Wherever You Are ||Luke Hemmings|| CANCELADA TEMPORALMENTE

Capítulo 1.-

Capítulo 1.- Donde quiera que estés.

Hacía frío, llovía a cántaros y la luna de mi coche estaba empañada, no lograba ver nada. Tenía que llegar a clase a tiempo, o sino me echarían otra vez.
Eran las 8:23 a.m. cuando estaba aparcando en el estacionamiento del instituto, me quedaban exactamente dos minutos para no ser expulsada a la biblioteca.
Salí del vehículo lo mas rápido posible, todo lo que mis botas de "militar", como algunos decían, me permitían. Justo conseguí pasar la puerta cuando el conserje estaba a punto de cerrarla.
-Llega tarde otra vez señorita. Un poco más y me temo que se queda fuera, aplíquese el cuento. -Dijo en tono severo pero cortés al mismo tiempo-.
-Lo haré, muchas gracias. -Respondí con un poco de prisa-.

Subía las escaleras a todo correr como si no hubiese un mañana. Al fin, después de recorrer algunos pasillos, llegué a mi clase y toqué la puerta.
-Adelante -se oía desde fuera del aula. Abrí la puerta y me asomé.
-Perdone profesora, ¿puedo pasar?
Me miró por encima de sus gafas.
-Smith, llega tarde otra vez, he estado a punto de ponerla falta.
-Perdone, -dije por segunda vez- tuve unos problemas en la carretera; la lluvia y... -a penas acabé la frase. Me quedé mirando a alguien, alguien que no había visto nunca, me llamó la atención, era un chico rubio con los ojos azules, tenía un percing y un aire de superioridad. Estaba atrás del todo, con una sola persona al lado, Hood, Calum Hood, era mi mejor amigo, devolví la mirada al chico rubio, que no me quitaba la vista de encima. Fue ahí cuando Calum trataba de decirme algo, volví un poco la cabeza y leí sus labios. Parece que decía "Destraba" mientras señalaba disimuladamente a la profesora-.

-Señorita Smith, ¿me está escuchando?
-Eh... Si, si. -Mentí-.
-Se lo repetiré por última vez, no la echaré a la biblioteca, pero la pondré un retraso. La próxima vez que llegue tarde me temo que tendré que llamar a su casa.
"¿A mi casa?" Pensé. De eso no había problema, ya que mis padres trabajaban todo el día, y las limpiadoras solo se contaban los chismes entre ellas.
-De acuerdo. -Le dije con la mente despreocupada, a pesar de lo que me acababa de decir.
-Tome asiento. -Alzó el brazo y señaló a las mesas vacías. Yo me senté atrás del todo, al lado de Calum, como de costumbre.
-¿Qué pasó hoy? -dijo riendo-.
-Ya sabes, se me pegaron las sábanas, lo mismo de siempre, y mira la que está cayendo... -miré por la ventana- Hey, por cierto...
-Dime.
-¿Y el chico nuevo? Ese que está a tu derecha.
-¿Él? Oh, parece que ha llegado hace unos días desde Sydney, no se que le habrá llamado a venir a Nueva Zelanda.
-Oye, cada cual con su locura. -reímos juntos-. Es muy callado, o eso parece.
-Bueno, ya conocerá gente.

Nos callamos al oir a la profesora pasando lista, sentía curiosidad por saber el nombre de ese chico.

-Hemmings, Luke.
-Presente. -alzó la mano. "Lucas..." pensé.
-Hood, Calum. -dijo-
-¡Aquí estoy, al fondo! -todos reímos, incluyendo a ese tal Luke, que apenas sonrió, por vergüenza, supongo.

Fueron dijendo nombres y oí el mío.

-Smith, Dakotta. -si, Dakotta, ese es mi nombre.
-Aqu... -no me dejó acabar la frase-
-Sí, lo sé...
-Ah, vale. -sonreí enseñando toda mi dentadura. Todos volvieron a reir.-

Se podría decir que Calum y yo éramos los payasos de la clase, la gente estaba tan acostumbrada a reirse con nosotros, que la más insignificante tontería les hacía gracia.

Las dos primeras horas se me hicieron un poco largas, pero al fin llegó el descanso. Mis amigas me dijeron que irían a verme esos 20 minutos. Ya estaban en la universidad. Dos de ellas, Catherine, que estudiaba psiquiatría, y Caroline, que estudiaba medicina, tenían 19 años, y las otras dos, Alex, que estudiaba economía y Katy, que estudiaba astronomía, tenían 20. Yo mientras tanto, aquí, aún con 17, en el último curso de la preparatoria. Aunque eran un poco más mayores, fueron las únicas personas que lograron ganarse mi confianza, junto a Calum. Yo era sociable, bastante, pero no me iba el royo de tener muchos amigos, solía ir más a mi bola, aunque la gente me apreciase.