Capítulo 2:

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No lo puedo creer, ¿Mi chico es su hermanastro?

Era día de escuela y amaneció un poco nublado y lloviendo. Hacía ya varios días que no llovía tan intenso así. Y ese Lunes llovió con mucha intensidad, al parecer la noche anterior me había quedado dormida y mi madre aprovechó entró a mi habitación y puso la alarma por mi, salió silenciosamente, al punto de que no sentí ni en el momento en el que se introdujo en mi habitación. El puto despertador sonó cómo siempre a la hora indicada, aunque yo ya estaba despierta minutos antes para no escuchar el estremecedor grito de mi madre para que acabase de levantarme y fuese para la escuela.

—Asco de día, odio los días así y más si tengo que ir a la insípida escuela —dije frunciendo el ceño.

—Dashhhh, levántate ya, mira la hora que es, se te va a hacer tarde —gritó mi mamá desde la cocina.

Wtf, ni de eso me escapé.

Después de unos minutos con la mirada fija a la pared, con totalmente la mente en blanco, y un sueño infinito, sabiendo que me tengo que levantar porque sino mi mamá aumenta el volumen y la velocidad del grito, logré ponerme de pie y fui a la cocina.

—Mami, ¿en serio me vas a mandar a la escuela con este día así? —le dije con voz soñolienta.

—Obvio que si, ¿para que crees que existen los paraguas? —respondió con voz burlona—. Aparte la escuela te queda solo a dos cuadras, no seas haragana y acaba de entrar al baño Dash Walker —agregó.

—Y para colmo me dice mi apellido, que sabe que no soporto —dije por dentro de mi.

Ya había logrando entrar al baño, me asie y me hice la típica coleta que se basa en un moño recogido con una felpa y un simple flequillo delante que me caracterizaba, luego miré el horario de turnos de clase que tenía, para así meter los libros que me tocan en la mochila. Era una manía que tenía siempre de hacerlo en la mañana y nunca la noche anterior, mi mamá detestaba esto pero yo nunca me acostumbré a hacerlo diferente, y así era y siempre tenía la suerte de llegar temprano a la escuela.

Cuando llegué, aún no había tocado el timbre para entrar, y estaba Jaiz con el grupo de los "populares" sentados en el banco de al frente, al verme, se levanta y va hacia mi, en lo que Leiza le dice:

—¿Jaiz, a donde vas?.

—Espera un momento Leiza, voy a saludar a Dash.

Leiza puso cara de desagrado.

—Dash, ¿como estuvo tu finde, viste la serie que te recomendé? —me dijo.

—Si logré ver algunos capítulos, está bien interesante, me encantó la parte del beso que Matías le dio a Isabela en medio de la fiesta del instituto, me quedé impactada ¡ese chico es un loco!, —Si está muy pro esa serie,  en estos días ya la termino, solo me faltan tres capítulos,  pero cambiando de tema. ¿Viste como me sigue mirando Leiza cada vez que te me acercas?.

—Si déjala, ella está loca, y como sabe el afecto que te tengo se pone así, y bueno dime, ¿qué tal el simulacro del domingo?.

Ring Ring Ring —tocó el timbre de la entrada a clases.

—Jaiz luego te cuento en el receso, ya tocó el timbre vamos a entrar —le dije.

Los primeros tres turnos fueron de Español, Matemática e Historia, el más agotador fue el de Historia pero como siempre logramos resistir y al fin tocó el timbre del receso.

—Que maravilla que ya se haya terminado este turno , —le comenté a mi compañero de puesto.

—Si, gracias a todo lo bueno y grandioso que existe, ya toca el receso —me dijo con voz de alivio y soltando una mini risita.

Jaiz se sentaba dos mesas antes de mi, esta se vira para atrás y me hace una pequeña seña que indicaba ir al lugar en donde nos sentábamos a solas a conversar donde Leiza y su grupo no nos pudieran interrumpir. Ya sabía que Jaiz me diría algo importante porque que cada vez que nos sentábamos ahí era porque algo interesante me tenía que contar. Y pues así fue, allá fuimos.

Pero está vez no fue así, la que debía contar algo importante era yo, y ella enterarse de todo el chisme.

—Dash ahora si, sin más, cuéntame todo, del tal simulacro, quiero saber más de este juego, ¿cómo funciona?, cuenta cuenta  chica —comentó con voz emocionada.

—Bueno te cuento, que para allá fuimos alrededor de las cinco de la tarde, Wanda, Vale y yo como todas unas locas desquiciadas a ver a nuestros chicos.

—¿Y los vieron? —dijo desesperadamente.

—Si claro los vimos, estaban los tres todos deliciosos sin pulover, jugando chapita y exhibiendo sus buenos cuerpos sin camiseta —Y bueno lo del simulacro es simple, solo vamos a la pública y simulamos llamadas falsas para poder contemplarlos de lejitos jajaja.

—Oh ya entiendo. Oh Dios y sin pulover, ¿cómo no te desmayaste Dash?.

—Créeme intenté no hacerlo —Pero de veras amiga, mi chico es otro nivel, es que ya tiene otra magnitud de belleza, de actitud, de porte, si hubieras visto esos minutos en que nos miramos, bueno esos minutos en los que yo lo miraba porque su mirada hacia mi solo duró algunos segundos —solté con voz burlona.

—Ayy Dashita que mal que vivamos tan lejos, si viviéramos más cerca pudiera conocer a ese chico que te tiene así de loquita, ver como actúa, conocer a los otros y nadie sabe quizás aparezca otro para mi, ya que por lo visto ese barrio tiene muy buenos pretendientes jaja.

—No te preocupes, que cuando seamos novios oficiales obvio serás unas de las primeras en conocerlo jajaja —presumi—. Y las dos soltamos largas carcajadas, ya que sabíamos que era difícil que eso pudiera suceder, y que decir difícil era más que imposible.

—Ahora dime tú, ¿cómo estuvo tu fin de semana?.

—El mío fue un tanto ajetreado, ya que fui a visitar a mi papá al otro lado del pueblo, ya hacía un tiempito que no lo veía. Este está cambiado, más avejentado de lo normal, lleva una vida dura entre el trabajo y la casa, y la mujer que tiene no lo ayuda mucho, mejor dicho en nada, entonces es él solo para todo, yo en cuanto llegué lo ayudé a limpiar y a organizar la casa mientras el hacía el almuerzo, gracias a Dios esa desagradable mujer que tiene como esposa no estaba ahí, así que fue más fácil desenvolverme y ayudar a mi padre en todo lo que necesitaba, la casa era un desastre y la dejé brillando pero back the wait amiga, ¿quién creés que llegó en ese momento?.

—¿Quién?, no me digas que tu hermanastro el guapote del cual siempre me hablas, él que siempre me dices que es muy guapo, pero nunca me describes, ¿fue él?.

—Exactamente Dash, hace ya más de un año que no lo veía, ahora está el doble de hermoso, ya no es el flaco desnutrido con ojeras que solía ser, ahora está apuesto interesante, ha crecido pero no tanto, tiene unos ojos carmelitas claros muy profundos y al parecer ha empezado a ir al gimnasio porque está musculoso y más atractivo, y pues que te digo Dash, Owen ya no es el mismo de años atrás, realmente está bastante cambiado.

No sé porque pero cada vez que iba escuchando cada palabra que decía Jaiz, más me venía a la cabeza mi chico, el chico que me estaba volviendo loca, el chico que con tan solo una mirada me hacía estremecer, y que cada vez más coincidía con las características que esta me daba. Mi cabeza solo hacia visualizarlo, cada rasgo que Jaiz me daba me hacía pensar más en mi platónico. Las características que me dio coincidían mucho pero mucho mucho con este. Pudiese ser que me estuviese volviendo loca y que cada vez que me hablasen de un chico mi cerebro lo convirtiese en él, pero está vez algo muy profundo en mi me decía de que era Owen.

—¿Que es esto? —no me lo puedo creer. ¿Mi chico es su hermanastro?.

Otra cicatriz © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora