PONIÉNDOSE AL CORRIENTE

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La bruja lanzaba ataques sin parar, la lanza que manipulaba con tanta afinidad, le daba mucha ventaja al poder atacar a cierta distancia. El muchacho usaba toda la concentración que podía proporcionar en repeler y bloquear los ataques. Dara y Hanna nunca lo habían visto pelear con tanta fuerza e inteligencia como lo estaba haciendo frente a sus ojos.

La bruja estaba bastante confiada y no parecía derramar una sola gota de cansancio, lanzaba golpes directo al rostro de su oponente, a los brazos y a las piernas demasiado fuertes y rápidos, sin repetir un solo conjunto de movimientos, Osvál se desvivía por bloquear cada uno, quería comenzar a atacar, pero siempre volvía a la pose defensiva.

El muchacho, al fallar en una defensa, recibió un corte más o menos profundo en el brazo derecho, el cual, empezó a derramar unas cuantas gotas de sangre y su camisa empezó a tomar un tono bermellón. La bruja, al verlo bajar la guardia por un segundo, quiso acabar con él de una vez, pero gracias a su gran soberbia, Osvál rodó por el suelo, sustrajo de su bolsa una daga, la desenfundó y la arrojó, causando un tajo en el costado siniestro de la bruja, un tajo tan profundo, que la hizo gritar de dolor.

Al percibir el primer sonido emitido por la bruja, las llamas se desvanecieron, al igual que el hechizo hipnótico. Todos los niños y Dane reaccionaron de golpe e inmediatamente se despertaron del profundo sueño en el que habían estado atrapados y observaron la escena que estaba a su alrededor.

-Se acabó -dijo Osvál poniendo la punta de la espada en el cuello de la bruja y ésta comenzó a reír.

-Él ya está cerca, casi lo consigue. Saben de qué hablo. Pronto me encargaré de ti, disfruta tu pequeña e insignificante victoria -la bruja golpeó el suelo con la lanza y desapareció dejando atrás el sonido de su risa.

Dara salió corriendo a abrazar a Osvál, para poder tratar la herida que le acababan de provocar, afortunadamente, no era nada de que pudiera amenazar la vida de su amado.

Los tres asistieron a los niños y a Dane, los cuales estaban totalmente desorientados y confundidos. El bardo, a pesar de su situación, decidió ayudar a sus amigos con los niños que estaban muy asustados.

Guiaron a los niños hacia la salida y los dividieron en tres pequeños grupos de cinco, y debían pensar en cómo transportarlos de vuelta al pueblo, ya que solo tenían la carreta para trasladarse todos. Dara sacó un frasco con pequeños dulces, con apariencia deliciosa y de un color miel, le entregó uno a cada niño y se quedaron dormidos al instante, la arquera le explicó al Bardo que los niños olvidarían todo este asunto, o por lo menos, quedaría en sus mentes como una pesadilla, y así solo se encargarían de llevarlos de vuelta al pueblo.

Fue un poco largo el camino de regreso, pero Dara y Hanna aprovecharon para contarle a Dane la gran pelea que había mantenido Osvál y la bruja.
Decidieron dejarlos en el edificio del gobernador, los cubrieron con mantas y volvieron a la casa del tejado azul. Con la tarea finalizada, decidieron dirigirse a su hogar caminando lentamente por el cansancio que todos sentía, al notar un gran silencio, el bardo lanzó una pregunta:

-¿A qué se refería la bruja con que "él ya estaba cerca"?

-Ahora hay que llamarlos con mayor razón -dijo Hanna ignorando la pregunta del bardo.

-Hanna tiene razón -dijo Dara -. Debemos reunirlos lo más pronto posible.

-Disculpen... ¿Me pueden explicar que sucede? -preguntó Dane agitando sus brazos intentando llamar la atención de sus compañeros de aventuras.

-Es una larga historia... -contestó Hanna.

Osvál no había dicho palabra alguna y tenía un semblante decaído. Parecía que algo de lo que había dicho la bruja lo había perturbado.

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