Capitulo 21

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Por llorar no soy débil solo he sido fuerte.

Cuando estoy dentro del coche busco una pluma y papel para escribir una carta para mi, nunca nadie se ha tomado el tiempo de hacerme una de manera formal, así que yo haré la mía.

Carta a mi persona.

No soy mala persona, soy una chica inteligente, amable con quién se lo merece, me esfuerzo por lograr lo que me propongo, se muy bien que la vida es una perra que no cree en la justicia, pero trato de mostrar cariño a los demás porque se que todos tenemos problemas, unos menos que otros, pero eso no significa que no sean importantes, sin embargo en ocasiones he herido sentimientos de personas que amo, algunas con la intención de hacerlo y en ocasiones sin saber que lo hacía, a las primeras no por gusto sino por protección, y a las otras porque nunca se han dado la oportunidad de conocerme y sacan conclusiones de como soy solo por el mero hecho de ser directa.

Siempre he hecho de lo peor lo mejor que he podido,aunque nunca ha sido suficiente porque me valoran menos de lo que creen que valgo, se que no me conocen, pero si me conocieran me amaran, porque personas como yo le dan el verdadero sentido a la vida, se que me merezco más de lo que tengo permitido tener, pero ya me he acostumbrado a lo que me toca porque lo mejor está por venir, debemos ser realistas no sentimentales, sin embargo, la debilidad no habita en el acto de llorar.

A veces no se lo que quiero o nunca supe que es lo que quería, pero si se que el futuro es incierto y por lo tanto quiero y amo con intensidad.

Cuando termino de escribir ya no hay rastro de lágrimas.

Miro la carta y veo la realidad en cada palabra escrita.

Yo no me creo, soy una maravillosa persona.

Cuando estoy por encender el auto alguien entra por el lado del copiloto y se sienta.

Miro a la persona.

—¿Podrías bajar de mi auto? —le pido amablemente.

—Linda solo escúchame —me pide.

—Carol en serio no tengo tiempo, tal vez otro día.

—Solo dame la oportunidad de contar lo que ocurrió.

—Esta bien —accedo.

En ese momento me acuerdo de la carta, la busco con la mirada porque no quiero que Carol sepa de su existencia, puede hacerse la idea de que por el me dan ganas de escribir.

Cuando veo que no está decido dejarlo así, después la buscaré, no puede irse lejos.

—Vayamos a la cafetería que está a cinco minutos de aquí —propone.

No respondo, arranco.

Pero no me dirijo a la cafetería.

—Oye, pero por acá no…

—¡Shsss! —lo calló.

Después de un rato llego al lugar, me estacionó y apagó el auto.

—¿Un basurero? —pregunta confundido.

—Queda cerca de mi casa.

—Pero lejos de mi auto.

—Yo jamás te pedí que vinieras conmigo y dejaras tu auto en la universidad —me excuso.

Asiente.

—Cierto.

No digo nada más, espero a que hable.

—Ken te pido disculpas por las palabras poco adecuadas que te dije hoy, no justifico mi comportamiento porque no fue de un caballero, pero si quiero que me des la oportunidad de remediar la situación.

Destino o CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora