15. Miedos

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Narra Luzu:


Abrí mis ojos y noté que Frank no estaba a mi lado, me puse una camiseta y salí de la habitación, para buscarlo.


—Frank, ¿dónde estás? —dije mientras avanzaba hacia la cocina.


Cuando entré vi a Lanita en ropa interior sentada sobre la encimera, y Frank besándola.


Mis ojos se llenaron de amargas lágrimas. Ellos parecían no verme, me acerqué y antes de que hiciese algo de lo que pudiera arrepentirme todo se volvió borroso, y creo que caí al suelo.


Mi corazón latía muy fuerte.

3:24 am era la hora que marcaba mi móvil. "Solo una pesadilla" pensé.


—¿T-te encuentras bien? —me preguntó Frank, sentándose en la cama.


—S-sí... —Lo besé salvajemente, mientras deslizaba mis manos por debajo de su camiseta.


—Mhhg. —Se quejó, intentando cortar el beso.


—Eres mío. —Me detuve y volví a besarle como antes.


Me acosté de nuevo en la cama y volví a quedarme dormido.


Me puse una camiseta y fui hasta la cocina.


—Hola, Luzu. —saludó Lanita, enérgicamente.


—Hola. —la saludé, sin siquiera mirarla.


—¿Te ocurre algo?


—No.


—¿Quieres que te sirva el desayuno?


—No.


—¿Seguro? Hice de sobr... —No pudo terminar de articular la última palabra ya que la interrumpí.


—¡No, gracias! ¡Déjame en paz! —grité. No podía creer que estuviese cabreado por un sueño.


Lanita no respondió y se fue a su trabajo.


—H-hola Luzu. —dijo Frank, avergonzado, entrando por la puerta.


—¿Por qué tartamudeas? —le pregunté sin dejar de mirar mi taza de café.


—M-me asustas a veces.


—¿Qué? ¿A qué te refieres? —articulé, poniéndome de pie y caminando hacia él.


—A-a eso. —Apoyé mi mano en la pared, al lado de su cabeza, dejándolo acorralado.


—¿Yo te asusto? —le pregunté y lo besé—. Contéstame. —dije autoritario.


—S-N-no.


No podía creer que estuviese comportándome de esa manera, aprovechándome de alguien que lo ha pasado muy mal durante toda su vida.


—C-cuando estamos c-con Lanita o en la calle, e-es muy incómodo p-pero de alguna forma, s-siento que podría q-quererte cómo algo más e-en algún momento. P-pero c-cuando estamos solos, eres diferente, no eres tú, o tal vez así eres. Y-yo no puedo con esto, c-con tus cambios de personalidad repentinos. —Un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas.


—Frank, yo... —No sabía qué decirle—. Me da igual. —Esas tres palabras salieron de mi boca sin permiso. Claro que no me daba igual. Frank se encerró en el baño y yo me fui al trabajo.


Después de un día entero con la sonrisa más falsa que podía existir, volví a casa, dónde estaba Lanita abrazando a Frank, el cual estaba llorando en su hombro. Lana le susurró algo a Frank y este último se fue de la sala.

Duros caminos del destino [Wigetta y Lutaxx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora