CAPÍTULO XLV: El Encapuchado.

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-Ha pasado una semana Folmer. No podemos quedarnos de brazos cruzados.
-¡Ya te he dicho que no puedo hacer poderes ahí arriba! - le volvió a gritar a Dissior.

Desde la inesperada marcha de Marit tras superar todas las trampas de los dos reyes, estos no sabían que más hacer. Estaban confusos.
-Tiene que haber algo que podamos hacer. - Dissior no dejaba de dar vueltas en la sala principal.
Folmer estaba sentado en su trono mientras miraba con dureza al otro.
-¿Quieres dejar de moverte? Me pones nervioso. - dio un golpe seco en el suelo con su cetro, y Dissior se detuvo rápidamente.
-No puedo subir. Tienen un hechizo contra mí.
-¿Qué hiciste? - preguntó curioso Dissior.
Este le miró extraño, pensando en sí debería contárselo.
-Es una larga historia.
Folmer se levantó apoyándose con el cetro y avanzó hacia su compañero.
-Yo no puedo subir.
-Eso ya lo has dicho. - intervino de golpe el rey de la Tierra.
-Yo no puedo. Pero a ti no te han prohibido nada.
-¿Qué? ¿Quieres que suba al espacio? - preguntó alucinado Dissior.
-Tienes que hacerlo. ¿Sabes lo importante que es Marit? - le tocó los hombros preocupado. Folmer le clavó una mirada perturbadora al otro.
-¿Cómo lo vamos a hacer?

Folmer sonrió con malicia y se dio la vuelta para volver a sentarse.
El cielo se oscurecía, llegaba la noche y todo cobraba miedo por todo Amcar.
-Tienes que volver a Amcar. - sentenció Folmer de nuevo, haciendo que Dissior volviese a quedar sorprendido.
Este no dijo nada. Solo escuchó con atención.
-Quiero que bajes y que encuentres a esa bruja. ¿Cómo se llama?
-Clanmiana. Se llama Clanmiana. - le aseguró Dissior.
-Eso. Ve a por ella. Tráemela.

Horas más tarde, en Amcar, Dissior ya había descendido del cielo.
Había cruzado el pueblo, y vio con curiosidad que todo estaba demasiado vacío. Preparó su cetro para atacar a cualquier cosa que estuviera en su camino y entró en el castillo.
La buscó por todas partes. En la sala principal, en las mazmorras, en su habitación, en el patio, pero nada. Solo faltaba bajar hasta lo más hondo. Descendió aquellas odiosas escaleras corriendo, entró en el pasillo interminable y un bulto en el fondo, hizo que Dissior empuñara su cetro.
Se iba acercando poco a poco. Pero conforme lo iba haciendo se dio cuenta de que una joven muchacha yacía en el suelo.
-¿Canmia? - preguntó. Se acordaba de su nombre. De su antiguo nombre.
La bruja yacía en el suelo, pero al morir, el hechizo hizo que se transformara en una horrible bruja, se había desecho unas horas después de su muerte.
Se agachó con delicadeza y la contempló. Le rozó su mejilla con sus manos manchadas de sangre y desapareció. El cuerpo de la joven se había desvanecido. Dissior se levantó y volvió sobre sus pasos hasta llegar al castillo de Folmer.
De camino, pensaría cómo decirle que la bruja había muerto, que el plan que tenía en mente no podría hacerlo.

Entrando en la sala principal del castillo, Folmer vio que Dissior venía solo y le maldijo con la mirada.
-¿Dónde está la bruja? - dijo enfurecido.
Dissior tragó saliva y dijo:
- Ehh... Está ocupada. No puede venir. - no sabía por qué le había mentido. No quería que el plan de él se llevara a cabo. Dissior quería su plan. Crear uno y hacerlo.
De repente se oyó algo en la puerta y un general entró.
-Mi rey, - hizo una reverencia inclinándose hacia Folmer. - la bruja a muerto.
Dissior abrió los ojos como platos mientras Folmer se levantaba en dirección a este.
-¿Me has mentido? ¿Está muerta? - incrédulo clavó sus odiosos ojos en los de Dissior y este, cansado de todo, dijo lo que tanto quería decirle.
-Folmer, no creo que fuese buena idea meter a Clanmiana en tu plan.
-¡Ni siquiera sabes cuál es! - le gritó a la cara. Unas gotas de su saliva salpicaron en la cara del otro. Este ni se inmutó.
-¿No quieres subir tú? - se reía mientras se daba la vuelta.
-Pueden subir tus generales. - los señaló con la mano, intentando que entrara en razón.
-¿Quieres que mande a mis ejércitos a los reinos del espacio? Son demasiados fuertes. Yo sí podría derrotarlos, si quisiera. - por un segundo, Folmer dudó en lo último que había dicho, pero se engañó.
El general que se hallaba de rodillas, se levantó para irse, cerró la puerta y se marchó.
Se marchó de la sala, del pasillo, del castillo, y de Amcar.
Cruzó el bosque, hasta que llegó al hogar de los tres muchachos.
Minna y Luzmor posaron rápidamente la mirada en el hombre encapuchado.
-¿Sabes algo? - preguntó Luzmor curioso.
Minna simplemente ya se alegraba de que Phillips hubiera vuelto sano y salvo.

-Van a por Marit. Al reino del cielo. - les informó.
Minna se revolvía en la silla inquieta.
-¿Ocurre algo Minna, te encuentras bien? - Phillips le tocó el hombro preocupado por ella.
-Sí. Tranquilo. - le tocó la mano y continuaron con la conversación.
-¿Estás seguro de lo que has oído?
-Sí, Luzmor. Sé que están planeando algo. Folmer ha ordenado a Dissior que busque a Clanmiana. Le ha engañado. Pero he entrado y le he dicho la verdad.
-¿Qué? ¿Por qué le mentiría? - dijo Minna asombrada.
-Creo que porque Dissior quiere a Marit para el solo, que quiere gobernar solo y apartar a Folmer.
-Sí. Yo también pienso lo mismo. - coincidieron los dos chicos.
-Tenemos que estar seguros de que lo que van a hacer no nos dará problemas y que no nos puedan descubrir.

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-Ve a por ese general y tráelo aquí. Puede que mis ejércitos nos puedan ayudar. - Folmer ya no sabía a quien recurrir. Cuando lo que él quería iba a ser para él.

Destruiría a Dissior una vez Marit estuviera devuelta al cielo. Arrasaría al reino del espacio y con... Todo a su paso.

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-¿Saben que te has ido Phillips? - esa pregunta hizo que el corazón del muchacho latiese con fuerza.
-Minna, envíame de nuevo a Amcar.

Y desapareció.

Dissior se marchó en busca de aquel general que le había delatado. Creía recordar que solo le había mandado a él.
Pero lo que más le perturbó fue saber que estaba muerta. ¿Quién la había matado?¿Qué habría pasado?

Dissior se encontró sólo en el pasillo, pero no había ningún guardia protegiendo la sala.
En realidad no había nadie que pudiera atacar al castillo y al rey.

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-¡Vamos Minna! Coge el bote. Está en aquella mesa. - le señaló Phillips. Gracias a los hechizos del libro y a la cueva de Melfos, consiguieron transportarse hasta el reino del cielo.
-Ahora quédate quieto. No te muevas. - le advirtió el hada.
Luzmor miraba espectante una vez más.
Minna le lanzó aquellos polvos mágicos hacia el encapuchado y este se desapareció.

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-¿Me buscaba mi rey? - sino hubiera tenido aquella armadura por todo el cuerpo, Phillips ya hubiera sido descubierto.
Se apareció justo detrás de Dissior, lo que provocó un susto de muerte a este.
-¿Dónde estabas? - le gritó Dissior. - ¿Fuiste a Amcar? - le preguntó furioso de nuevo.
Phillips tenía que tener cuidado con lo que decía o lo que hacía. Cualquier indicio de sospecha lo estropearía todo.
-¡Contéstame! - incluso siendo un general falso, tenía que aguantar aquellos gritos que desde pequeño le corcomieron la cabeza.
-Me lo ordenó el rey Folmer, mi señor. - se arriesgó. Ni siquiera Folmer le había enviado y Dissior lo contempló confuso.
-No se fía de mí. No me cree y encima ha mandado a uno de sus hombres a vigilarme. - dijo a la nada, mientras Phillips lo escuchaba atentamente.
-Mi señor. - el muchacho hizo una reverencia y se volvió, pero antes de eso, Dissior le detuvo.
-Espera. Esto no se va a quedar así. Ven.
El corazón del encapuchado latía como nunca había recordado. Su plan empezaba a hacer aguas y necesitaba irse. Como le descubrieran estaría muerto.
Dissior abrió la puerta con fuerza y entró en la sala.
-¡Folmer! - este le miró con desprecio. - Has enviado a unos de tus hombres a vigilarme, ¿verdad? - le gritó a pleno pulmón.
El rey del cielo cambió radical. Su mirada se oscureció totalmente y su mano izquierda apretaba el cetro con rabia pura.
-¿CÓMO OSAS DIRIGIRTE ASÍ A MÍ? - le faltaba escupir fuego por la boca. Todo en silencio. Tres corazones latían con fuerza.

-Yo no he mandado a ningún general a Amcar estúpido. - le insinuó a Dissior.
Este se quedó un momento confundido.
-¿Entonces...? - este se dio la vuelta para mirar al general, pero este había desaparecido. - ¡Cerrad las puertas! - gritó Dissior.
-¿Que está pasando? - preguntó aún muy cabreado Folmer.
-Alguien ha entrado en el castillo.
-¿¡QUÉ!? - en un escaso segundo, el cetro de este empezó a salir un humo negro.

Folmer se asomó al ventanal tan gigantesco que tenía detrás de su trono y vio que un hombre con capucha y espada en mano, salía corriendo. Se paró, sostuvo su espada en medio de su cara y una barrera se extendió hasta que el muchacho desapareció.

Ante la impresión de aquella escena, Folmer mandó a sus ejércitos y a Dissior en busca de aquel hombre.
-¡Sabe nuestros planes! ¡Es un impostor! Traédmelo... con... vida. - gritó a sus hombres.

Se retiró del patio, y le dijo al oído a Dissior:
-Tráeme a todo lo que intente proteger a ese hombre.
-Sí, mi rey. - Dissior hizo una reverencia, se montó en su caballo negro y con su cetro en la mano y miles de hombres desaparecieron hasta llegar a la Tierra.

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