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Una pequeña y fría brisa recorrió una habitación blanca, tocando delicadamente los pétalos de las flores que reposaban sobre una blanca mesilla de noche, agitando sus pétalos suavemente.

Entre la soledad de la habitación había una camilla, de blancas mantas acompañadas de una silueta femenina que reposaba tranquilamente sobre esta, en silencio y mirando a su única fuente de conexión hacia la libertad, una ventana.

—¿Se encuentra bien hoy?.— preguntó dulcemente una voz, una joven voz que provenía de un cuerpo delgado y pálido, de cabellos oscuros y de ojos avellana.— Madre.— volvió a llamar a la silenciosa mujer que reposaba sobre la camilla, quien ni siquiera se inmutaba, simplemente se dedicaba a suspirar lentamente sin mover sus ojos de la ventana.— Madre.

—Es suficiente por hoy, Hanna— susurró un hombre delgado desde la puerta de la habitación, mirando la espalda descubierta de la chica.— Hoy tampoco hablara.

Hanna miró dulcemente el rostro de su madre, de su delgada madre que hoy en día se encontraba postrada sobre una cama sin hablar; Desde la muerte de su padre hace un año, la vida de Hanna tanto como la de su madre había cambiado, y habían pasado a una rutina más brusca, llena de dolor y desesperación por el corazón roto de una familia cayéndose a pedazos.

—Nos vemos mañana.— susurro dulcemente, sujetando las delgadas manos de su madre entre las suyas, para acariciar sus dedos delicadamente.— Te traeré tus flores favoritas.

Una sonrisa triste se escapó por los labios de Hanna, quien depositó un beso lleno de esperanzas en las manos de su madre, para levantarse de la silla en la que había estado sentada durante hora, contemplando a su madre.

Hanna se levantó cuidadosamente de la silla, para caminar hacia la puerta donde le esperaba el doctor de su madre, pero como en todas las veces de su visita, tuvo que pararse a mitad del recorrido para girar su cuerpo y voltear a mirar a su madre, con esperanza de que esta estuviera mirando hacia su dirección o al menos a alguna parte de la habitación, pero al igual que otras veces, hoy era ignorada nuevamente.

—Vamos.— susurró el doctor, mirando con lástima a la joven de su delante, quien aún a pesar de todos sus intentos por hacer que su madre vuelva a ser la misma, no perdía las esperanzas.

—Si.— contestó, siguiendo su camino para terminar saliendo de la habitación, cerrando la puerta y dejando a su madre sola durante otro día.

La delgada femenina suspiró y aflojó sus hombros moviéndolos un poco, intentando tranquilizarse y poder hablar con su doctor.

—¿Te encuentras bien hoy?— pregunto amablemente el delgado, mirando ligeramente hacia abajo ya que la menor era más pequeña.— Te vez un poco cansada.

—Estoy bien.— sonrió amablemente, acomodando su chaqueta.— Debo de estar bien para ella.

Los ojos azules del delgado miraron el rostro cansado de la menor, buscando signos de enfermedad, pero como en otras veces el único signo que encontraba en él era el del cansancio.

—Debería descansar un poco más.— recomendó.— No es necesario que venga todos los días, usted podría llamarme cualquier día y avisarme que no vendrá, así me quedaría yo con s.

—No es necesario.— corto rápidamente la pelinegra, sonriendo de lado.— El venir todos los días para mi es fácil.

Un suspiro cansado salió de los labios del hombre, pasando su mano por sus cabello para despeinarlos.

—Bueno.— soltó derrotado.— Su madre últimamente se encuentra mejor.— informó, acomodando sus gafas sobre su rostro.— Durante las noches ya no necesita vigilancia, así que supongo que estaría bien el quitarle las pastillas para el sueño.

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2021 ⏰

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R O T O  ∷ Kim Taehyung  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora