¡Hey, chica nueva!

𝟏𝟒

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Guardé mis cosas pensativa, ya habían pasado dos días desde la charla que tuve con la peli-rosada, había logrado reunir un poco de coraje, muy poco. Suspiré y salí del aula, las clases por fin finalizaron. El día fue algo pesado y tenso, la presión se acumuló sobre mis hombros que apenas podía dar un respiro sin recordar todo el montón de trabajos que me esperaban a llegar a casa.

Ya estaba casi a punto de salir cuando fui arrastrada a un callejón de mala muerta. La bullies me sonrieron sin gracia, traguén en seco. La poca valentía que había reunido se fue al caño. Intimidada di unos pasos atrás golpeándome con la pared. Cerré los ojos cuando recibí el primer golpe.

Lo único que podía hacer era reprimir mis gemidos de dolor y rezar por que esto terminara con rapidez. Solté un grito cuando recibí un gope fuerte en mi cabeza, todo comenzó a dar vueltas.

— ¡Estúpida! — Ronshaku reprendió a una de las chicas al verme golpeado tan fuerte. Dirigí mi mano a la zona afectada, un poco de sangre mancho mis dedos y caí al suelo, el golpe debió ser muy fuerte para que ahora me encuentre tirada en el piso.

 Mis ojos poco a poco se fueron cerrando.

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Desperté ante las incesantes sacudidas a mi cuerpo, poco a poco vi a los... ¿Delincuentes? Asustada me levanté de la cama donde minutos u horas, no sé, me encontraba recostada.

— Hey, chica nueva, tranquila— dijo Kizuguchi-san intentando calmarme. Se veía muy diferente que en la escuela, siempre estaba con una mirada de querer a cualquiera que se le acercara, al igual que los demás delincuentes.— No somos taaaaaan malos, así que no tienes de que preocuparte.

— ¿Dónde estoy?

— En mi casa, mi abuelo te atendió. El golpe que te dieron fue muy fuerte — explicó Furukizo y se acercó a mi.— Dijo que probablemente, durante unos días tendrías dolores de cabeza. Toma —lanzó un bote de pastillas, lo atrapé torpemente y no tuve ganas de mirarlo a él ni a nadie.

Me sentía incomoda ahí, la reputación que llevaban dejaba mucho que pensar.