Capítulo III- Desayuno

112 10 1
                                    


―Meiko-san no te quedes ahí parada― la llamó Kari―, pasa.

―¡Sí!― contestó Meiko, que se había quedado muda al ver a Taichi.

Meiko y Taichi se sentaron al kotatsu mientras Hikari se entretuvo en la cocina.

―Vaya, vaya―murmuraba esta mientras echaba un vistazo a la nevera―. Si que eres todo un desastre oni-chan. Menos mal que traje algo de comida, porque todo lo que tienes en la nevera es cerveza y ramen. Deberías alimentarte mejor.

Taichi entrecerró los ojos y tal vez hubiese protestado de no ser por la presencia de Mochizuki. Estaban sentados bastante cerca, pues el lugar era pequeño, lo que le hizo lamentarse por no haber visto los mensajes de su hermana al menos una vez durante la noche. De haber sabido que vendría hubiese limpiado el cuarto y se hubiese arreglado él. Ahora seguro Kari se lo contaría a su mamá y entonces esta se empeñaría en venir.

¡Qué desastre!, pensó para sí.

Mientras Hikari cortaba algunas verduras, Meiko se levantó para ofrecerle su ayuda, mas la respuesta de esta fue una sonrisa y una indicación de que se encargaría de todo, así que Mei volvió a la mesa junto a Tai.

―No has desayunado, ¿verdad?

Preguntó Hikari.

―No...

Contestó Tai.

―¡Me refiero a Meiko-san!―señaló Kari con el cuchillo.

Meiko negó con la cabeza.

―Comí algo de las sobras de ayer―contestó―. La casa aún es un desastre, así que no he podido cocinar como es debido.

―¿Qué quieres decir?―preguntó Yagami.

―¿Eh? Esto...―Meiko no se atrevió a mirarlo, pero contestó―. Bueno, recién he vuelto, así que aún tengo mucho por organizar.

Desde la cocina Hikari dejó salir un largo suspiro.

―Te dejé un mensaje sobre eso―dijo―. Meiko-san comenzará a trabajar en la empresa de su papá, por lo que está de regreso en Tokio. Te escribí porque necesita ayuda con la mudanza.

Taichi se sintió mal por Mochizuki, quien parecía realmente avergonzada por la situación.

Al poco rato Hikari sirvió la comida, se trataba de un desayuno típico japonés y, de acuerdo con ellam lo había hecho para que Taichi probara un poco de comida saludable de vez en cuando.

―¡Itadakimasu!―oraron todos.

―¿Qué tal si vemos las noticias?―preguntó Kari luego de un rato y se apresuró a tomar el control remoto sobre la cama.

Una señal de alerta pasó por la mente de Taichi, pero su reacción llegó demasiado tarde.

―¡Espera!―gritó.

De repente, en la pantalla del televisor reflejó una imagen claramente obscena que tanto Hikari como Meiko pudieron notar a la perfección.

La cara de esta última se torno de un extrañó color grisáceo, seguida de un rubor intenso.

―Oni-chan, ¡¡hentai!!

El resto de la comida transcurrió en silencio.

―Gosho sama deshita―dijo Tai al terminar.

La comida había estado deliciosa y Taichi comenzaba a pensar que, salvo por el incidente del televisor, no había sido tan malo que su hermana viniese a verlo. Había olvidado lo bien que se sentía la comida cacera.

Mientras Hikari y Meiko se encargaron de los platos, Hikari recibió una llamada y se apresuró a contestar.

La llamada fue muy corta y Hikari solo se limitó a confirmar su consentimiento.

―Okey-dijo―, estaré allí en unos minutos. De acuerdo, gracias.

Esta fue su frase más completa, al final de la llamada.

―Tengo que irme―se dirigió a su hermano.

―¿Eh?

―Te dejo a Meiko a cargo.

―¿Eh?

―Oni-chan deja de actuar como un tonto. Te llamé por alguna razón, debo atender algunos asuntos en la universidad, así que no podré ayudar a Meiko-san con sus compras.

―¿Compras?―repitió Taichi.

―Sí, necesita algunas cosas para adaptar el apartamento.

Hikari ya se había puesto sus zapatos, pero Taichi aún no terminaba de comprender la idea.

―¡Espera!―intentó detenerla.

Pero Hikari ya estaba afuera. Al oírlo regresó de forma instantánea, golpeando la puerta con fuerza como si se hubiese olvidado de algo importante.

―Por cierto, no hagas nada raro mientras no estoy.―miró a su hermano con espasmo―. Entonces dejo a Meiko-san a tu cuidado.

Agregó con una sonrisa y los dejó solos.





Taichi y Meiko, El recuentro. Una ero-historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora