Capítulo XXIX: "Por favor..."

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        Me levante sacudiéndome un poco y detrás de mí se levantó Ross.

—Hola.

        Sonríe tímidamente mientras que Ross posicionaba una mano en mi hombro, me gire a ver y estaba totalmente tenso, le plise el ceño y mire su mano, él la quito y se cruzó de brazos.

—Muchachos deberían de salir, tenemos que tratar de arreglar el problema –dijo amablemente el conserje del edificio.

        Salimos de la caja metálica. Ross estaba pegado a mí como un pequeño niño desamparado.

—Hola Laura –dijo Gregg algo incómodo.

        Le sonreí apenada por la escena que había visto hace un rato.

— ¿Cómo has estado?

—Oh, bien y tu ¿qué tal?

—Muy bien, gracias –sonrió con los labios sellados.

—Me alegra… no me mal interpretes pero ¿A qué se debe tu visita?

        Él castaño entre abrió sus labios un poco y luego los apretó un poco.

—No venía a visitarte, lo siento. Resulta que un amigo vive aquí.

      Gregg se rasco la nuca un poco incómodo. Ross detrás de mí carraspeo su garganta.

—Gregg te presento a Ross. Ross, él es Gregg.

—Oh, mucho gusto.

        El joven castaño estiro su mano para estrecharla con la de Ross pero esté no hizo lo mismo,al contrario lo degrado con la mirada. Gregg algo desagradado bajo su mano.

—Bien, debo irme.

        Él tomo camino a la salida.

— ¿No ibas a dónde tu amigo? –le pregunte.

—Ah sí, ahora que recordé quedamos de vernos en una cafetería por aquí cerca. Hasta luego Laura.

        Yo agite mi mano y le sonreí.

      Me pareció rara su presencia allí ya que había dicho que no tenía amigos pero bueno, quizás se le escapo uno.

        Ross se adelantó y subió las escaleras.

        Oh, espera un momento y este ¿A dónde va?

        Yo lo seguí apresurada ya que iba a paso rápido, se detuvo frente a mi puerta. Lo alcance y me posicione en frente y lo mire confundida.

—Abre por favor.

        Le obedecí, no sé por qué pero lo hice. Una vez dentro ninguno dijo nada, yo estaba cerrando la puerta mientras que él se estancó en medio de la sala.

        Una vez que cerré la puerta me gire y él estaba ya detrás de mí y me atrapo la cintura con sus brazos yo coloque una mano en su pecho y enterré mi cabeza.

—Por favor… –susurro el rubio-, antes de que todo acabe.

        Rodee mis brazos en su cuello, los pose sobre sus hombros mientras que mis manos caían delicadamente en su cuello, él me tomo el rostro y coloco un mechón tras mi oreja. En un movimiento fugaz abato su boca con la mía, de nuevo las piezas estaban encajando, las piezas del rompecabezas que más encajaban a la perfección. Sus delicados labios rosados sobre los míos eran una bomba de tiempo. Algo que tenía cuenta regresiva y si paraba algo explotaba en mí.

Odisea |RAURA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora