Noventa Lunas

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Si no hubiese adquirido mi adicción al café,
no habría visitado aquella cafetería.

Si no hubiese adquirido mi adicción al café,
no habría conocido al amor de mi vida.

Pero soy un adicto sin remedio
y gracias a ello, fui feliz en extremo.

Un día, mientras esperaba mi cafeína,
me abordó una mujer divina;
amor instantáneo, colisión de pupilas.

Pasaron noventa lunas sin conocer agonía,
horas fugases repletas de glucosa,
minutos orgásmicos que no conocía,
segundos de fuego, piel sudorosa.

Pero no existe amor sin tormento.
Así que, nuestro juramento,
supuestamente perfecto,
se vio disuelto, por un malestar violento.

Así que lento, pero en descontento,
partí a conseguir alimento,
con la promesa más ingenua del universo.

Ya pasé noventa lunas en misión,
noventa lunas en esta travesía,
partí con el corazón repleto de ilusión,
enfundado en un amor de fantasía.

Juré volver para amarnos más que nunca,
prometí regresar con el elixir de la inmortalidad,
para presumir por la infinita eternidad,
que si se ama de verdad, siempre se triunfa.

No contaba con el demonio de la perversidad,
caballero elegante y sabio,
que, con su lengua hechizante,
me envenenó con lujuria espeluznante.

Ahora, de la gula soy el mayor exponente,
vivo buscando el placer mundano,
rodeado de rameras y delincuentes,
cautivo en estupefacientes y festines paganos.

Ya olvidé cuanto llevo en este viaje,
comienzo a olvidar mi propia existencia,
sigo en pie solo para brindar hospedaje
a esta lujuria que cega a la conciencia.

He olvidado de dónde vengo,
no recuerdo como llegué aquí,
he perdido la cuenta del tiempo,
solo vivo en busca del goce sin fin.

Y así pasan mis días, entre vino y placeres,
una copa, una risa, un falso orgasmo;
noches de azúcar, mañanas de alfileres.
Recé por ayuda, me encontré coca pura.

No sabia que dios conocía el sarcasmo.

Solo queda esperar al cirujano inhumano,
que con bisturí maldito extirpe bruscamente,
la infernal perversidad de mi nauseabunda mente,
y después, rogar porqué en algún lugar lejano,
exista alguien sano a quien tomar de la mano.

Poemas Escritos por un Poeta sin PoesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora