CAPÍTULO III: Sueños de adultez

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CAPÍTULO III: Sueños de adultez

El olor a limpieza que tenía su hogar calmó un poco el agotamiento tras el largo viaje de regreso a Shiganshina. Su loft estaba bañado por la luz del atardecer, volviéndolo un entorno de tonos cálidos y anaranjados, combinando con las siluetas de las estanterías llenas de libros que poseía en su hogar.

Había un sutil aroma dulce mezclado con café, que ya se había vuelto muy usual en su departamento debido a que la cafetería se ubicaba justo debajo de este, pero ya no se hacía problemas al respecto; ciertamente, que su lugar de trabajo estuviese tan cerca de su casa tenía muchas ventajas.

– Hogar, dulce hogar. – la voz de Eren detrás de él mientras se hacía espacio para adentrarse en el lugar lo hizo voltear con una sonrisa ladina. El chiquillo traía un montón de maletas debido que ya había terminado de desocupar totalmente ese horrible apartamento en el que estuvo más de cinco años mientras terminaba la universidad.

– ¿Hogar? ¿Te refieres al mío? – preguntó con tono provocador.

– ¿Qué se supone que significa eso? – de inmediato, Eren lo miró entrecerrando los ojos.

– Tu casa está a unas calles de aquí, por si no lo recuerdas. –

Levi sólo estaba provocándolo, sabiendo que, en teoría, él y Eren todavía no vivían juntos; sin embargo, en la práctica, el chiquillo ya se había establecido en su humilde departamento desde hace varios años. Cada vez que venía al pueblo en sus vacaciones o por festividades, se quedaba a dormir ahí y, de hecho, en el closet había toda una sección destinada a su ropa, así como también la despensa estaba llena de cosas para él y también el baño.

Pero eso no significaba que al azabache no le gustara molestarlo con la ridícula idea de que no se hubiesen decidido a formalizar que, ahora que su prometido se había graduado de la escuela de medicina, por fin podrían comenzar a pensar en esta idea de vivir juntos.

– Esa es la casa de mis padres. – refutó él, avergonzado. – Eres cruel. Se supone que si yo te pedí matrimonio, deberías ser tú quien me pidiera vivir juntos. – el enfadado mocoso soltó sus cosas junto a la entrada y se cruzó de brazos.

– ¿Berrinche apenas llegar? Pensé que, con veinticinco años, estas escenas ya no pasarían, mocoso. – el chico simplemente le enseñó la lengua y se sacó la chaqueta, juntándola con el resto de sus cosas para llevarlas hasta el dormitorio.

– Aún estoy esperando tus disculpas... – le gritó desde la habitación, haciendo que el mayor simplemente lanzara una carcajada, demasiado contento de que, finalmente, Eren se quedara a su lado de manera indefinida, hasta decidir qué hacer con su vida luego de haberse graduado como médico general.

Su corazón se sentía cálido al estar en ese pequeño departamento, sabiendo que ahí habían ocurrido las cosas más importantes en la relación con el mocoso; su primer beso, su primera vez en la intimidad, el día que le dijo que se iría a estudiar a la universidad, cuando le propuso matrimonio... todo eso había sucedido entre esas paredes de ladrillo y cemento, entre las pocas cosas que guardaba en su pequeño hogar, que se había ampliado y cambiado constantemente con el paso de los años, sobre todo porque a su pareja le gustaba regalarle cosas nuevas o estar cambiando de color las paredes.

Suspiró dándole un vistazo a ese espacio que le había parecido tan amenazante y aterrador la primera vez que llegó ahí; porque se suponía que ese terreno era una propiedad a nombre de los Ackerman, que su tío le había cedido cuando decidió que quería tener su propia cafetería.

Armar el negocio por su cuenta, mudarse hasta un pueblo tan rural y distinto a la ajetreada ciudad de donde él venía, dejar atrás a su madre y su tío y también a las pocas amistades que había mantenido en su vida, le hacía comprender por todo lo que había pasado el mocoso cuando se marchó a estudiar afuera. Por esta razón, había sido paciente y comprensivo con las situaciones que el otro le comentaba, tratando de ser un apoyo constante y estar ahí para él cada vez que lo necesitaba. Bueno, eso y que lo había extrañado terriblemente durante los meses que no se veían.

No de promesas, sino compromisos  - [Ereri/Riren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora