Una oportunidad para volver a amar

IX

Sanem

Abro los ojos y veo a Can, lo miro por unos instantes pensando que está tan hermoso como siempre, definitivamente estoy soñando despierta pienso, pero luego en un destello de lucidez me doy cuenta que es él, está en mi habitación en medio de la noche y esa realización me deja sin aliento, no esperaba que viniera.

Basta con verle para que mi corazón empiece a latir incontroladamente contra mi dolorido pecho, me está mirando con una mirada intensa, no sé qué pasa por su cabeza, sólo sé que tengo que defenderme de él, me ha hecho demasiado daño, tengo que excluirle de mi vida si quiero pensar que puedo empezar una nueva sin él.

Ha tomado su decisión, ha elegido a Polen, no puedo evitar tomar nota de ello y seguir adelante sabiendo que estoy sola, que tengo que tomar decisiones difíciles si es necesario, que tengo que ser fuerte y protegerme del terrible dolor que me produce incluso verle.

Se disculpa, está avergonzado y parece sinceramente arrepentido, acepto sus disculpas y me despido dejando claro que no tenemos nada más que darnos.

Parece querer añadir algo, pero la llegada de la enfermera que le invita a salir de mi habitación se lo impide. Me lanza una última mirada, parece casi desconsolado, pero no puedo permitirme pensar en sus sentimientos, en este momento tengo que ser firme, decidida, tengo que protegerme y... Ni siquiera puedo pensar en ello, todavía no puedo aceptar que esto esté sucediendo.

Aquella noche en la cabaña, por fin de nuevo en brazos del otro, juntos de nuevo tras una separación que había sido un tormento y un sufrimiento para mí, estaba extasiada por haberle encontrado de nuevo, parecía un sueño hecho realidad.
Sentí que esta reconciliación sería el comienzo de nuestro para siempre, que nunca más nos dejaríamos.
Dejé que mi amor, mi deseo acerado pero perturbador, me llevara a confiar y entregarme por completo a él en esa noche en la que todo parecía posible, en la que por fin tuvimos nuestro final feliz.

Ah Sanem ah, que ingenuo eres, siempre has sido un soñador, confiabas en ver reflejado en sus ojos con la misma intensidad el amor que ardía en ti.
Dejaste que las cosas fueran más allá porque pensaste que era lo correcto, que ese momento sellaría tu amor eterno.

Había querido estar ciega a todo, había cerrado los ojos al hecho de que en cuanto se enteró de la verdad sobre mi papel en el complot urdido por Emre y Aylin, me dejó de lado y volvió a pavonearse con Polen ante mis ojos, tenía que imaginar que volvería con ella eventualmente. Llevaban tantos años juntos que, evidentemente, estaban cortados por el mismo patrón sin que quisiera admitirlo, ambos narcisistas y egocéntricos.

Tendría que haberme dado cuenta de que no podía competir con aquella mujer hermosa, culta, con clase y a la moda, Can había querido obviamente tontear con la simple e ingenua niña del barrio antes de volver con ella.

Me gustaría no pensar en ello, pero no puedo, un pensamiento no deja de rondar por mi cabeza desde que me desperté en la cama del hospital y supe que había arriesgado mi vida.
Mientras yo podía estar muriendo al pie de un acantilado, ellos estaban juntos y quizá se reían de mí, de la estúpida que les había dicho que porque se amaban habrían superado cualquier cosa.

Esta idea me dolía más que nada, había sido un interludio divertido para Can, había jugado conmigo y yo había pensado bien en darle todo mi corazón y todo de mí misma como una estúpida despistada.

Ahora habría tenido que afrontar las consecuencias de mis actos irreflexivos, habría tenido que tomar decisiones importantes para mi futuro, tenía que aprender a defender mi corazón, a ponerle doble candado y a no permitir nunca más que se acerquen quienes no lo merecen.

Al día siguiente me darían el alta, la recuperación no sería fácil pero me daría tiempo para reflexionar y comprender lo que pretendía hacer, todo cambiaría pronto, mi vida estaba destinada a no volver a ser la misma.