Capítulo 27.

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Egoísmo



— ¿Pasa algo Nayeon? — Pregunté una vez atendí la llamada. — ¿Puedes venirme a buscar? Estoy algo perdida… — Dijo, como si nada. —Nayeon, estoy a más de catorce mil kilómetros de Corea, no puedo aunque quisiera— Respondí, siendo muy tonta su petición. —Tambien estoy a más de catorce mil kilómetros de Corea… por eso te lo pido— Me desorientó aquello.

— ¿Dónde se supone que estás Im Nayeon? — Pregunté, no queriendo escuchar mi ciudad. —El aeropuerto de tu ciudad, no se dónde vives, no logré encontrar esa información— Respondió, queriéndome morir.

— ¿Qué haces aquí? — Pregunté, con ganas de decirle tonta varias veces. —Es que quería verte por última vez… — Cambió su tono despreocupado a uno más suave.

Pase mi mano por mi cara intentado aliviar el estrés que iba a ser. — ¿Vas a venir o no? Nadie aquí habla coreano, y yo no sé inglés— Volvió a su tono predeterminado, casi desprecio.

—Quedate allí, voy a darme un baño y voy al aeropuerto, no hagas nada estúpido y que nadie te reconozca— Dije, para cortar y hacer lo que había dicho.

En medio de todo ese proceso y tomar el taxi, pensé en si sería mejor llevarla a un hotel, pero luego esa frase de "nadie habla coreano y no se inglés" me hizo recordar que no podría vivir sola.

No la quería en mi casa, pero tampoco podía dejarla sola, e ir a un hotel a diario como su sirviente era peor.

— ¿Está acomodada la habitación de huéspedes? — Pregunté a mi madre una vez contestó el teléfono. —Le quitamos la pintura, pintaremos en un par de días que tengamos libres, ¿Por qué? — Me di un golpe con el cabezal del auto. —Una amiga de Corea vino de visita, supongo que tendrá que dormir en mi habitación— Expliqué mínimamente y colgué.

Llegué al aeropuerto minutos después, bajandome y empezando a buscar. Por inercia fuí al mismo lugar donde me dejó mi avión, y allí estaba una idol cubierta.

— ¡Coneja! — Grité en coreano, haciéndola ver en mi dirección. Se levantó, y súbitamente salió corriendo hacia mi, abrazándome con fuerza.

—Te extrañé… gatito— Al escuchar eso último me dio repelús.  — ¿Por qué me seguiste hasta aquí? — Pregunté. —No te despediste— Dijo, siendo ahogado por mi pecho, no se había movido.

Tal parecía que entendió que no volvería a Corea. —Te vi en el noticiero— Quitó su rostro de mi pecho, viéndome, aunque con la mascarilla y el sombrero solo distinguía sus ojos.

— ¿Buscaste por internet esa entrevista? — Pregunté, siendo ya quizá mucho. Negó con su cabeza. —La pasaron por los noticieros de Corea— Aclaró, asustandome con eso.

Gatito - Nayeon y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora