XII

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Can

El tiempo parece no pasar nunca, he estado esperando a que llegara el sábado contando los minutos uno a uno y por fin hemos llegado, he llegado pronto frente al bar del paseo marítimo donde Sanem se encuentra con Deren y Guliz, espero poder no sólo verla sino también hablar con ella unos minutos al menos.

Me gustaría intentar arrancarle una promesa de que nos reuniremos con calma para poder aclarar las cosas, lo deseo inmensamente, espero que haya tenido tiempo para calmarse y darme una oportunidad, es todo lo que pido.

Me quedo en el coche para evitar ser visto por el momento, estoy agitado y no puedo quedarme quieto hasta que por fin llega, parece una eternidad desde la última vez que la vi. Está tan guapa como siempre, sólo noto que está algo torpe en sus movimientos, probablemente por el vendaje del pecho Va acompañada de Layla, se acercan al bar caminando despacio y charlando.

Es ella pero no es ella, hay algo que no puedo definir que la hace diferente de lo habitual, me lleva unos instantes averiguar qué es.

No está sonriendo.

Mi Sanem, siempre sonriente y llena de alegría de vivir, ¿dónde está? ¿Fui yo quien apagó su maravillosa sonrisa? No puedo ni pensar en ello, me siento horrible sólo de pensar en hacerle tanto daño en cuerpo y alma. Soy consciente de que me equivoqué y quiero arreglarlo en todos los sentidos, necesito hacerle entender que puede volver a confiar en mí, sólo necesito hablar con ella, es todo lo que necesito.

Veo llegar a Deren y Guliz y juntos entran en el bar para sentarse en la terraza exterior con vistas al Bósforo, es un día sorprendentemente cálido para marzo y veo a Sanem levantar la cara hacia el sol varias veces para disfrutar de su beneficioso calor en su piel. Lleva dos semanas encerrada en casa, por lo que sé, estoy segura de que echa muchísimo de menos el sol y el aire libre.

Me quedo todo el tiempo en el coche viéndola charlar, sigo percibiendo con fastidio esa nota discordante en su rostro, ha perdido su vitalidad habitual, puede ser por el accidente, pero mi impresión es que está triste y preocupada.

Me gustaría cargar con todo su dolor y sus preocupaciones, me gustaría redimirme por el incalificable comportamiento de aquella noche, por mi falta de consideración y respeto hacia ella, volver a pedirle perdón por no haberla escuchado.

Me pierdo en estos pensamientos cuando veo que se levantan y se dirigen hacia la puerta, espero a que se despidan y a que Deren y Guliz se vayan antes de salir rápidamente del coche e interceptarlos en el camino que lleva al paseo.

Ambas levantan una mirada de asombro cuando llego a ellas, la primera en hablar es Layla, protectora como siempre de su hermana menor.

- Can bay ¿qué quiere? No creo que haya nada más que decir, deja a mi hermana en paz, está en esta condición por tu culpa, ¿no te da vergüenza que te vean?

No es fácil encajar el golpe, está enfadada y tiene razón de estarlo, no puedo culparla por ello. Sin embargo, mi mirada está clavada en Sanem, que tiene la cabeza gacha, no me mira exactamente igual que aquella mañana en la agencia cuando me pedía que la escuchara.

- Sanem, lutfen, ¿podemos hablar a solas un momento? -

Layla vuelve a intervenir - Ni se te ocurra, ya le has hecho bastante daño...-.

-Abla, hermana, está bien, no te preocupes, no pasará nada, ¿puedes darnos un momento? Estaré allí -

Asiente sin estar convencida, me lanza una mirada furibunda y se aleja hacia un banco no muy lejano.

-Sanem, por favor podemos sentarnos y hablar con calma, puedes darme la oportunidad de explicar cómo fueron las cosas, lutfen, por favor -.

Finalmente levanta sus ojos sobre mí, el impacto con su mirada es tan violento que me obliga a dar un paso atrás tan sorprendido de leer ira, decepción mezclada con odio y desprecio, nunca había visto un sentimiento negativo reflejado en sus ojos, pero en ese momento leí todo lo peor que podía desear. Me siento morir de angustia, estoy a punto de hablar cuando ella toma decididamente la palabra.

- Can bay, no tenemos nada que hablar, aún podríamos haberlo hecho aquella noche en la cabaña, quizás incluso aquella mañana en la agencia, pero TÚ no lo permitiste y ahora es demasiado tarde, muchas cosas han cambiado, yo he cambiado.
He tomado nota de su elección, la he aceptado y no hay nada más que decir.

Sólo una última cosa, debería habértela enviado, pero ya que nos hemos conocido, es mejor -Rebusca en su bolso y saca un elegante frasco de perfume y me lo entrega.

- Aquí está, lo que siempre has querido de mí, mi perfume. Ahora puedes tener todo lo que quieras, puedes comprarlo en todas las perfumerías en cómodos envases de 100, 150 o 200 ml.
Como este es MI perfume, he hecho lo que he querido con él, esta vez no lo he regalado para salvar tu agencia, no te lo he regalado.

Una oportunidad para volver a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora