volver a empezar

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CAPITULO DOCE

“¿VOLVER A EMPEZAR?”

 

¿Qué paso? Mi cabeza latía con fuerza, mi garganta estaba seca, como si me fuera a dar gripa, me levante de la cama y me mire en el espejo, cabello despeinado, ojeras, cara asquerosa, Eres un asco Annabell, rodé los ojos para mí misma, mi conciencia parlanchina no es muy amigable, solamente te digo lo que eres, un asco, golpee mi frente con mi mano, me estaba volviendo loca, me frote los brazos y sentí un abrigo sobre mis hombros.

-El abrigo de Nathan…--Murmure asombrada, de pronto los recuerdos llegaron a mí, Así es, Nathan no es tu primo, todos te mintieron, él te confeso que tú le gustas y tu rompiste su corazón tartamudeando como retrasada, y para el colmo creo que has engordado más.

Solté un gemido deseando que todo fuese una pesadilla, pero no, no lo era, la vida apesta, lave mi rostro y cambie mi ropa, recogí mi cabello en una cola de caballo y tomando un respiro me prepare mentalmente para la realidad, Todos estaban en la cocina cuchicheando, cuando me vieron todos se callaron al instante, la abuela, Andrés, y mi Tía Mary, no había señal de Nathan, mejor, aún no estaba preparada para verlo.

-¿Cómo amaneciste cariño?—pregunto amablemente la abuela, mientras ponía un inmenso plato de huevos, tocino, pan, frente a mí, mi boca se hacía agua Eres una obesa Annabell

-Bien—respondí brindándole una sonrisa, aunque en realidad me sentía fatal, estúpido Nathan, por tener esa loca idea de “escucharme” pesque un refriado, Andrés me miraba sin decir una palabra, aun podía sentir su sentimiento de culpabilidad, estaba marcado en su rostro. La puerta principal se abrió y unos pasos acercándose a la cocina no tardaron en hacerse escuchar

-Aquí están los huevos—la voz de Nathan resonó en la habitación, haciéndome poner tensa, mis manos comenzaron a temblar.

¡Cálmate Annabell! No lo arruines, actúa normal, actúa como si nunca se te hubiera declarado y le hayas roto el corazón.

Al instante sentí como me atoraba, de los nervios había tragado un pedazo de tocino entero sin masticar, mi tos desenfrenada inundo la habitación mientras me golpeaba el pecho con mi puño, tratando desesperadamente de conseguir un poco de aire, Genial Annabell, te digo que no lo arruines y lo dañas todo, es como si en vez de nadar en agua fuente, hubieras nadado en sal.

-¡Cielos! ¿Te encuentras bien?—la abuela me paso un vaso con agua mientras Andrés y Nathan golpeaban mi espalda, tome el agua rápidamente y al instante sentí el alivio correr por mis venas, casi muero.

-Sí, ya estoy bien gracias—respondí con voz estrangulada por la falta de aire

-Debes comer más despacio—dijo Nathan sentándose frente a mí, mientras tomaba un poco de jugo sin dejar de observarme, yo solo asentí sin decir ni una palabra, no podía mirarlo a los ojos, no después de lo que paso anoche, Claro, después de que rompiste su corazón.

-Cállate…---le murmure a mi mente parlanchina

-¿Qué?—preguntaron todos sin entender porque había dicho eso

-No…Yo solo…No le decía a nadie…hablaba conmigo misma—solté una risita nerviosa y todos me miraron como loca y siguieron con su vida, solté un suspiro. Genial, ahora quedaste como una completa loca.

Hubo un silencio incomodo, y más porque Nathan estaba frente a mi sin decir ni una palabra, tal vez también se siente extraño por lo que paso, el timbre hizo eco en el salón y Andrés fue a atender.

" -¿Promesa? -Promesa"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora