino a la oficina, el tráfico se ha disuadido un poco por lo que no tardo demasiado en llegar, pero aún así, llego con más de media hora de retraso. Estaciono el auto de mamá y camino hasta mi oficina, saludo a mis compañeros que me miran con cara de "¿cómo se atreve a llegar tan tarde?", "privilegios de ser la preferida del jefe", "seguro se acuesta con el jefe" o cosas así, que sé que murmuran a mis espaldas cuando creen que no los escucho. Sinceramente, no me interesa lo que opinen de mí, los dejo hablar y continuo con mi camino.

Antes de entrar a mi oficina, paso a saludar al jefe y explicarle las razones de mi retraso, golpeo su puerta con mis nudillos y me permite pasar. Me recibe con una sonrisa y me invita a sentarme, obedezco y le relato la razón de mi visita.

Mark: querida Olivia no te estreses.- me tranquiliza.- son situaciones que no se controlan, no te preocupes.

Oli: pero señor, esto no hubiera ocurrido si...

Mark: Olivia ¿qué hablamos sobre el "señor"? - me interrumpe.

Oli: discúlpeme señ...- frunce el seño.- Mark.

Mark: así está mejor, sabes que no soy viejo y no me gusta que me hablen de usted, tutéame todo lo que quieras.

Oli: okey Mark.- asiento con la cabeza.- solo venía a avisarle que no ocurrirá otra vez, eso se lo...- me corrijo.- te lo prometo.

Dejaría todo... [Erick Brian Colón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora