Min Yoongi🌑

29 2 0
                                    



La noche estaba viva latiendo con el pulso de incontables multitudes, caminó entre ellos, sin ser visto, indetectable, moviéndose con la fluida gracia de un depredador de la jungla, su esencia le invadía la nariz, ropa perfumada, dulce champú, Jabón, alcohol, drogas y sida.

El dulce e insidioso olor de la sangre, había mucha en esta ciudad, ganado, oveja, presas, la ciudad era el coto de caza perfecto, pero se sentía bien ese día, aunque la sangre le susurraba, tentándole con la promesa de fuerza y poder, el seductor frenesí de la excitación, se abstuvo de satisfacer sus deseos. Después de tantos siglos de caminar por la tierra, sabía que las promesas susurradas estaban vacías. Ya tenía una fuerza y poder enorme, y sabía que el frenesí, aunque podía ser adictivo, era la misma ilusión que proporcionaban las drogas en los humanos.

El estadio de esta moderna ciudad era enorme, con miles de personas aglomeradas dentro, caminó pasando a los guardias sin dudar, con la seguridad de que no podrían detectar su presencia.

El espectáculo de magia que combinaba escapismo, desaparición y misterio estaba casi finalizando, y conteniendo el aliento un silencio de anticipación había caído sobre la multitud, sobre el escenario una columna de niebla rosa surgió desde el punto donde, un momento antes, el mago había estado en pie.

Se mezcló entre las sombras, su mirada gris pálida recorrió el escenario, entonces él emergió de la niebla, la fantasía, el sueño de todo ser humano en cálidas y húmedas noches, de raso y seda, místico, misterioso, una mezcla de inocencia y seducción, se movía con la gracia de un encantador, el espeso pelo rubio caía en cascada formando ondas hasta su delgado cuello, un traje blanco de estilo Victoriano cubría su cuerpo, moldeando su alto y turgente pecho así como su delgado tórax y la estrecha y diminuta cintura, pequeños botones de perlas bajaban por la parte delantera del traje, abierto a partir del pecho, revelando incitantes vistazos de una clavícula bien forma, gafas oscuras de fabricación especial ocultaban sus ojos pero atraían la atención a la lujuriosa boca, los dientes perfectos, los pómulos clásicos.

Kim Jimin, uno de los más grandes magos del mundo.

Él había soportado casi mil años de negro vacío, sin alegría, sin rabia, sin deseo, sin emoción, nada, excepto la bestia agazapada, hambrienta, insaciable, nada más que la oscuridad, la mancha que se extendía por su alma, sus pálidos ojos se deslizaron sobre la pequeña y perfecta figura, y la necesidad le invadió, dura, hambrienta, dolorosa, su cuerpo se inflamó, se endureció, cada músculo se tensó, caliente y doloroso, sus dedos se cerraron lentamente alrededor del respaldo de un asiento del estadio, hundiéndose profundamente, dejando las impresiones visibles de los dedos de un hombre en el metal, la transpiración bañaba su frente, permitió que el dolor pasara sobre él, a través de él, lo saboreó, lo sintió,

su cuerpo no sólo lo quería, lo exigía, ardía por él, la bestia elevó la cabeza y lo miró, marcándolo, reclamándolo, el hambre surgió brusca, peligrosa, ferozmente, sobre el escenario, dos asistentes empezaron a encadenarlo, tocando con sus manos la suave piel de Jimin sus cuerpos lo rozaban, un gruñido bajo retumbó en su garganta; sus ojos brillaron de un fiero rojo, en ese momento mil años de autocontrol explotaron, liberando a un peligroso depredador, nadie estaba a salvo, mortal o inmortal, y él lo sabía.

Sobre el escenario, la cabeza de Jimin se alzó y giró alrededor examinando el escenario como si estuviera olfateando el peligro, un pequeño cervatillo atrapado en una trampa, corriendo hacia la tierra.

Sus entrañas se tensaron, sentimientos, oscuro deseo, cruda lujuria, una profunda y primitiva necesidad le poseyó, cerró los ojos e inhaló bruscamente, olió el miedo de Jimin y le complació, habiéndose considerado perdido por toda la eternidad, no le importaba que sus sentimientos fueran tan intensos que bordearan la violencia, eran genuinos y estaba disfrutando la capacidad de sentir, sin importar lo peligroso que fuera, no tenía importancia haberlo marcado injustamente, que él no le perteneciera legítimamente, que hubiera manipulado el resultado de su unión incluso antes de su nacimiento,

Magia oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora