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Pese a no estar pasando por buenos momentos, el pequeño poblado de GuYeonDong se mantenía tranquilo y sus habitantes convivían con aparente calma

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Pese a no estar pasando por buenos momentos, el pequeño poblado de GuYeonDong se mantenía tranquilo y sus habitantes convivían con aparente calma.

Dicho pueblito estaba ubicado en una de las tantas localidades campesinas del país y por ello los lugareños se permitían mantener una vida normal, mas eso no quitaba el hecho de que se mantuviesen enterados de la guerra que se producía a kilómetros suyo.

Todos los calendarios marcaban la misma fecha: veintiséis de Agosto de mil novecientos cincuenta y dos...a excepción del que estaba colgado en una de las paredes de la casa Jeon.

Si bien en GuYeonDong habían varias residencias de todos tamaños y variados colores, cada cual tenía un nombre asignado que identificaba a sus dueños y lo que más alegre les resultaba era saber que, por mucho que las generaciones cambiaran, cada hogar seguía manteniendo su apellido.

En la casa Jeon, vivía una pareja de casados que, a pesar de ya cumplirse siete años desde su unión en matrimonio, no se habían decidido a tener hijos.

Y es que entendían que tiempos de guerra no eran los mejores para traer un nuevo ser a la vida.

Con veinticinco años cada uno, Jeon JungKook y Jeon HaeYoung llevaban uma feliz vida incluso entremedio de tantos conflictos bélicos. Él atendía el negocio familiar; la única florería en el pueblo, y ella, además de ayudar a su marido de vez en vez, se quedaba en casa, dándole vida al hogar y leyendo todos los libros que habían en la biblioteca que su suegro le dejó antes de fallecer

-¡Ah! Otra vez se me ha olvidado marcar los días-JungKook rió, viendo a su mujer darse sutiles golpecitos en la frente con la palma de su mano-. Si no es porque tú sí estás pendiente a eso, ya habríamos confundido Agosto con Julio.

-Está bien, Hae-con una sonrisa, se acercó a la chica y abrazó su espalda-. Te amo así de despistada.

-Por lo menos no soy así en la cocina-bufó risueña y acarició las manos del muchacho sobre su abdomen-¿Te imaginas si confundiera el azúcar con la sal? ¡O peor! ¡La pimienta con el comino!

-Bueno...de ser así, creo que tendríamos muchos probelmas estomacales.

-O ya nos hubiéramos muerto por envenenamiento.

-También-con suavidad y una risita, le dió la vuelta a su mujer para regalarle un corto besito en los labios que ella misma se encargó de alargar porque le encantaban los besos de su amado.

Era un día complicado. Ningún negocio del pueblo estaba abierto puesto que se había dado el anuncio de que en una zona cercana se estaría llevando a cabo una batalla y, aunque era seguro permanecer en la villa, mejor era quedarse en casa.

Para JungKook y HaeYoung aquello no suspuso un probelma pues eran tan unidos como empalagosos (según la descripción que daban algunos) y les encantaba pasar el tiempo en el sofá del salón de estar simplemente sentados y abrazados haciendo nada...aunque de vez en vez el calor les ganaba y terminaban cediendo ante el deseo de su pasión, pero aquel no era el caso.

꧁ᎡᎬᎷᎬᎷᏴᎬᎡ ᎷᎬ꧂ ⳹ᎫᎬϴΝ ᎫႮΝᏀ ᏦϴϴᏦ⳼ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora